Torrente de inmigrantes

Editorial
El Mercurio, 22.03.2017

Como turistas llegan a trabajar a Chile cientos de haitianos al mes, para luego pedir un permiso de residencia, lo que les da acceso a servicios de salud y beneficios sociales en el país. Según el embajador de Haití en Santiago, sus compatriotas seguirán llegando y serán más de cien mil los inmigrantes de esa nación caribeña que estén instalados en Chile a fines de este año. Para ellos, las pésimas condiciones de vida en la isla son un acicate para emigrar y asentarse donde sean acogidos y encuentren algún empleo, por humilde que sea.

Teniendo en cuenta esa realidad, urge que se tomen decisiones sobre políticas de inmigración con visión de largo plazo -la impostergable modernización del marco jurídico y la institucionalidad a cargo de esta materia-, porque no bastan medidas administrativas para enfrentar contingencias, pues, dadas las condiciones económicas comparativas de Chile, la inmigración desde distintas naciones latinoamericanas será una tendencia de largo plazo y no un fenómeno pasajero.

Según el último Índice de Desarrollo Humano del PNUD -que lideran Noruega, Australia y Suiza-, Chile está en el lugar 38, correspondiente a desarrollo "muy alto"; Haití está en el puesto 163 y es el único país de "desarrollo humano bajo" en la región, una condición que la isla comparte con varios países de África subsahariana y de otros en conflicto, como Yemen o Afganistán.

La isla azotada por catástrofes naturales y con una inestabilidad política endémica, donde las instituciones son débiles y la corrupción ha campeado desde su independencia, presenta una situación social y económica que impide el desarrollo y el progreso, lo cual incita a su población a emigrar, como única opción de huir de la extrema pobreza. La misión militar de la ONU, de la cual Chile ha sido parte activa, contribuyó a estabilizar la situación (impidiendo una guerra civil y disturbios de magnitudes), pero no ha resuelto los problemas de fondo del país, que solo un gobierno local activo y responsable -y la necesaria asistencia internacional- puede encarar.

Ya se ha hecho una forma de vida en Centroamérica y el Caribe salir del país en busca de oportunidades, con la perspectiva de enviar remesas a la familia, las que en casos como Haití, Honduras, Guatemala o El Salvador representan cerca del 15 por ciento del PIB. Muchos de esos migrantes tenían como destino Estados Unidos, pero encontrarán dificultades con las nuevas políticas migratorias de Trump, y mirarán con interés las facilidades que aquí se les ofrecen.

Chile es un atractivo país para asentarse, con pocas trabas a las contrataciones y cuya población, aunque es percibida por algunos como "un poco racista" -según señaló el embajador haitiano-, hasta ahora los ha recibido bien. Comunas de acogida, como Independencia o Quilicura, tienen altos porcentajes de haitianos que gozan de los beneficios de salud y educación, con programas para aprender el idioma y adaptarse a la vida chilena. Así, no debe sorprender que los haitianos cuando llegan ya no lo hacen en tránsito, con la intención de ir a otro país, sino con voluntad de quedarse y de hacer una vida aquí.

 

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