Hacia una política exterior con perspectiva de envejecimiento

Columna
 El Líbero, 18.11.2025
 José Luis Balmaceda, embajador (r) y presidente Fundación Sinergia Humanitaria

La política exterior es, ante todo, una política de Estado. Su misión esencial es representar y resguardar los intereses permanentes de la nación, contribuyendo a su desarrollo integral, seguridad y proyección internacional. Para Chile, país abierto e insertado en el mundo, esto se traduce en una acción sostenida para fortalecer el Estado de derecho internacional, cumplir y promover los tratados, consolidar la democracia y los derechos humanos, profundizar el multilateralismo, construir alianzas estratégicas y fomentar la cooperación y el comercio. A ello se suma un compromiso ineludible con el desarrollo sostenible: protección del medio ambiente y los océanos, acción climática, transición justa e incorporación responsable de la innovación tecnológica.

En este marco, emergen desafíos globales que demandan visión estratégica y coordinación de largo plazo. Entre ellos, el envejecimiento poblacional -que redefine las bases del desarrollo económico, social y territorial- se ha transformado en una dimensión prioritaria para los países del siglo XXI. En 2050, cerca de un tercio de la población chilena tendrá 60 años o más. No es una contingencia, sino una transición estructural: la longevidad llegó para quedarse.

Integrar la perspectiva del envejecimiento en la política exterior no es un gesto asistencialista. Es una decisión estratégica alineada con el interés nacional y con la necesidad de anticipar el futuro demográfico, tecnológico y social del país.

La longevidad como oportunidad nacional y diplomática
La “revolución silenciosa” descrita por Kofi Annan avanza junto a fenómenos globales que tensionan sistemas públicos y modelos de desarrollo: migración, informalidad laboral, crisis climática, feminización de los cuidados, digitalización acelerada y conflictos geopolíticos. La longevidad se cruza con todos ellos y exige respuestas integradas.

Chile enfrenta desafíos internos relevantes: un sistema de cuidados con dificultades en su articulación, debilidad institucional relacionada al trabajo intersectorial del envejecimiento, bajas coberturas en prestaciones de salud geriátrica, precariedad económica en la vejez, soledad no deseada y brechas digitales y territoriales. Pero también cuenta con fortalezas: estabilidad institucional, capacidades técnicas, experiencia comparada y credenciales internacionales. El desafío es actuar ahora, con una mirada de Estado.

Chile en el escenario internacional: capital político y trayectoria
Chile ha sido actor clave en la agenda internacional de envejecimiento, con hitos como:

  • Impulso a la Convención Interamericana sobre los Derechos de las Personas Mayores (2015).
  • Lanzamiento regional de la Década del Envejecimiento Saludable (2020–2030) junto a CEPAL y OMS.
  • Liderazgo en la promoción de un tratado global para los derechos de las personas mayores.
  • Reconocimiento de Senama por la OMS como organismo afiliado a la Red de Ciudades Amigables (2022).
  • Presidencia de la V Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento (2022–2026).
  • Acuerdos estratégicos con España, Finlandia, Japón, Suecia, Singapur, Bélgica y México.
  • Este recorrido entrega credibilidad y una plataforma privilegiada para proyectar liderazgo.

Cancillería como puente estratégico para la cooperación
Además de su participación activa en los foros multilaterales, que demandará una agenda futura aún más robusta y estratégica, Cancillería cumple un rol decisivo como articuladora de cooperación internacional en materia de envejecimiento, actuando como puente entre las capacidades nacionales y las mejores prácticas globales. Chile ya ha avanzado en la construcción de una red de colaboración con países líderes en políticas de longevidad, cuidados, tecnología para la autonomía y protección social -incluyendo España, Finlandia, Japón, Suecia, Singapur, Bélgica y México-, lo que ha permitido intercambiar experiencias, modelos de financiamiento, innovación en cuidados y soluciones tecnológicas aplicadas al envejecimiento saludable. Este acervo diplomático y técnico no sólo refuerza nuestro liderazgo, sino que posiciona a Chile como un hub de cooperación en envejecimiento en la región, facilitando transferencia de conocimiento, formación de especialistas, desarrollo de proyectos piloto y aprendizajes que fortalecen capacidades internas y acompañan a otros países en su transición demográfica.

Cuatro pilares para una diplomacia social del envejecimiento
1. Cuidados y protección social: Fortalecer la cooperación para sistemas integrales de cuidados, prevención de soledad y seguros sociales.
2. Tecnología y autonomía: Impulsar alianzas en innovación digital, inteligencia artificial, telesalud y dispositivos para vida independiente.
3. Cohesión e integración social: Desarrollar iniciativas de convivencia intergeneracional, viviendas colaborativas y redes comunitarias anti-soledad.
4. Longevidad saludable: Fortalecer la Red de Ciudades Amigables, fomentar empleabilidad sénior y formación continua.

Recomendaciones para una hoja de ruta de Estado
1. Incluir explícitamente el envejecimiento en la Política Exterior y la planificación presupuestaria.
2. Reforzar el liderazgo en foros multilaterales y avanzar hacia un tratado global vinculante.
3. Crear una Unidad Interministerial de Diplomacia Social del Envejecimiento.
4. ⁠Reforzar la cooperación Sur–Sur y triangular.
5. Desarrollar una narrativa-país de envejecimiento como motor de desarrollo.
6. Liderar una agenda global sobre alfabetización digital inclusiva para personas mayores.

Conclusión: el momento es ahora
Chile tiene capital político, técnico y diplomático para convertir el envejecimiento en un motor de cohesión social, innovación e inserción internacional de alto valor estratégico. La política exterior puede -y debe- ser un eje articulador para este propósito.

La longevidad no es un desafío por gestionar: es una oportunidad para liderar. Y el liderazgo comienza cuando un país decide anticipar el futuro.

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