Litio y distopías pavlovianas

Columna
El Líbero, 24.09.2022
Manuel Bengolea, estadístico (PUC) con MBA (U. de Columbia)
Chile tiene una oportunidad increíble de transformarse en un país líder en la industria si deja que los privados exploten el litio. Para ello, este gobierno tendrá que cambiar radicalmente su anhelo distópico sobre el rol del Estado.

El actual gobierno quiere crear la Empresa Chilena del Litio para explotar dicho mineral, cuya demanda se prevé expandirá fuertemente por la irrupción de autos eléctricos en el mundo, lo que podría convertir a Chile en uno de los principales actores en la industria mundial. Por supuesto que ciertos políticos chilenos, como en el experimento de Pávlov, salivan con la posibilidad de que sea el Estado el que capture las rentas provenientes de esta fruta caída del cielo, y que coloque a Chile finalmente en la senda del tan anhelado desarrollo. Muchos de ellos, sobre todos los del Frente Amplio y Partido Comunista, nos venderán el proyecto poniendo como ejemplo a países exitosos en el manejo de situaciones equivalentes, tal como Noruega o lo Emiratos Árabes Unidos lo han hecho con la prosperidad del petróleo, olvidando convenientemente los muchos desastres que abundan en nuestra región de países como México, Argentina o Venezuela, que dilapidaron dicho auge por una inepta, corrupta y deficiente administración política, exhibiendo lo cruel de ciertas distopías.

El argumento a favor de una empresa estatal de litio es el ejemplo de Codelco, mayor productor mundial de cobre. Nuevamente, los políticos, buenos para vender sueños, pero deficientes para concretarlos, no reparan en aspectos esenciales del porqué la empresa estatal de cobre ha logrado subsistir más o menos bien en el contexto de competencia mundial. La primera razón es que Codelco compite en igualdad de condiciones con el resto de las empresas cupríferas que operan en Chile, transformándonos en un ejemplo positivo. Segundo, Codelco tiene una gobernanza corporativa independiente del gobierno de turno, lo cual ha sido clave para su subsistencia y desarrollo.

Por último, crear una empresa de cero, que no fue el caso de Codelco, demandaría una cantidad de recursos muy altos, tanto que parecieran imposibles dado la delicada situación fiscal de Chile. Sólo para tener en cuenta, el valor bursátil de Soquimich y de Albemarle, líderes mundiales en explotación de litio, es de US$28 y US$34 billones, respectivamente. El patrimonio contable de la cuprífera estatal es de US$11.5 billones. Es decir, pretender competir con gigantes mundiales requeriría a lo menos un patrimonio de US$5 billones más otros cinco de deuda. A no ser que el gobierno esté pensando en intervenir la industria para favorecer a su empresa, lo cual produciría una estampida de capitales del dicho sector industrial y esfumaría nuestras posibilidades de ser Noruega y acercarnos con suerte a México, no sé de dónde conseguiría los recursos para formarla y menos hacerla eficiente y competitiva.

En un reportaje en el Wall Street Journal sobre la industria global del litio, tratan de explicar por qué en medio de una desaceleración económica mundial, que ha hecho caer el precio de materias primas en general, el de este no ha dejado de subir. En efecto, sólo en lo que va del año el precio se ha más que duplicado. La razón es que la producción de autos eléctricos a nivel mundial seguirá en aumento, lo cual impulsaría la demanda significativamente, y de que la oferta enfrenta serias restricciones para expandirse. A pesar de que Latinoamérica y Australia son los mayores productores, los analistas sostienen que “tomará años acelerar a fondo y aliviar la escasez, en parte porque los Gobiernos con tendencias de izquierda quieren más control sobre los recursos naturales de los países”. Es decir, el problema de oferta es que son los Gobiernos los que la limitan.

Lo anterior es una descripción de la realidad de Chile, donde un gobierno sobreideologizado de posturas marxistas, cuya única novedad respecto de los fracasos de esta en el siglo XX, es que quienes anhelan aplicarlas ahora son menores de 40 años, y cuentan con exceso de voluntad y déficit severo de realismo y pragmatismo operacional. Chile tiene una oportunidad increíble de transformarse en un país como Noruega o los Emiratos Árabes si deja que los privados exploten el litio, como de hecho lo hacen hoy, y puede atraer aún más recursos a las arcas fiscales promoviendo la competencia vía el ingreso de nuevos operadores. Soquimich aportó en el primer semestre del 2022 US$2.2 billones al erario fiscal, sin que este gastara un peso de inversión, y muy superior el aporte de Codelco en el mismo período.

El camino al éxito está lleno de soñadores en la partida, el problema es que la estrategia para alcanzarlo es compleja y dura, y en esos ámbitos los políticos, sobre todo los de izquierda, tienen una probada mala experiencia y capacidad. Como dijo el ex primer ministro Winston Churchill, “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir, otros como la vaca que hay que ordeñar, y muy pocos como el caballo que tira el carro”. En el tema del litio, si queremos sobresalir como país, este gobierno tendrá que cambiar radicalmente su anhelo distópico sobre el rol del Estado, porque de lo contrario terminará ordeñando al lobo.

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