El desparpajo de García Linera

Carta
El Mercurio, 16.11.2022
Sergio Muñoz Riveros

De visita en Chile, Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia, expresó su tristeza por el rechazo del proyecto de Constitución en el plebiscito del 4 de septiembre. Se trata del ideólogo de la noción de Estado plurinacional que estaba incluida en el proyecto, y que las izquierdas asociadas en la Convención habían copiado de la Constitución boliviana. Se entiende mejor ahora por qué Evo Morales, poco antes del plebiscito, le preguntó a un militante del Frente Amplio que le regaló un ejemplar del texto: “¿Vamos a ganar el referéndum?”.

Al parecer, García Linera se sintió en confianza en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, que lo invitó, puesto que llegó a decir que había sido un error enfrentar “con buenos modales” las críticas al proyecto. Y agregó: “no puedes defender legalistamente un texto que es político”. ¿Y cómo debía defenderse, entonces? ¿Por medios no legalistas? ¿A la manera bolivariana? En realidad, parece reprocharles a sus amigos chilenos que, habiendo partido todo con una revuelta, hayan tenido al final una actitud legalista. ¡Vaya consejo!

Al explicar su frustración, dijo:

“Esta Constitución se dio en un momento de ascenso de lo popular, de lo plebeyo, que modificó la correlación de fuerzas. Y si esa Constitución se aprobaba, esto iba a permitir que, aun en los momentos en que haya repliegue social, esa correlación de fuerzas era un pivote que tenía que reproducirse en cada estructura normativa posterior, cada ley, cada decreto”.

Imposible más claro. Usando el viejo léxico de la lucha de clases, García Linera despejó las últimas dudas que pudieran quedar sobre la naturaleza del proyecto de la Convención: era, a todas luces, un plan de copamiento del poder que iba a generar un marco de hierro para el futuro. O sea, la revolución por vía constitucional.

El visitante no ha hecho sino confirmar la magnitud de los riesgos que enfrentó Chile en este período. La mayoría de los ciudadanos rechazó un proyecto de inocultable raíz autoritaria, por cuya aprobación el presidente Boric y sus colaboradores hicieron todo lo que vimos.

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