Historia del embajador chileno que enfrentó a la URSS (y triunfó)

Reseña de libro
La Tercera (Culto), 15.05.2024
Constanza Moncada M.
  • Un embajador chileno contra Stalin: Luis David Cruz Ocampo” de Cristián Medina y Erna Ulloa, Editorial Universidad de Concepción (2023)

'Un embajador chileno contra Stalin: Luis David Cruz Ocampo' es el título del libro que relata las tensiones que vivió el embajador chileno durante su estancia en la URSS. El matrimonio de su hijo con una ciudadana soviética y un decreto inesperado, dieron un vuelco a la vida del chileno, quien movió cielo, mar y tierra para rescatar a su hijo y a su nuera de las garras del estalinismo. Erna Ulloa, coautora del texto, revela a Culto (suplemento de La Tercera) detalles de esta vibrante historia.

Cuando se acercaba el fin de la Segunda Guerra Mundial, Luis David Cruz Ocampo fue enviado a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS) para abrir la embajada chilena en ese territorio. En medio de tiempos convulsos, el abogado oriundo de Concepción armó sus maletas y, junto a su esposa Amelia López de Heredia y sus cuatro hijos, emprendió rumbo a Moscú. Sin embargo, sus labores diplomáticas se verían atravesadas por la historia de amor de su hijo, Álvaro Cruz López de Heredia, quien contrajo matrimonio con la ciudadana soviética Lidia Leissina.

A pesar de que Cruz Ocampo no era un político, fue elegido para la diplomacia por su vasto conocimiento en derecho internacional y su amplia trayectoria en la vida académica y cultural. El abogado fue uno de los miembros fundadores de la Universidad de Concepción en 1919 y de la revista Atenea, donde escribieron destacados escritores como Pablo Neruda, Margarita Aguirre, Gonzalo Rojas y Amanda Labarca.

La Biblioteca Central del Campus Concepción de dicha casa de estudios lleva su nombre y su historia diplomática es inmortalizada en el libro Un embajador chileno contra Stalin: Luis David Cruz Ocampo, escrito por Cristián Medina, doctor en historia y académico de la Universidad San Sebastián (Concepción), y Erna Ulloa, doctora en historia y Vicedecana de la Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC).

Acá se dio la tormenta perfecta”, dice la coautora sobre la trepidante historia del embajador en tierras soviéticas. En conversación con Culto, revela los detalles que dan vida al que fue uno de los escándalos diplomáticos de la época, que incluyó a personajes como Josef Stalin y Juan Domingo Perón.

Embajador chileno en Moscú
Durante el gobierno de Juan Antonio Ríos, en 1944, Luis Cruz Ocampo “es nombrado embajador en el Vaticano. Él llega en un periodo súper complejo, en términos de guerra. Estando allí, el gobierno chileno comienza a reanudar relaciones consulares con la Unión Soviética, que era una de las grandes potencias del momento. Después de la muerte del presidente, Gabriel González Videla le solicita que se vaya a Moscú, para abrir la embajada chilena en ese país en junio 1946”, comienza relatando Erna Ulloa.

Recordemos que la Segunda Guerra Mundial se extendió desde 1939 a 1945, y enfrentó a potencias como Estados Unidos y la URSS contra el nazismo alemán. “Cruz Ocampo llega a un régimen estalinista, con Josef Stalin gobernando la URSS, por lo tanto, se encuentra en un minuto bastante álgido políticamente, pero en donde Chile, paralelamente, estaba teniendo muy buenas relaciones diplomáticas”, explica la académica.

Debido a las consecuencias de la guerra, varios de los embajadores y sus familias se hospedaban y realizaban sus labores en el Hotel Nacional en Moscú, ante la falta de infraestructura para casas particulares u oficinas. Es ahí donde Álvaro Cruz López de Heredia, hijo mayor del embajador chileno, se enamora de Lidia Leissina, la institutriz de los hijos del embajador italiano. “Era una mujer preciosa y muy culta. Ellos se casan a fines de 1946 y fue motivo de alegría. Nada iba a presagiar el conflicto diplomático en que se iba a transformar”, dice Erna Ulloa.

Fallida luna de miel
El novio pensó que sería una gran idea pasar la luna de miel en Chile, así que la pareja comenzó los preparativos para el viaje. No obstante, los funcionarios del Comisariato de Relaciones Exteriores de la URSS no permitieron la salida de Lida Liessina.

Además, en febrero de 1947, el régimen soviético estableció un decreto que prohibió los matrimonios entre ciudadanos de la URSS —en especial mujeres— con extranjeros, con efecto retroactivo. De hacerlo serían considerados traidores a la patria”, explica la coautora de Un embajador chileno contra Stalin: Luis David Cruz Ocampo.

