Las lecciones de La Haya

Editorial
El Día, 02.10.2018

Los resultados de los trámites que impulsó el Gobierno boliviano en los tribunales de La Haya no pudieron ser peores, pues pese a la fama que tiene esta máxima instancia judicial de emitir fallos conciliadores, esta vez expresó de forma contundente una respuesta que parece dejar a Bolivia sin alternativas para continuar con sus aspiraciones de un acceso soberano a las costas del Pacífico o buscar, cuando menos, alguna otra alternativa que nos ayude a alcanzar la cualidad marítima.

El régimen boliviano ha ratificado su postura de que sin importar la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), seguirá insistiendo en la demanda marítima, hecho que sin duda alguna debe suceder y que corresponde a todo ciudadano consciente de la injusticia que se cometió en 1879 con la invasión y la usurpación chilenas.

Sin embargo, La Haya nos ha dado una lección muy importante a los bolivianos. Nos ha dicho que hemos hecho todo mal en los 139 años que venimos reclamando el mar perdido. Empezando por el grave error de aquel Tratado de 1904, equivocación que debemos asumir como Estado y no abordarla con el trillado argumento de la victimización.

En todo este tiempo, nuestros líderes le han mentido al pueblo, contándole historias heroicas de los grandes esfuerzos que hicieron para convencer a los chilenos, cuando en realidad sabemos que todo fue producto de la improvisación, de angurrias electorales, de tácticas de distracción y de la búsqueda de mantener unida a la población en circunstancias difíciles para los políticos, cuando éstos han agotado todas sus estrategias demagógicas.

Precisamente La Haya nos ha dicho que los principales esfuerzos realizados, entre ellos el famoso “Abrazo de Charaña” o la “Agenda de 13 puntos”, no fueron más que iniciativas políticas que no han dejado ninguna consecuencia jurídica de la que podamos agarrarnos para obligar a Chile a sentarse a la mesa de negociaciones. En definitiva, todo este accionar estéril que hizo Bolivia en tanto tiempo y que vino a coronarse con la demanda ante la CIJ, no hace más que reforzar la soberbia de Chile y su sistemática postura negativa.

El Gobierno actual debe asumir el error de haber inflado al extremo las expectativas de los bolivianos, con el único fin de llevar agua al molino de la reelección del presidente Morales. Toda la demanda y la actitud adoptada frente a Chile fueron estructuradas en función de las aspiraciones políticas del oficialismo, que a partir de sus intenciones de violar la Constitución y la voluntad popular expresada en un referéndum, ha perdido la legitimidad para diagramar el futuro de la demanda marítima.

Bolivia debe seguir insistiendo en el diálogo, en su demanda y jamás perder la esperanza. En su momento, Evo Morales fue el mejor interlocutor para la búsqueda de una respuesta chilena. Lamentablemente ya perdió esa cualidad por privilegiar su interés personal por encima del bien nacional. El futuro de la demanda marítima les pertenece a los bolivianos decididos a respetar la ley y la democracia.

No hay comentarios

Agregar comentario