‘Yo fui el amor secreto de Kohl’

Reportaje
El Mundo, 14.04.2016
Carmen Valero
Portada de la revista del corazón alemana 'Bunte'.

Portada de la revista del corazón alemana 'Bunte'.

Ha mantenido la boca cerrada durante casi 20 años, pero ahora, a tres escalones de los 60, la vida resuelta y sin nada que perder, Beatrice Egerváry-Herbold ha decido romper su silencio y decirle al mundo: "Yo fui el amor secreto de Helmut Kohl".

Ha elegido para ello las páginas de la revista del corazón de mayor tirada en Alemania, 'Bunte', que este jueves ha salido a los quioscos dedicando su portada auna historia de amor que duró cuatro años, de 1995 a 1999 y se mantuvo convenientemente en secreto pues comenzó cuando ambos estaban casados y el ex canciller Kohl ejercía el poder de la todopoderosa República Federal Alemania en una época crucial en la construcción europea y la caída del Muro de Berlín.

Cuenta Beatrice, que ilustra su relato con fotos de la pareja, que ambos se conocieron en 1990 en la sauna del Hotel St. Georg, un establecimiento de reposo en la ciudad austríaca de Bad Holfgastein al que ella acudió con su marido y por el el que Kohl, siempre con problemas de sobrepeso, se dejaba caer con regularidad en compañía de su siempre fiel y discreto chofer, Ecki Seeber.

"Helmut Kohl se ofreció a dejarme sitio en el banco de la sauna, me invitó a sentarme a su lado. Fue un encuentro muy natural, sin complicaciones", relata Beatrice, quien por entonces tenía 31 años y además de belleza una espontaneidadnatural que sedujo al canciller, con quien rápidamente hubo "mucha empatía". Los contactos entre ambos huéspedes repitieron durante las cenas, en el bar o en los paseos, encuentros triviales que terminaron con intercambio de direcciones.

 

Una cura de estrés

Se cartearon, coquetearon y en 1995, Beatrice acudió nuevamente al St. Georg para una cura de estrés, en este caso sin su marido. Kohl hizo lo propio y, además, con un regalo muy especial, la manzana de cristal que le había regalado el presidente francés, Jacques Chirac en la entrevista que habían celebrado días antes en Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo.

"Fue maravilloso. Nos quisimos mucho", recuerda Beatrice, que aún conserva la manaza, con la inscripción correspondiente, además de "momentos inolvidables de paseos por el bosque".

Los encuentros se sucedieron y se intensificaron entre 1996 y 1998, periodo en el que Helmut Kohl, según el relato de Beatrice, actualmente agente inmobiliario, la visitaba cada ocho días, máximo tres semanas. Las llamadas telefónicas eran diarias. Para entonces, ella ya se había separado de su marido, pues "la situación se tornó difícil".

Kohl le ayudó mucho a superar el trance. Más de cien veces visitó el ex canciller a su amada en su domicilio de Wiesbaden.

"Éramos dos mitades de una misma naranja, dos almas gemelas", sostiene Beatrice, una de las pocas personas que podía llamar directamente a la jefa de gabinete de Kohl, Juliane Weber, de quien siempre se rumoreó que mantenía una relación más allá de lo profesional con el canciller y todos la daban por la nueva señora Kohl cuando éste, tras siete años de viudez, hizo anuncio de boda en 2008. La afortunada fue sin embargo Maike Richter, 31 años más joven que él.

Recuerda Beatrice en el amplio reportaje que le dedica Bunte que muy pocos estaban al corriente de la historia de amor que Kohl y ella vivían, un círculo muy reducido de personas entre las que se encontraba el inseparable chófer del canciller y la no menos discreta Weber, quien, sin hacer preguntas, le pasaba inmediatamente la llamada.

Pese a la barrera de fieles que Kohl, el hombre más poderoso de Europa, había construido a su alrededor, a Beatrice siempre le extrañó que la esposa de su amante, Hannelore no sospechara de sus infidelidades: "No te preocupes por eso, está todo arreglado", dice que le respondió Kohl.

 

Un reencuentro

La relación terminó en 1999, meses después de que Kohl perdiera las elecciones y cediera la cancillería al socialdemócrata Gehard Schröder, una doble fractura que según Beatrice "le hizo caer en periodos de profunda tristeza". Se vieron por última vez en el 2000.

Han pasado casi dos décadas, años en los que las luces de la biografía de Helmut Kohl se ha llenado de sombras. Kohl, con 86 años cumplidos, es hoy un dios caídopor las irregularidades financieras en su partido, un hombre enfrentado a los hijos que tuvo con Hannelore, su esposa entre 1960 y 2001, cuando ésta, enferma, depresiva y sola, decidió acabar con su propia vida en 2001, una leyenda disminuida en silla de ruedas que compagina actos de reconocimiento con litigios millonarios a biógrafos díscolos.

En los recuerdos de Beatrice conserva de Kohl, sin embargo, únicamente hay estrellas, de ahí su deseo de volver a verle: "Me encantaría tener un encuentro con él y creo que los recuerdos que él guarda de aquel amor también son hermosos", declara Beatrice a 'Bunte'.

La oficina de Kohl no ha reaccionado a la revelación de la bella Beatrice porque "a ese tipo de cosas no se reacciona" y tampoco ésta quiere volver a hablar con periodistas: ya ha dicho todo lo que tenia que decir.

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