¿Pasividad en la política exterior en Bolivia o la ausencia de esta?

Columna
Página Siete, 27.04.2023
Loreto Correa Vera, historiadora

Windsor Hernani, en una reciente columna sobre “La política exterior de la pasividad en recursos hídricos compartidos” ha mencionado la inacción boliviana en materia decisional respecto de Chile.

Al leerlo, dos cosas saltan a la vista. Alessandri fue gobernante chileno hace 60 años. Traerlo a colación resulta extemporáneo, como también lo es invocar conversaciones antiguas y añejas, incluso de personas ya se han ido de este mundo. Segundo asunto, ¿Cuándo llegará el día, en que las argumentaciones de Bolivia hacia Chile miren los problemas reales de la gente?

Agrego a la columna anterior una reflexión adicional.

 

El contexto

Tras el fallo del Silala y luego de las declaraciones del 23 de marzo, la situación entre el Estado de Chile y el Estado Plurinacional puede ser calificada como de meseta o sea plana. En el libro “Chile y Bolivia: Distanciamiento, crisis y aproximación” (https://anepe.cl/portfolio/libro-n46/), se explica cómo la dinámica entre los países es triple. El título de la obra no es solo una hipótesis, sino que expresa una constante: Chile y Bolivia se mantienen entre no hablarse, increparse y buscar mecanismos de acercamiento. La política exterior de ambos reseña esta lógica.

Entonces, cuando se habla de pasividad, en rigor se habla de distanciamiento. Y ello ocurre, porque implícito en el diálogo, está la ausencia de voluntad política de acercamiento y resolución de los temas de parte de uno de los dos países. La sinceridad duele, pero es útil: ¿No bastan dos juicios perdidos para que el MAS entienda que debe cambiar de política con Chile? Todo indica que aún no.

 

La política exterior de Luis Arce

Hablar resulta más fácil que concretar. Por ejemplo: ¿Cuánto invierte Bolivia en sus propias carreteras? Ello, porque hay que llegar a las costas. O ¿Alguien creyó que las distancias se eliminarían si hubiera mar para Bolivia? Son 8 horas de viaje desde La Paz en bajada hasta Arica por Patacamaya. ¿Quién en Bolivia está ocupado por velar que funcione el tren que contribuiría a mejorar el transporte de mercancías o de proyecto? ¿Es el mundo privado o el público quien lo hace?

Otro tema. El Silala. ¿Existe un presupuesto para desmantelar los canales? ¿Existen efectivamente estudios de Bolivia para seguir insistiendo que Chile incumple, abusa o usa de forma desmesurada los flujos de agua internacionales, sean ríos o canales? La respuesta es simple: Bolivia carece de instrumentos, de estudios serios y lo que es más preocupante de estudios de impacto ambiental para proponer cualquier cosa a Chile. Entonces, es más sencillo hablar. No cuesta dinero, causa polémica y crispa los nacionalismos. Eso es gratis. Ernani tiene razón. Alguien blufea.

De otra parte, la creatividad no tiene límites. Hace pocos días se supo que a Chile volverá el Sr. Pinelo en calidad de Cónsul General. Se trata del supuesto autor de la Agenda de los 13 puntos entre Chile y Bolivia. Gran pergamino. Pero lo cierto, es que Chile no volverá a conversar sobre temas definidos por la Corte Internacional de La Haya. No es que quizás lo haga. Es que no lo hará en este gobierno, o en cualquier otro porque es un tema de Estado. Está resuelto. Entonces, cuando Bolivia envía a Chile a un diplomático que impulsó una agenda a la que le fue mal, ¿Qué señal está dando? Que no le importa lo que Chile piense. En consecuencia, ¿Qué se puede esperar? Nada.

El actual Cónsul, un hombre joven y diligente se ha preocupado de sus connacionales en el país. ¿Para qué lo van a cambiar? Cumple con su labor de forma impecable y con el perfil de un cónsul: bajo perfil. O sea, un funcionario que ayuda a su gente en un país extranjero. Pero Bolivia es soberana, puede cambiarlo. Pinelo no logrará que Chile cambie de idea, muy por el contrario. Trae historia, mala historia.

