Después del Silala

Columna
La Tercera, 14.12.2022
Teodoro Ribera, abogado, rector (U. Autónoma de Chile) y ex ministro de RREE

Resuelta por la Corte Internacional de Justicia la disputa sobre la naturaleza internacional del río Silala, Chile y Bolivia tienen la oportunidad y la tarea de acordar un modelo de gestión de todos sus recursos hídricos compartidos, que comprenden varios cursos de agua, tanto superficiales como subterráneos, por una frontera de algo más de 800 kms. Así como el fallo confirmó la cualidad internacional del río Silala, también resolvió que ambos países tienen derecho al uso de las aguas, lo que los obliga a colaborar en su manejo y a transparentar y abstenerse de cualquier acción que pueda afectar sensiblemente al otro Estado ribereño.

Lograr un equilibrio de los intereses en esta zona, por la que escurren volúmenes de agua muy superiores a los del río Silala, exigirá ante todo voluntad política de las partes y concebir ello como un trabajo de cooperación transfronteriza y una acción de distensión y de generación de confianzas.

La equidad y la razonabilidad en el uso de las aguas son criterios que no significan lo mismo ni constituyen indicadores matemáticos que apuntan a una equivalencia. En ambos lados de la frontera se desarrollan procesos sociales, ambientales, económicos y culturales distintos que deberán ponderarse y que, en el caso de Chile, deben apuntar a lograr modelos sustentables y respetuosos de los entornos locales y sus comunidades, incorporando a las regiones del norte a esta labor fundamental.

Que Perú haya solicitado a la Corte de La Haya copia de los escritos de este pleito es un reconocimiento que esta temática también le preocupa y compromete. Años atrás, Chile incorporó en la agenda bilateral con Perú la cuestión de los recursos hídricos compartidos, de vital importancia en Pampa Concordia en Arica, como también en Laguna Blanca y río Uchusuma en la provincia de Parinacota. Tal vez por ello, y porque carecemos de una gran experiencia en este campo, es que Chile debiese observar con atención los trabajos de la “Autoridad Binacional Autónoma del Sistema Hídrico del Lago Titicaca, Río Desaguadero, Lago Poopó y Salar de Coipasa (ALT)” acordada entre Perú y Bolivia en 1996, cuyo ámbito geográfico comprende cuencas que Perú detenta con Bolivia, e incluso con Chile.

Nuestro país comparte con sus tres vecinos recursos hídricos, tanto superficiales como subterráneos, que escurren por cuencas hídricas compartidas, y en las que es indistintamente país aguas abajo y país aguas arriba. De las tres naciones vecinas, sólo con Argentina existen regulaciones bilaterales en su manejo, no así con Bolivia y Perú.

Chile debe acelerar los estudios científicos y focalizar recursos para entender de mejor manera el uso equitativo y razonable de los ríos y de las cuencas hidrográficas comunes. Llevado este proceso con fuerte sustento técnico y científico, puede ser un factor que contribuya a la colaboración y no a la confrontación entre los estados. De ahí, entonces, que llegó la hora de convertir el agua en un campo de trabajo diplomático trilateral.

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