Columna Realidad y Perspectivas, N* 136 (junio 2025) Milos Alcalay, embajador ® y exviceministro venezolano de RREE
La historia presenta múltiples ejemplos de regímenes totalitarios que han asumido actitudes nacionalistas para justificar el uso, o la amenaza del uso de la fuerza, para determinar nuevas fronteras. Para evitar que el intervencionismo militar, electoral o político defina los límites de un país, el Derecho Internacional ha establecido principios rígidos que prohíben alterar el equilibrio geopolítico unilateralmente.
La reacción nacional e internacional ante la realización de unas elecciones en Territorio Esequibo convocadas por la Administración de Maduro ha sido denunciada por la Comunidad del Caribe (CARICOM), la Corte Internacional de Justicia y varios gobiernos quienes hicieron llamados para que el Estado venezolano se abstuviera de realizarlas.
Estos llamados a la sensatez no fueron escuchados por el régimen chavista, quien optó el 25 de mayo realizar elecciones. El Consejo Nacional Electoral proclamó al Almirante Neil Villamizar como gobernador del Territorio Esequibo, quien desde la población de Tumeremo –en territorio venezolano– determinará los pasos administrativos y gubernamentales de los 160.000 kilómetros cuadrados de ese territorio en disputa. Junto a los otros 16 representantes parlamentarios “esequibanos” electos (8 diputados principales y 8 diputados suplentes) crean un precedente muy peligroso.
Un analista preocupado por este tipo de decisiones se pregunta: ¿Qué ocurriría, si en un futuro delirio “electoral”, el nuevo nacionalismo decide unilateralmente corregir mapas del pasado para convocar elecciones en Curazao? ¿O en la Guajira? ¿O en Trinidad y Tobago? ¿O en Roraima en la frontera brasileña? Inaceptable por supuesto.
El diplomático chileno, Fernando Schmidt, en su excelente artículo sobre las elecciones venezolanas, destaca la amenaza electoral del gobierno de Maduro al convocar elecciones en el Territorio Esequibo para elegir autoridades:
“De continuar con la imposición de estas elecciones, crearía un precedente muy grave a nivel internacional. Es como si Bolivia, basándose en su propia Constitución, creara el departamento marítimo, y celebrara elecciones legislativas en las que participaran algunos pueblos fronterizos con Chile para definir autoridades ejecutivas y legislativas regionales y nacionales. Ello crearía una situación inaceptable para Chile y la analogía puede convertirse en una realidad si no reaccionamos ante el precedente venezolano”.
El jurista Caribeño Robert Sanders evalúa estas “elecciones” de manera crítica al señalar: “Las elecciones realizadas fuera de la jurisdicción (de un Estado) no confieren legitimidad, sino que invitan al conflicto”. Luego concluye que “las fronteras no pueden ser redibujadas en virtud de decretos internos, y (de hacerlo) ningún estado se encuentra libre de responsabilidad legal”.
Asdrúbal Aguiar, secretario general de IDEA que reúne a destacados expresidentes de América Latina, al denunciar el proceso electoral del Esequibo afirma: “la dictadura trabaja aceleradamente para imaginar sus otras tretas o espectáculos como este de la Gobernación del Esequibo en el teatro del absurdo y la mentira”. El tema del Esequibo está en manos de la Corte Internacional de Justicia. Ese es el camino de la legalidad y del cumplimiento del orden jurídico internacional. Esperemos que su sentencia se acate por ambas partes y, con ello, se ponga fin a casi un siglo y medio de controversias.