La política exterior, y no pretendo dar una clase en estas líneas es el resultado de mando, medios y misión. La orden de enviar a un cónsul general del gobierno de Evo Morales es mantener el statu quo. O sea que todo siga exactamente igual. Bolivia en un lado y Chile en el otro. Ese es el mando u orden. Los medios: Bolivia no ha invertido un peso en política exterior, salvo lo que gasta en DIREMAR sobre estos temas. A vista de todos los bolivianos están los resultados. Y la misión: no hay misión. Y ese es el punto, no hay meta, logro, resultado, beneficio. No hay política exterior. Los anuncios del 23 de marzo fueron nuevamente más de lo mismo: discurso y nacionalismo. El cambio de cónsul general, probablemente, sea más efectista que efectivo.

 

Desde Chile, para que no se endilgue parcialidad

Lo que Chile pide hace ya bastante tiempo, es que se converse sobre temas comunes y de interés urgente. Al gobierno de Chile le preocupa hoy el tema migratorio porque tiene un problema de seguridad en el Norte y en todo Chile en realidad. Bolivia no colabora. El Canciller chileno tiene la voluntad de tratar estos temas. Pero Bolivia supone que como a Chile le interesa, entonces, debe “pagar” lo necesario. Y esa paga, es tratar el tema marítimo. Esta estrategia se conoce en Chile. Antes fue mar por gas y ahora son conversaciones a propósito del tema migratorio por hablar del tema marítimo. Eso no ocurrirá. Una cosa es hablar de soberanía perdida y otra muy distinta es hablar de soberanía activa. Esto no es realismo en materia internacional, es hablar de derecho internacional y de realidad.

Chile reconoce un problema de contrabando, de tráfico de drogas y de armas por las fronteras. Bolivia se sienta en una mesa a 4200 msnm y escucha. Pero no resuelve. ¿Qué implica eso? Que no le interesa. Eso es lo concreto. Envía funcionarios, dialoga, pero no concreta. ¿Qué se piensa en Santiago al ver esto? Que a Bolivia le interesa que todo siga igual. Y ese interés es poco convencional para un país que se dice seguidor de las políticas de Derechos Humanos o de dignidad de los pueblos indígenas, porque quiénes peor lo pasan son las poblaciones fronterizas oriundas de ambos lados de la Cordillera.

 

Resultado

Entonces, uno se pregunta: ¿Y no era esta la coalición de gobierno boliviano que iba a mejorar las condiciones de vida de los indígenas? La verdad de lo que se conversa y lo que concreta indica que a la política exterior de Bolivia no se ocupa de su población fronteriza con Chile. Decir esto, con responsabilidad es muy duro, porque para los que conocen el altiplano, las formas de cultivo y de ganadería, son muy difíciles. Esto es muy frustrante. La gente vive o sobrevive en esas latitudes, y lo mínimo que se esperaría de un Estado es apoyo. Pero no lo hay. Nuevamente, la política exterior no está al servicio de las personas, sino al servicio de una causa. No ocuparse de las zonas de fronteras es llamar al crimen organizado para que allí se establezca. ¿Se pondera eso en La Paz? ¿Cuánto gasta Bolivia en ello? Bolivia debe recordar que todos los vacíos de poder, los llena el crimen organizado en sus distintas formas.

 

Del tema del Silala

Sacar las piedras centenarias de los canales de esa hermosa zona del país para fastidiar a Chile es incalificable. Ya lo señaló la agente chilena en su momento durante el juicio: se puede hacer, pero habrá de hacerse conforme al derecho internacional que les convoca de acuerdo con el fallo. Pero sepan que en Chile se entiende muy claro que es solo para dejar inoperantes los canales. ¿Qué de bueno saldrá de ello si se hace? Es deber del Estado de Bolivia avanzar en un manejo compartido de cuencas. Esa parte de la política exterior aún está pendiente de reflexión inicial y para ello, hay que considerar: nada es gratis. Ambos países deberán invertir.

 

Sobre el litio

Pregunta final: ¿por dónde piensa Bolivia sacar la producción de litio? La dilación en la explotación del litio, y esto no es solo un tema de Bolivia, también lo ha sido en Chile, hace pensar en que se puede esfumar. Sin fondos, sin dólares a la vista, con un elevado riesgo país para las inversiones. Difícil reto. Pero más allá de eso: agua y carreteras. Agua para producirlo y rutas para exportarlo. ¿Por dónde tiene previsto el MAS sacarlo? ¿Forma parte de las preocupaciones del Estado de Bolivia? Me temo que la política del MAS es silente también en esta materia.

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