Acercarse al nuevo Japón

Columna
El Mercurio, 08.01.2022
Juan Pablo Toro V., director ejecutivo de AthenaLab

Cuando los vientos latinoamericanistas empiezan a soplar de nuevo, cargados de idealismo más que de resultados concretos que los avalen, es de esperar que las nuevas autoridades no desconozcan la importancia que tiene para Chile su vinculación con Asia, más allá de las inversiones y comercio con China, que a veces parece opacar otras realidades igual de importantes.

Este año, por ejemplo, Chile y Japón celebrarán 125 años de lazos bilaterales (más de la mitad de nuestra vida independiente), que se cuentan desde la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación en 1897. Este verdadero acontecimiento diplomático debería ser suficiente para volver a centrar las miradas en una nación que no solo es depositaria de una rica cultura, la tercera economía del mundo y una potencia tecnológica, sino un actor muy relevante en la configuración que está tomando el Indo-Pacífico.

De hecho, el ex primer ministro Shinzo Abe, uno de los líderes asiáticos más visionarios de estas dos décadas del siglo XXI, fue el artífice del concepto de un “Indo-Pacífico Libre y Abierto”, al comprender que esta inmensa zona es el centro de gravedad de la economía global y que, por lo tanto, requiere de actores responsables que aseguren su estabilidad y garanticen el tránsito por las rutas marítimas que lo cruzan.

Fue tal la potencia de la idea, que luego países como Estados Unidos, Australia, Nueva Zelandia, Canadá, Reino Unido y los de la Unión Europea en su conjunto adoptaron el concepto general y lo aplicaron a sus respectivos énfasis.

Este Japón empoderado, que hoy dirige el primer ministro Fumio Kishida, es el mismo que ayudó a rescatar el Acuerdo Transpacífico (TPP11) y que es una pieza clave del “Quad”, esa iniciativa de coordinación tecnológica y de seguridad que los reúne con Australia, India y Estados Unidos.

En la actualidad existen muchas oportunidades para profundizar la relación con Japón, que aparte de ubicarse entre los cinco socios comerciales principales de Chile, comparte el hecho de ser una democracia respetuosa de los derechos humanos (un eje de la política exterior del presidente electo, Gabriel Boric). Especialmente, en el campo de la seguridad y defensa es donde Tokio se ha propuesto expandir sus lazos más allá de su alianza con Washington, tal como anuncia el último reporte del Ministerio de Defensa de 2021.

Solo esta semana, Japón firmó con Australia un importante acuerdo de defensa que permitirá una cooperación más estrecha e intercambios entre ambas fuerzas armadas ante el deterioro de la seguridad en la región del Indo-Pacífico.

Es justamente esta clase de acuerdos y socios los que Chile necesita para contribuir a estabilizar esta zona. Con Japón ya existe una vieja relación de Defensa, que se remonta a la guerra rusojaponesa, durante la cual el antiguo crucero “Esmeralda” tuvo una destacada actuación bajo el nombre de “Izumi”, y que hoy se expresa en la participación en el ejercicio naval Rimpac.

Además, nuestros países se conectarán en unos cuantos años más por un cable de fibra óptica, según adelantó hace meses el reputado sitio Nikkei Asian Review. Es decir, a 125 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, Japón es y seguirá siendo nuestra puerta de ingreso a Asia. Algo para no olvidar.

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