Columna El Líbero, 25.08.2025 Vanessa Kaiser, PhD en Filosofía y en Ciencia Política
La semana pasada los bolivianos y venezolanos tuvieron buenas noticias. Mientras en Bolivia el Movimiento Al Socialismo (MAS), partido oficialista de Evo Morales, quedó fuera de la segunda vuelta, Trump decidió pasar a la ofensiva en lo que pareciera ser una decisión política de marca mayor: terminar con la narco dictadura de Maduro y devolver a los venezolanos la esperanza de recuperar su patria. Aunque no se haya dicho de manera explícita, quedan pocas dudas cuando tenemos a la vista las declaraciones del subsecretario de Estado de EE.UU., Christopher Landau, quien arremetió contra Diosdado Cabello, diputado de la Asamblea Nacional y segundo hombre más importante del régimen, en redes:
“Usted y su pandilla de criminales han destrozado su patria como pocas veces en la historia humana se ha destrozado a un gran país. Las elecciones del año pasado y el tsunami de migración al exterior demuestran claramente para el mundo entero el repudio absoluto de su propio pueblo”.
¿Es posible soñar con el fin del socialismo del siglo XXI que tanto daño ha hecho a Latinoamérica desde su propagación castrochavista a fines de los ‘90? Y, ¿cuáles serían las consecuencias para nuestro país?
La ofensiva de Trump en las costas del mar Caribe consta de una avanzada de seis buques destructores equipados con sistemas de misiles, aviones espía, un submarino y más de 4.500 soldados listos para el desembarque y operaciones terrestres. Hablamos del operativo militar más grande que EE.UU. ha realizado en la región desde la invasión a Panamá en 1989. Si analizamos los pasos previos al despliegue, observamos que la fórmula de Trump ha sido cuidadosamente planeada. Recién llegado a la Casa Blanca tipificó como terroristas al Cartel de los Soles, al Cartel de Sinaloa y al Cartel de Aragua. Es lo que debe hacer el próximo presidente de Chile incluyendo a los grupos etnomarxistas que operan en el sur y que, desde 1997, se han dedicado a aterrorizar y asesinar personas, quemar maquinaria y desarrollar una serie de actividades ilícitas, desde el robo de madera, el cultivo y tráfico de drogas, hasta la extorsión de agricultores y la usurpación de predios productivos que luego abandonan a su suerte.
¿Por qué es tan importante ese primer paso? Trump lo tiene claro: una vez que las organizaciones criminales son declaradas terroristas se consideran enemigas de la seguridad nacional y, por ende, se les puede combatir con el Ejército y no solo la policía. Otra decisión importante fue poner precio a la cabeza de Maduro (US$50 millones) y a Diosdado Cabello (US$25 millones). Estamos ante una señal política fundamental, pues indica con nombre y apellido a los enemigos de la guerra que se está librando en contra del narcotráfico. Es en este contexto que Trump autoriza el envío de tropas federales sin necesidad del visto bueno del Congreso. ¿Tiranía? ¿Dictadura? ¿Despotismo? No, ninguna de las anteriores. Estamos ante una estrategia de defensa de los ciudadanos norteamericanos que escogieron democráticamente ser salvados de la inmigración ilegal y del crimen organizado. Ambos flagelos tienen hoy en día una de sus bases más importantes en Venezuela, gobernada por el Cartel de los Soles, y afecta no solo a los norteamericanos sino a todo el Cono Sur, especialmente a nuestro país. ¿Cuáles son las consecuencias que implica la decisión de Trump?
En primer lugar, arriesga ser juzgado por tribunales internacionales dado que para la izquierda globalista solo los Estados son violadores de DD.HH. ¿Le parece lógico? ¿O sea que el tren de Aragua no viola los DDHH? No; para la izquierda los criminales solo cometen crímenes y, por supuesto, no son de lesa humanidad. Karinna Fernández, experta en DD.HH. entrevistada por radio Bío-Bío explica el asunto:
“Es decir, puede haber agresión a los derechos humanos por parte de terceros actores, que es como denominamos a los actores no estatales, pero eso no es constitutivo de una violación de derechos humanos. Lo más probable es que eso sea constitutivo de un delito como el homicidio u otros”.
¿Qué le parece la coherencia y lógica de la abogada? El principio de que solo los Estados violan DD.HH. ha dado una victoria imbatible a la extrema izquierda aliada con terroristas y el crimen organizado. Es bajo dicha perspectiva jurídica que se ha perseguido a los carabineros tras el golpe de estado octubrista y no solo se retiraron las querellas del gobierno anterior y se indultó a los miembros de la primera línea, sino que, en el colmo del descaro, se les otorgaron pensiones de gracia. También es bajo dicha premisa -solo los agentes estatales violan los DD.HH.- que neutralizan la capacidad de los Estados de defenderse de la violencia desplegada por los tentáculos del socialismo del siglo XXI. De ahí que una de las primeras medidas del próximo gobierno en nuestro país deba ser avanzar legislación que proteja los DD.HH. de los miembros de nuestras FF.AA. y de Orden, además de realizar una revisión exhaustiva de los tratados internacionales que violen el principio de igualdad ante la ley. ¿Cuáles serán las consecuencias para Chile si Trump logra derrocar a Maduro y asfixiar el socialismo del siglo XXI en la región?
En el corto plazo, legitimar su fórmula de ataque al crimen organizado, reactivar a las FF.AA. en su rol de garantes de la seguridad nacional, cortar el financiamiento de políticos afines al régimen madurista, abrir las puertas a una depuración de las instituciones estatales, sobre todo el Poder Judicial y el Congreso, que estén capturadas o influenciadas por la narcopolítica. Para Chile sería una gran noticia, puesto que facilitaría el restablecimiento del imperio de la ley, la persecución de las organizaciones vinculadas al crimen organizado y la divulgación de la verdad histórica sobre lo sucedido desde el 18-O en adelante.
En el largo plazo, podríamos consolidar nuestro régimen democrático, dejando fuera del juego a los partidos que apoyan la violencia como método de acción política. Una vez debilitados hasta su extinción podríamos recuperar de sus garras la educación y todo tipo de organizaciones, desde la CUT al Colegio Médico. ¿No le parece un sueño? ¡Podríamos al fin afirmar nuestro camino al desarrollo! Sin embargo, la piedra que carga Sísifo volverá a rodar una y otra vez mientras el mundo no se decida a terminar con la miseria y esclavitud del pueblo cubano. Es en esa pequeña isla donde anida el cáncer que corroe las venas de Latinoamérica, arrasando con la esperanza y anhelo de millones de personas que solo quieren vivir en paz y tener la posibilidad de salir adelante. Lo mismo sueñan nuestros compatriotas en el sur de Chile, donde el Estado no solo no los protege, sino además les cobra contribuciones por propiedades usurpadas, destruyendo sus vidas, quebrando sus ánimos y sembrando la peor de las injusticias.