Tras una serie de reuniones, la negativa se mantuvo, a pesar de la inmunidad diplomática que poseía él y, por extensión, su familia. Al otro lado del océano, el entonces presidente de Chile, Gabriel González Videla, rompió relaciones con la Unión Soviética en 1947, hecho que devino al año siguiente en la promulgación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, conocida como Ley Maldita.

Así, la labor de Luis Cruz Ocampo en tierras soviéticas había terminado: debía regresar a Chile con su familia. Sin embargo, no dejaría solo a su hijo. “No estamos hablando de un régimen democrático, sino del régimen estalinista”, recuerda la académica Erna Ulloa.

En medio de reuniones y solicitudes, se dan cuenta de que el caso de Lida no era el único, y que existían los casos de más de mil mujeres soviéticas que estaban casadas con ciudadanos extranjeros, que tampoco pudieron salir del país. Algunas de estas mujeres desaparecieron, fueron llevadas a campos de concentración. Aquí había una separación familiar”, explica.

‘Prisionero del amor’
Se comienza a hablar entonces de violaciones a los derechos humanos, un concepto nuevo que se estaba gestando en la recién creada Organización Mundial de las Naciones Unidas. “La argumentación de Chile va por dos lados, la violación a los derechos humanos - que aún no existían —, y una violación a las prácticas relativas a la inmunidad diplomática”, precisa Ulloa.

Dentro del grupo encargado de la elaboración de la Declaración Universal de Derechos Humanos se encontraba, para su suerte, un chileno: Hernán Santa Cruz Barceló, un enlace clave para el desenlace de esta historia. Luis Cruz Ocampo se contacta con él, pero ambos no logran elevar una solicitud de Lida y las otras tantas mujeres soviéticas a la Asamblea General de la ONU.

Paralelamente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, también estaba trabajando la Comisión Jurídica y Social de la Mujer. De esa forma, se les hacen llegar los casos. Esta comisión aprobó la iniciativa chilena y transmitieron sus observaciones a la Comisión de Derechos Humanos para que esto fuera estudiado”.

El asunto llegó a la prensa. “Embajador Cruz Ocampo. Prisionero del amor… y del odio”, escribía La Semana Nacional el 24 de mayo de 1947. “Hay para ello razones de Derecho Internacional que protegen muy claramente el nuevo estado civil de la esposa del hijo de nuestro Embajador”, agregaron.

Pero en 1948 la familia se separa. El exembajador, su esposa y sus tres hijas regresan a Chile y Álvaro y Lida permanecen en suelo soviético, con la amenaza del régimen estalinista sobre ellos. “Ha recibido directas y veladas amenazas de muerte si no rompe inmediatamente todo vínculo con su marido chileno… ya nadie de los parientes de Lidia se atreve a visitarla por temor a las represalias de la policía soviética, que día y noche nos vigila … Las antiguas amigas de Lidia la llaman continuamente por teléfono para insultarla y gritarle traidora”, dijo Luis Cruz Ocampo a la prensa en 1947.

A modo de represalia, “Chile declaró rehenes a Yukov y 40 soviéticos mientras la URSS retenga a la morocha Lidia Leissina”, consigna también un periódico de la época.

Cuando Luis David Cruz Campos vuelve a Chile —está muy poco tiempo acá— lo nombran para ser parte del equipo diplomático ante la Tercera Asamblea de las Naciones Unidas. Junto a Hernán Santa Cruz, hacen presente lo que está pasando. Finalmente, se logra por primera vez que la Asamblea General de Naciones Unidas, en su sesión plenaria de 1949, emita una resolución condenatoria a la actitud soviética en la resolución 285, y que llamaba a la URSS a dejar sin efecto la medida que prohibía la salida de ciudadanos que hubiesen contraído matrimonio con algún extranjero”, relata Erna Ulloa.

Pero eso no garantizaba nada. “El propio Luis Cruz Ocampo y su esposa empiezan a hablar con una serie de políticos, e incluso llegaron a hablar con Juan Domingo Perón, para que intercediera con Stalin, que se negaba a dar cumplimiento a la resolución”.

Tras la muerte de Josef Stalin en 1953, el ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, V.M. Mólotov, permite la salida del matrimonio del territorio. Así, después de siete eternos años, termina la lucha del diplomático Luis Cruz Ocampo contra los soviéticos para salvaguardar la integridad de su hijo y de su nuera.

