Columna BioBioChile, 07.03.2025 Samuel Fernández Illanes, abogado (PUC), embajador (r) y académico (U. Central)
Donald Trump sigue siendo objeto de análisis sin una respuesta unánime, tras modificar drásticamente las relaciones internacionales en solo dos meses. Ha desarrollado su programa de campaña, que muchos creyeron similar a su administración anterior, pero no ha sido así.
Apoyado por las instituciones, los republicanos y la ciudadanía, y sin una oposición significativa, Donald Trump ha dictado numerosas órdenes ejecutivas dentro de sus competencias y las ha puesto en práctica.
Las reacciones no se han hecho esperar.
De la sorpresa inicial se ha pasado a las críticas de quienes se oponen a Estados Unidos por razones políticas o a quienes reaccionan con los habituales anticuerpos contra la personalidad de Trump. Estas críticas no han tenido gran efecto, ya que son más declarativas que efectivas, debido a las represalias anunciadas o aplicadas y a la demostración de que está dispuesto a utilizar todo el poderío norteamericano.
El presidente no ha dejado alternativas y ha obtenido resultados a su favor, incluso frente a propuestas inesperadas o impracticables. Se trata de una estrategia negociadora conocida, que, al ser empleada por una gran potencia, logra efectos.
Hay desconcierto entre los aliados tradicionales y en Europa, que intenta unificar posiciones. Siguen apoyando a Ucrania y proponen una tregua. Pese a los fuertes roces, a Zelensky le instan a entenderse y aceptar las condiciones de Trump. Tendrá que ceder y renunciar a la OTAN. Logró que Europa aumentara su presupuesto en defensa, sin precedentes, para disminuir la participación norteamericana y la protección estratégica. Otro tanto en lo económico, para nivelar las balanzas comerciales deficitarias con negociaciones. Las cifras son enormes en ambos casos, y la Unión Europea no cuenta con un gran margen de maniobra.
Con sus vecinos, el panorama es similar. Las relaciones con México y Canadá están marcadas por exigencias particulares, donde la migración irregular, el estricto control fronterizo, las expulsiones y el combate a la delincuencia y el narcotráfico tienen un rol prioritario. Estos son temas sensibles para Trump y cuentan con el respaldo de los electores, según encuestas recientes. Las primeras críticas negativas y altisonantes han dado paso a entendimientos más beneficiosos.
Queda la interrogante: ¿Qué esperar de la era Donald Trump?
Todo indica que Donald Trump busca desarrollar una política internacional de fría objetividad, dada la situación mundial al asumir. Las más grandes potencias, Rusia y China, desafían el orden internacional desde hace tiempo. La tentación de Trump de hacer otro tanto, está presente.
Los más notorios conflictos, como la agresión rusa a Ucrania por tres años, o la respuesta de Israel contra Hamás por año y medio, con un alto al fuego precario, básicamente prosiguen. Sus responsables son los mismos y no ocultan ambiciones territoriales. Hay consecuencias abrumadoras en vidas, destrucción y dinero, más un sistema internacional ineficaz y ninguna solución previsible. Están estancados y los riesgos aumentan.
Así las cosas, Trump decidió un enfoque diferente y abordar las causas. No persistir en acusar a Putin ni en más sanciones. Imponer a Ucrania de una realidad que no podrá revertir para terminar el conflicto. Convencer a la Unión Europea, donde Gran Bretaña y Francia no han logrado resultados, que desista de una ayuda militar a Ucrania, incapaz de detener a Rusia, y obtener algún beneficio, como inversiones en minerales que Putin no atacará.
Donald Trump ha aumentado su ayuda militar a Israel y respalda a su gobierno, sin mostrar mayor interés por el mundo árabe ni por los palestinos. Confía en que dependen de Estados Unidos y prefiere no involucrarse.
Los cambios son radicales, también riesgosos, y sus resultados son inciertos dentro de sus cuatro años de mandato. Además, dependen de las partes involucradas y de sus intereses, en caso de que no coincidan con los de Trump. Aún es imposible saberlo. Habrá que seguirlos de cerca, ya que la interrelación entre las potencias ya no es la misma.