Nacido en 1978, en Krivói Rog (centro-sur de Ucrania), el joven comediante, empresario, y político Volodímir O. Zelenski es presidente de su país desde 2019, así como una figura muy popular por su defensa ante la agresión de Rusia.
Vivió gran parte de su juventud junto a sus padres en Magnolia, región fronteriza con Rusia. Creció en el seno de una familia “judía soviética”, como la describió una vez, “no demasiado religiosa, en un régimen en el que la religión estaba reprimida”. En esa región, se utilizaba más el ruso que el ucraniano. El hecho de que el ucraniano no haya sido su idioma natal principal se convirtió en uno de sus mayores inconvenientes para llegar a la presidencia. Más tarde, su padre Oleksandr, Zelenski dirigirá un departamento de cibernética y hardware informático en el Instituto de Economía de Krivói Rog, mientras que su madre Rimma Zelenska trabajaba como ingeniera. Está casado desde 2003 con una arquitecta y guionista, llamada Olena Zelenska (44), a quien conoció en la escuela y con quien creció en un ambiente de habla rusa. Con ella, tiene dos hijos: Oleksandra y Kiril.
Su papel protagónico en la serie de ficción “El Servidor del Pueblo”, donde interpretó a un profesor de historia devenido en presidente de su país, lo catapultó a la verdadera presidencia de Ucrania en guerra con Rusia.
Si bien es Licenciado en Derecho, nunca ejerció la abogacía, pues siempre quiso ser actor. En la práctica, se hizo conocido como comediante y como productor de sus propios papeles (Kvartal 95). Fue tal la simpatía que generó que, junto a su productora, decidió montar un partido político en la vida real, el cual llevó el mismo nombre de la serie.
Para su campaña presidencial se centró en las redes sociales, donde los usuarios compartieron imágenes de su carrera artística. Siguiendo la línea de esta estrategia, casi no realizó actos masivos. Su discurso se centró en asegurar a los ciudadanos que no se trataba ni de un “socio corrupto de Occidente” ni del “hermano menor de Rusia”. “Sin promesas, no hay decepción”, llegó a afirmar en uno de sus mensajes. También se mostró comprometido a enfrentar la corrupción y acabar con el conflicto con los separatistas del Este, que había comenzado en 2014. El éxito electoral fue indiscutible, ya que el actor recibió 73,22 por ciento de los votos en segunda vuelta en 2019 contra Petro Poroshenko.
Durante sus primeros años de gestión, su popularidad cayó abruptamente (40% de aprobación). La pandemia, así como problemas económicos y de corrupción insolubles fueron su mayor causa. Aun así, no bien llegara al poder, manifestó su intención de entablar relaciones con Rusia. Y, llegó a tener una conversación telefónica con Putin -algo que sus predecesores no habían logrado- en la que acordaron un intercambio de prisioneros. Si bien se lograron algunos acercamientos y se aprobaron medidas para implementar partes de un proceso de paz, conocido como los acuerdos de Minsk, estos nunca se cumplieron. Por otra parte, gran polémica causó en su país el anuncio de una norma que le daría al Gobierno nacional control sobre el Tribunal Constitucional. También su propuesta de “desoligarquización”, que apuntaba a limitar la influencia de los más enriquecidos de Ucrania y prohibía la financiación a partidos políticos.
Pero la situación política de Zelenski cambió dramáticamente cuando el 24 de febrero de 2022 Vladimir Putin anunció el inicio de una “operación militar especial” contra Ucrania, poco después de reconocer la independencia de las regiones separatistas del Este, autoproclamadas Donetsk y Lugansk.
Desde el inicio de la guerra, Zelenski se negó a abandonar la capital Kiev, llamó a sus conciudadanos a resistir la invasión rusa, hizo un pedido dramático a sus aliados de Occidente de que no lo abandonaran, envió una delegación a Bielorrusia a negociar con Rusia un cese de fuego, pidió la mediación de China e instó a la Unión Europea a que incorporase a Ucrania como miembro pleno. Incluso, en una llamada con el presidente Joe Biden, éste le ofreció ayuda en caso de que tuviera que marcharse. "Necesito munición, no un viaje", dijo al respecto. En uno de sus últimos mensajes, su esposa Olena aseguró sobre el conflicto militar: "Mi gente querida, ucranianos. No tengo miedo ni lágrimas, mis hijos me miran, estoy con ellos y con vosotros, y al lado de mi marido".
La popularidad posterior del presidente de Ucrania (91% de aprobación) responde a su imagen de hombre corriente y humilde, alimentada por años de su popular espectáculo de sátira política, en un país con récord de desconfianza en el Gobierno, pero que en la guerra contra Rusia ha demostrado también gran coraje y ser un tremendo comunicador. Zelenski consiguió movilizar a los ucranianos, a los europeos y a la opinión pública mundial para hacer más de lo que parecía esperable.
Para entender la ideología del partido de Zelenski, hay que entender que no se pueden aplicar los mismos ejes de izquierda y derecha prevaleciente en los países del Este de Europa para hacer equivalencias con partidos en países de Occidente. Zelenski claramente no es de derechas y tampoco es un nacionalista. Tiene un discurso más cívico, como hablar de unir a los ucranianos sin importar qué lengua hablan o dónde viven”. Explica que la ficción de “nazismo” que ha utilizado Vladímir Putin para invadir Ucrania es “completamente absurda”, empezando por el hecho de que los partidos de extrema derecha ni entraron en el Parlamento ucraniano y no tienen ni remotamente el peso de movimientos similares en otros países europeos. Durante el Gobierno de Zelenski, se ha perseguido judicialmente al principal grupo radical de extrema derecha y su líder está en la cárcel.
El partido de Zelenski se considera euro-atlantista, que aboga por la incorporación de Ucrania a la UE y a la OTAN. Puede ser que el costo de la paz con Rusia sea un compromiso de no ingresar a esta última alianza militar. Asimismo, aprovechando su ruso nativo, Zelenski, a menudo se dirige a los ciudadanos rusos y bielorrusos, pidiendo que protesten contra sus gobiernos y apelando a sus raíces comunes para que no agredan a los ucranianos. Sus tuits a los líderes mundiales también han tenido impacto, igual que sus llamadas, sin interrupción, desde la invasión. La apelación dramática al Consejo Europeo unas horas después de la invasión tuvo el efecto deseado. Entonces dijo: “Esta puede ser la última vez que me veáis con vida”.