¿Podría Mamdani cumplir su promesa de arrestar a Netanyahu si pone un pie en Nueva York?

Columna
El Debate, 25.11. 2025
Inocencio F. Arias, Embajador de España

El pasado viernes, Trump recibió en La Casa Blanca a Mamdani, el flamante alcalde de Nueva York, con el que había intercambiado una serie de violentas puyas verbales durante la campaña electoral para la alcaldía de esa ciudad de inigualable importancia mundial.

Como es sabido, el triunfo indiscutible de Mamdani fue un bombazo. Un joven de 35 años, musulmán y del ala claramente izquierda del partido demócrata, toma las riendas de una urbe de casi nueve millones de habitantes, con abundante población judía y que está constantemente en los medios de información por razones económicas, políticas o culturales.

Un terreno en el que chocaron, aparte de las manifestaciones económicas radicales de Mamdani en su pasado reciente, era el tema palestino. El nuevo edil neoyorquino ha denunciado en términos muy descarnados lo que está ocurriendo en Gaza, llegando incluso a declarar que si Netanyahu pisaba la ciudad mandaría arrestarlo porque Nueva York es una ciudad que respeta los principios internacionales.

La afirmación tenía algo de brindis al sol, Mamdani no tiene potestad para hacerlo. Aunque el Tribunal Penal Internacional, con sede en la Haya, ha emitido una orden contra el líder judío por lo que podría, y debería, ser detenido en cualquiera de los numerosos estados que han ratificado el Estatuto del citado criminal, resulta que Estados Unidos, como Rusia, Irán, Israel y otro puñado de naciones no lo han hecho y el Tribunal no puede actuar.

Recordemos que Putin, al que el Tribunal también quiere interpelar por el espantoso secuestro de 22.000 niños ucranianos para reeducarlos en el amor a Rusia y odiando a su patria, acudió en agosto a Alaska, territorio americano, y Trump desenrolló la alfombra roja para adularlo. (El ruso se escaparía sin prometer nada sobre Ucrania, le tomó el pelo a su anfitrión)

Es decir que el Tribunal puede abrir investigaciones porque lo pida un Estado miembro, (en Congo, Uganda, Palestina, Venezuela, Ucrania…) o el Consejo de Seguridad de la Onu (por ejemplo, en Sudán) pero los estados que no son parte no admiten normalmente la actuación en sus territorios. Trump, además, tiene al Tribunal entre ceja y ceja, y estoy siendo diplomático, por lo que cualquier intento de Mamdani de detener a Netanyahu, al que el presidente americano presiona y mima alternativamente en su interés por detener el sufrimiento en Gaza y lograr el Nobel de la paz, sería considerado una afrenta por el impetuoso Trump.

Aunque el presidente fuera menos impulsivo, algún jurista estadounidense ya ha comentado que un alcalde no puede arrestar a nadie sin una orden judicial. Para el caso de que el bisoño Mamdani tuviera la tentación de encarcelar al dirigente israelí, lo que resulta dudoso porque es joven, pero no tonto y probablemente con su amenaza estaba haciendo fuegos artificiales de cara a sus votantes, alguien me ha comentado, ahora que estoy en Nueva York, que Trump sería capaz de arrestar al alcalde por excederse llamativamente en sus atribuciones. Sería un show que el autoritario presidente disfrutaría porque sería aplaudido por su clientela.

Presidente y alcalde han fumado, MOMENTÁNEAMENTE, la pipa de la paz (Trump es voluble como muestran sus cambiantes declaraciones sobre Ucrania, un día amables, el siguiente vergonzosamente humillantes) y las frases de ambos al término de la entrevista fueron almibaradas.

Mamdani manifestó que había discrepancias, pero se habían concentrado en los abundantes problemas en los que tenían posiciones convergentes y el presidente no fue menos cortés: «El alcalde va a sorprender a algunos conservadores» y «creo que yo ahora viviría confiado en Nueva York». Dos piropos tal vez fugaces, mañana puede vituperarlo, pero significativos en estos momentos.

Mamdani tendrá problemas para aplicar su ambicioso programa, la gobernadora de Nueva York que es de su partido, muestra conocidas reservas para aprobar ciertas medidas. Eso le hace no querer abrir un frente con Trump, que posee el «arma nuclear»: puede crearle problemas insolubles recortando las subvenciones federales.

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