Columna Realidad y Perspectivas, N*138 (agosto 2025) Milos Alcalay, embajador ®, exviceministro de RR.EE. y encargado internacional de Corina Machado
Después de actuar en diferentes regiones del mundo, ahora Donald Trump se dirige hacia América Latina. La movilización de fuerzas navales norteamericanas en el Caribe ejerce una presión directa contra el régimen “bolivariano”, que durante décadas ha exportado una “revolución antinorteamericana” y antidemocrática al usurpar el poder tras la aplastante derrota del 28 de julio de 2024. Las declaraciones, sanciones y pronunciamientos exigiéndole al régimen cumplir sus compromisos de rechazo al terrorismo, al narcotráfico y a la corrupción, no han sido acatadas.
A su vez, los países del ALBA viven su ocaso. Los seguidores del Socialismo del Siglo XXI, con el Foro de Sao Paulo a la cabeza, han sido desplazados del poder en Bolivia, Ecuador o Argentina. En el caso venezolano han decidido mantenerse ilegítimamente en el poder, siguiendo la posición totalitaria de países como Cuba y Nicaragua.
La confrontación de la megalomanía chavista contra los Estados Unidos ha sido constante tanto contra gobiernos demócratas como republicanos, mientras que paralelamente siempre ha estado dispuesto a abrirle las puertas a enemigos declarados como Hamas, Hezbolá, FARC, Irán, a quienes les ha otorgado pasaportes falsos y todo tipo de facilidades para su expansión en la región. Sus “relaciones estratégicas” con China y Rusia constituyen una provocación permanente al promover la presencia de potencias extra regionales. Se suma a ello su papel en la inmigración ilegal, a través de la promoción de fuerzas delictivas como el Tren de Aragua, erigidas en factor de desestabilización.
Pero lo más grave, ha sido constituirse en trampolín para el tráfico ilícito de drogas, que constituye un riesgo para la Seguridad Nacional de Estados Unidos y de la Región, y una fuente de ingresos delictivos. Al colocar al Cartel de los Soles –generales venezolanos vinculados al narcotráfico– en la lista de organizaciones terroristas, ubica de manera directa a integrantes del Alto Mando Militar que apoyan la permanencia ilegal de Maduro en el Poder. Por ahora Washington muestra el garrote desplegando los más sofisticados equipos de tecnología militar. La posición de los países limítrofes de Venezuela en el Caribe ha dado su respaldo a la presencia naval contra el narcotráfico. Las Antillas Neerlandesas siguen de cerca la presencia militar contra el narcotráfico, mientras que países vecinos como Trinidad, Guyana, Jamaica, Guadalupe, Martinica (el Ministro de Ultramar de Francia) y Puerto Rico (USA) apoyan el despliegue.
Las fuerzas democráticas venezolanas no deben volver a caer en el juego de las “negociaciones” tramposas.
Los aliados latinoamericanos de Estados Unidos se pronuncian a favor de las medidas como en el caso de Argentina, Ecuador, Paraguay, Perú, República Dominicana, El Salvador y otros, mientras que países cercanos del chavismo como Brasil han afirmado no reconocer a Maduro como presidente legítimo tal como aseveró el excanciller Amorim, El ministro de Defensa colombiano ha dado su apoyo expreso a la lucha contra el narcotráfico.
Si bien muchos analistas descartan la intervención directa en suelo venezolano, lo cierto es que la transición aparece como irreversible. Pero ésta debe ser asumida por las fuerzas democráticas venezolanas que no deben volver a caer en el juego de las “negociaciones” tramposas, que solo sirvieron para oxigenar al régimen. Cualquier fórmula que no sea la de apoyar la alternativa de la valiente oposición clandestina de María Corina Machado y del triunfo de Edmundo González, sería favorecer un cambio a lo “gatopardo”. Cambiar para que todo siga igual.