Bolivia otra vez

Columna
El Mercurio, 26.03.2022
Hernán Felipe Errázuriz, abogado y ex ministro de RREE

Los presidentes Gabriel Boric, de Chile, y Luis Arce, de Bolivia, han manifestado voluntad de reimpulsar los lazos bilaterales. Buena noticia. Varios mandatarios y cancilleres chilenos lo intentaron y fracasaron, por el condicionamiento boliviano de lograr cesiones de soberanía nacional para una salida al Pacífico.

Con la aspiración marítima, Bolivia, repetitivamente, crea infundadas expectativas, una barrera infranqueable para la normalización de las relaciones diplomáticas. Su sola mención en la agenda le sirvió para invocar una supuesta fuente de derechos, por “el efecto acumulativo de actos” y otros argumentos reivindicatorios, desechados por la Corte de La Haya en su fallo de 2018.

Los discursos —el más reciente, este miércoles, en el Día del Mar— evidencian que la dirigencia política boliviana aún no asimila el fallo de la Corte Internacional e insiste en su “posición histórica e irrenunciable por la reivindicación marítima”.

El presidente Boric ha declarado correctamente que “por supuesto la soberanía no se negocia”, límite, también irrenunciable, de la relación bilateral.

Los espacios de cooperación con Bolivia son conocidos. Corresponde estimular los densos lazos informales de una frontera compartida, de la sociedad civil, afinidades étnicas, culturales y oportunidades comerciales. En 2021 se acordó una hoja de ruta que incluye Comité de Fronteras e Integración, cultura, medio ambiente, complementación económica, turismo, educación, ciencia, tecnología, sanidad y cooperación policial.

Impostergable es abordar el aumento del contrabando, control de comercio ilegal y drogas, por sus graves impactos en la seguridad y población nacional.

Inquieta la falta de cooperación boliviana en las reconducciones y migración clandestina.

Esenciales son los entendimientos sobre recursos hídricos transfronterizos, solución que no se agota con el juicio del río Silala, cuyos alegatos se inician en próximos días.

De la mayor importancia, para el cumplimiento del Tratado de 1904 y la conectividad, es el mejoramiento de la logística e infraestructura en favor del libre tránsito, a veces obstaculizado por huelgas portuarias y del SAG, trámites administrativos burocráticos y encarecimientos que imponen las autoridades portuarias bolivianas.

Es insuficiente consignar las oportunidades de colaboración sin concretarlas, como se hiciera tantas veces. Tampoco resulta sostenible avanzar en el restablecimiento de relaciones diplomáticas si Bolivia lo instrumentaliza o condiciona en favor de su pretensión de soberanía. Así ha ocurrido por más de un siglo.

Para evitar las malas experiencias, los presidentes Boric y Arce deben asumir los desafíos con realismo y planes concretos, debidamente priorizados y coordinados. No bastan la buena disposición y cercanía de los mandatarios.

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