Comunistas que no creen en el comunismo

Columna
El Líbero, 15.07.2025
Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP

Durante la campaña electoral de 2025, muchos comunistas chilenos dirán que ellos en realidad no son comunistas o que criticar al comunismo por lo que cree y por lo que ha hecho es una inaceptable muestra de intolerancia.

Si vamos a tomar en serio lo que dice la candidata del Partido Comunista, Jeannette Jara, y los miembros de su círculo cercano, tendremos que concluir que los militantes del Partido Comunista ya no creen en el comunismo. Pero como aquellos que dejan de creer en los preceptos de una ideología normalmente optan por explicitar que ya no se identifican con esa ideología, lo más razonable es concluir que Jara y su politburó -que orgullosamente siguen llevando la chapa comunista- mienten. De llegar a la presidencia, Jara buscará avanzar la lucha de clases, la abolición de la propiedad privada, y la dictadura del proletariado. Si los lectores creen que esta advertencia parece demasiado exagerada y caricaturesca, me remito a recordar que, 36 años después de la caída del muro, Jeannette Jara sigue militando en el Partido Comunista de Chile, una organización que, en su propia declaración de principios, afirma que su visión de sociedad “se sustenta en las concepciones de Marx, Engels, Lenin, Recabarren”.

Consideremos como posible, por un momento, la afirmación de que los comunistas chilenos ya no creen en el comunismo. Esto es, supongamos que los comunistas chilenos de pronto han decidido, milagrosamente, creer en la propiedad privada y que han dejado de creer que el capitalismo explota a los trabajadores.  Si los comunistas chilenos efectivamente ya no comparten la forma en que el comunismo entiende a la sociedad, lo más lógico sería que los comunistas chilenos dejaran de ser comunistas y se identificaran con otras formas de entender el mundo—como la Socialdemocracia o el liberalismo.

Entre fines de los 80 y mediados de los 90, miles de comunistas chilenos optaron por renunciar al Partido Comunista precisamente porque ellos dejaron de comulgar con las ideas del partido y con la forma como el comunismo entiende el mundo. La caída del muro de Berlín y la derrota de los comunismos reales -los países mal llamados socialistas que estaban tras la cortina de hierro- constituyeron una realidad tan evidente e innegable que muchas personas que otrora habían abrazado esa ideología simplemente optaron por hacer lo que toda persona sensata hace: cuando hay evidencia que demuestra que estabas equivocado, actualizas tus creencias a partir de la incuestionable evidencia. En Chile abundan todavía las personas que, habiendo sido fervientes defensores del comunismo, ahora tienen otras formas de entender el mundo.

Pero los militantes que permanecieron en el Partido Comunista -como Jeannette Jara-incluso después de la caída del muro de Berlín y de la aplastante e inapelable derrota de los socialismos reales a fines de los 80 y comienzos de los 90, lo hicieron precisamente porque seguían creyendo en la forma en que el marxismo entiende la historia y las sociedades actuales. Todos aquellos que optaron por permanecer en el partido -y que siguen militando hoy- siguen creyendo en la lucha de clases, la abolición de la propiedad privada, e incluso en la dictadura del proletariado. Es cierto que tal vez no lo quieran reconocer o que, cuando se les pregunta directamente, evitan responder de forma simple y directa. Jeannette Jara, por ejemplo, gusta de decir que ella es la candidata de una coalición amplia de centroizquierda. Pero Jara probablemente no va a reconocer públicamente que, en su ideal de sociedad, no debiera existir ni el capitalismo ni la propiedad privada. Lo cree, pero no se atreve a decirlo. Tal vez no lo dice porque sabe que, si lo dice, se desvanece la narrativa de que su candidatura es una especie de mala copia de lo que fue Michelle Bachelet en 2005. Pero mientras la Bachelet de 2005 defendía el modelo socialdemócrata, la candidatura de Jara en 2025 abiertamente busca ‘superar’ el capitalismo. Nótese que, dado que el comunismo falló rotundamente en establecer un modelo de sociedad basado en el Estado como el motor de la actividad económica, ahora los comunistas solo hablan de ‘superar’ el capitalismo sin molestarse en explicitar qué tipo de modelo buscan imponer.

Los militantes actuales del Partido Comunista siguen orgullosamente declarando que entienden el mundo desde la perspectiva marxista. Eso debiera ser razón más que suficiente para dudar de las afirmaciones que circulan alegando que el Partido Comunista de Chile, por su historia y trayectoria, no puede ser clasificado como un partido comunista más en el mundo. Según esas afirmaciones, el Partido Comunista de Chile sería cualquier cosa, menos comunista. Pero aún si los comunistas chilenos son convencidos defensores de la democracia y rechazan las brutalidades que ha cometido el comunismo en el resto del mundo, resulta difícil entender por qué siguen identificándose como comunistas. Es como si hubiera un partido nazi en Chile que dice rechazar las atrocidades del nacismo alemán, pero igual insiste en llamarse Partido Nacional Socialista. El hecho que sean chilenos no los exculpa de la responsabilidad que implica llevar el nombre de una ideología que ha hecho tanto daño al mundo.

Durante la campaña electoral de 2025, muchos comunistas chilenos dirán que ellos en realidad no son comunistas o que criticar al comunismo por lo que cree y por lo que ha hecho es una inaceptable muestra de intolerancia. Al victimizarse, los comunistas intentarán confundir al electorado y pretender que la ideología que ha victimizado a millones en el mundo mágicamente no tendrá los mismos nefastos efectos en Chile en caso de llegar al poder en marzo de 2026.

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