UNASUR: una alianza ideológica sin estrategia

Columna
El Mostrador, 16.04.2023
Richard Kouyoumdjian Inglis, exvicealmirante y vicepresidente de AthenaLab

No existe ningún fundamento estratégico, lógico o de sentido común para que Chile se reincorpore a UNASUR. No ganamos nada y perdemos mucho. Los principales países que nos invitan o nos seducen para ingresar nuevamente, tienen intereses sobre nuestro territorio terrestre, marítimo y antártico o son competidores de nuestra economía. No perdamos nuestra autonomía y capacidad de ser libres, de tomar nuestras propias decisiones.

Debiera causarnos gran sorpresa que sigan saliendo voces abogando por la reincorporación de Chile a UNASUR. No aprendimos nada de la experiencia anterior donde se construyó una organización sobre la base de una ideología y que fue un rotundo fracaso, una pérdida de tiempo, una dilapidación de recursos fiscales y una mala experiencia. Lo peor de todo es que al analizar los débiles argumentos en favor de esta iniciativa, podemos comprobar que ellos están ajenos a la realidad, a las cifras a los datos y al sentido común. Puede que una realidad no nos guste, pero no podemos desconocerla. Esa actitud nos puede llevar a cometer errores catastróficos.

No nos equivoquemos: UNASUR es una propuesta de las utopías de izquierda, para perseguir propósitos y objetivos ideológicos propios y no tiene nada que ver con la realidad o los intereses nacionales de Chile.

Es cierto que somos el país más austral del mundo, por lo tanto, todo lo que lleve el nombre “sur” nos compete, pero no todo lo que lleve el nombre “sur” nos beneficia. Ese es el gran aporte del análisis estratégico al proceso de toma de decisiones. La capacidad de entender nuestro presente y los elementos que lo componen y de diseñar los mejores caminos para llevar ese presente a un futuro deseado que brinde los bienes comunes de seguridad, progreso y bienestar a nuestros compatriotas. Nuestro presente es muy claro en señalarnos dónde estamos parados hoy en nuestras variables más relevantes.

Geográficamente somos un país tricontinental, con territorio soberano, población y presencia en América del Sur, Polinesia y Antártica. Nuestro territorio es pequeño comparado con el de nuestros vecinos y ocupamos el 7° lugar en tamaño entre los países de América del Sur. Nuestra población también es reducida respecto de nuestros vecinos, excepto nuestra comparación con Bolivia donde somos levemente más poblados. Nuestro territorio es estratégicamente complejo, al punto que no tenemos continuidad territorial por tierra con el corazón de nuestra zona austral, sólo por mar y por aire. Nuestra economía es pequeña en términos de PIB, pero es potente en términos de ingreso per cápita. Su estrategia de desarrollo nos ha permitido ser uno de los países con mayor cantidad de tratados de libre comercio del mundo. Ese comercio exterior robusto y de gran vitalidad nos permitió cifras de desarrollo y crecimiento que ningún país de Sudamérica, ni siquiera los inmensamente más grandes en recursos, superficie y población, han podido lograr en los últimos 50 años. Nuestra vida económica viaja por mar y se vincula principalmente con Asia y América del Norte. Dependemos vitalmente de ese nexo económico con nuestros principales socios comerciales que están en la cuenca del Pacífico, en América del Norte y en la cuenca del Indico. Nuestras relaciones económicas con América del Sur no mueven la aguja y no la moverán mientras el grueso de los países sudamericanos mantenga políticas cambiarias, monetarias, arancelarias y tarifarias de carácter proteccionista, o compitan con nosotros en la exportación de minerales al Indo Pacífico, EEUU y Europa.

Nuestras relaciones exteriores han permitido generar una red de tratados de libre comercio que nos han permitido beneficiarnos con traspaso de tecnología, inversión extranjera, apertura de oportunidades a nuestros emprendedores y beneficiar a nuestros consumidores internos con bienes de calidad mundial a precios alcanzables. Sin embargo, en nuestro entorno regional y sobre todo vecinal, nuestras relaciones exteriores han tenido y tienen un desafío enorme. Bolivia tiene elevado a rango constitucional una aspiración de acceder soberanamente al Pacífico por territorio chileno. Perú, pese al fallo de la Corte Internacional de justicia aún no modifica su declaración de mar territorial de acuerdo con la CONVEMAR, de la cual no es signatario y Argentina, con quien compartimos la frontera más larga, tiene un largo historial de asperezas y aspiraciones que chocan con el interés permanente de Chile, en nuestros mares, aguas interiores, pasos oceánicos, plataforma continental y soberanía antártica.

Cuando hacemos un breve análisis estratégico de nuestra realidad, las cifras, los hechos, los datos y el sentido común matan el relato ideológico y utópico. Las relaciones internacionales son relaciones de intereses y de poder. No existen los amigos ni los hermanos. La ingenuidad ideológica se paga muy cara y la pagamos todos los chilenos.

Para concurrir a una alianza se deben cumplir algunos requisitos simples como tener objetivos nacionales comunes, acortar brechas de poder para alcanzar objetivos que solos no podríamos alcanzar, verificar la condición de países complementarios o competidores con nuestros aliados y, sobre todo, tener siempre presente en el análisis estratégico, que toda alianza implica ceder y pérdida de libertad de acción. Es cosa de ver los fundamentos de Gran Bretaña para su BREXIT.

No existe ningún fundamento estratégico, lógico o de sentido común para que Chile se reincorpore a UNASUR. No ganamos nada y perdemos mucho. Los principales países que nos invitan o nos seducen para ingresar nuevamente, tienen intereses sobre nuestro territorio terrestre, marítimo y antártico o son competidores de nuestra economía. No perdamos nuestra autonomía y capacidad de ser libres, de tomar nuestras propias decisiones. El profesionalismo de nuestra Cancillería será puesto a prueba en los próximos eventos relativos a América del Sur y tendremos la oportunidad de evaluar si lo que prima es la defensa y logro del interés nacional de nuestra Patria o somo seducidos por los cantos de sirena de las ideologías, la samba y el tango.

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