Incompetencia internacional de dos almas

Columna
El Mercurio, 19.11.2022
Hernán Felipe Errázuriz, abogado y exministro de RREE

La incompetencia y desprolijidad del Gobierno parece no tener límites. Trasciende al campo internacional. Se advirtió desde la inauguración del presidente Boric, con su reproche al rey Felipe VI, inocente de un atraso, responsabilidad de las autoridades chilenas. Algo parecido se repitió en la VIII Cumbre de las Américas, al reclamar el primer mandatario por la supuesta ausencia de un representante norteamericano en la sesión sobre medio ambiente, ignorando que John Kerry, enviado especial de los Estados Unidos para el clima, antes secretario de Estado y candidato presidencial demócrata en 2004 compartía su mesa.

El mayor desaire se produjo por la abrupta cancelación de la presentación de credenciales del embajador de Israel, invocando un incidente en la frontera palestina. En cada una de estas actuaciones, menosprecia que las relaciones diplomáticas tienen un componente personal importante.

Los episodios mencionados podrían quedar registrados en los anales de la diplomacia mundial.

Más allá del desprecio por la observancia de formalidades en la diplomacia, asistimos a la incompetencia en la gestión del contenido de la política exterior.

Se trata de la dilatada puesta en vigor del TPP11 (CTPP), firmado en La Moneda el 8 de marzo de 2018 en ceremonia presidida por la presidenta Bachelet. Es un convenio de importancia geoestratégica, que excede a lo comercial, incluye normas medioambientales y de protección de derechos laborales, bajo el impulso del libre comercio, política del Estado de Chile por casi medio siglo, concurrente con la apertura de nuestro país al Pacífico.

El argumento para mantener en suspenso el ingreso al tratado es la negociación de cartas laterales para eximirse del capítulo relativo a la solución de controversias entre inversionistas y el Estado. La negociación, tan legítima como de limitado alcance, es resistida por la mayoría de los signatarios.

Sin embargo, es factible y más conveniente llevarla a cabo después de la vigencia del tratado, y más probable de prosperar si se efectúa en conjunto con otros países que comparten esta prevención. He ahí la incompetencia diplomática para lograr el fin propuesto.

Mientras tanto, por la suspensión del TPP11, Chile está marginado de una asociación con países relevantes; exportadores y trabajadores chilenos están perdiendo la oportunidad de accesos preferentes a un mercado de 500 millones de habitantes; inversionistas extranjeros pueden retrasar aportes de capital y tecnologías, al sospechar del efectivo compromiso nacional con el libre comercio. Todo, debido a la ambigüedad de las dos almas del Gobierno, no solo en lo interno, sino también en el campo internacional, respecto a la liberalización, inversión extranjera, globalización y a la iniciativa privada.

No hay comentarios

Agregar comentario