Libro explora la faceta diplomática de Luis David Cruz Ocampo

Reseña de libro
Noticias U. de Concepción, 09.04.2024
Editorial UdeC

Un embajador chileno contra Stalin: Luis David Cruz Ocampo es el nombre del libro, escrito por Cristián Medina Valverde y Erna Ulloa Castillo, que amplía los ámbitos conocidos de una de las figuras clave de la fundación de la Universidad de Concepción. En este trabajo, editado y publicado por Editorial UdeC, se aborda el rol que cumplió realizando funciones como embajador en El Vaticano durante la II Guerra Mundial y, seguidamente, su labor como primer embajador chileno en la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS) en la época de Stalin.

El doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y profesor titular del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián, Cristián Medina, cuenta que el interés por estudiar la figura de Cruz Ocampo surgió a raíz de que leyó una nota de prensa donde se informaba de una donación que realizó la familia de Luis David Cruz Ocampo de parte de su archivo personal a la Biblioteca de la UdeC.

El autor comentó que a partir de abril de 2022 tuvieron acceso a la documentación y material que había sido donado y que la revisión fue dando pistas respecto de la dimensión diplomática de la figura de Cruz Ocampo en una época convulsa como lo fue la II Guerra Mundial. “Son también los años del pontificado de Pío XII, son los tiempos de Stalin; época del Frente Popular en Chile; es decir, es un periodo en el que nuestro personaje es coetáneo de grandes procesos y le toca relacionarse con figuras importantes de la Historia del mundo contemporáneo”, añade Medina.

La figura de Cruz Ocampo más allá de la UdeC
La Doctora en Historia por la Universidad de Valladolid y profesora asociada del Departamento de Historia y Geografía de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Erna Ulloa, cree que es importante generar interés en la historia diplomática de nuestro país, más allá de los tratados y acuerdos. “También está el factor humano de diversos hombres y mujeres que salen de Chile a cumplir funciones diplomáticas que están cubiertas de alegrías, pero también de sacrificios, sobre todo en momentos complejos como fue un mundo de guerra y posguerra”.

En este sentido, el autor y la autora explican que una vez que Cruz Ocampo se traslada a Santiago para asumir tareas públicas, su figura es desatendida por los historiadores al dejar de estar ligada directamente a la Universidad de Concepción. “Pero es en la capital donde se despliega su dimensión internacional; que es la que nosotros hemos ido trabajando estos los últimos años para contribuir a aquilatar la obra y legado internacional de un destacado habitante de Concepción, que no ha sido suficientemente reconocido por nuestra ciudad”, sostiene Medina.

Conflicto por el matrimonio de su hijo con Lydia Leissina
Durante sus años en Moscú, Cruz Ocampo enfrentó un claroscuro existencial debido al matrimonio de su hijo, Álvaro, con la ciudadana soviética Lyda Liessina. Serán dos jóvenes esposos, inocentes y felices, que deberán soportar la inhumanidad del régimen stalinista”, revela el resumen de la obra.

Erna Ulloa dice que hay varios aspectos relevantes a tener consideración respecto a este caso que se convirtió en un conflicto: “El reconocimiento y calidad de funcionario e hijo diplomático por parte de Álvaro Cruz López de Heredia no estaba siendo reconocido ni tampoco el de Lydia que pasaba a ser hija política del Embajador Cruz Ocampo”.

La autora explica que la dramática experiencia de Lydia se sumaba a la de más de mil mujeres rusas que estaban casadas con extranjeros y a las cuales se les negaba la salida para acompañar a sus esposos e hijos a sus países de origen. Ulloa sostiene que la situación “llevó a que muchos de estos matrimonios se tuvieran que separar a la fuerza con todo lo que esto conllevaba”. El libro expone la búsqueda de ayuda del propio Luis David Cruz Ocampo como embajador y la acción de la Cancillería chilena llegaron al seno de la recién creada Naciones Unidas para que pudieran intervenir no sólo por el caso de Lydia, sino de todas sus compatriotas.

Finalmente, el director de la Editorial UdeC, Óscar Lermanda, señaló que este libro, a través del relato de un hecho polémico de carácter internacional hoy olvidado, nos brinda la posibilidad de actualizar la imagen que tenemos de uno de los fundadores sobresalientes de la Universidad de Concepción.

Luis David Cruz Ocampo, abogado, profesor de derecho internacional y diplomático chileno

Biografía
Wikipedia

Luis David Cruz Ocampo nació en la ciudad de Concepción en 1891, hijo de Luis David y Justina. Contrajo matrimonio con Amelia López de Heredia, de cuyo matrimonio tuvo 4 hijos: Álvaro, Ximena, Amelia y Valentina.

Realizó sus estudios en el Seminario Conciliar de Concepción, continuando con Leyes en el curso fiscal que mantenía, por entonces, la Universidad de Chile en Concepción. Se titula como abogado en 1914 y, posteriormente, viaja a Francia a realizar estudios en Derecho Internacional y filosofía.

Ejerció como secretario general de la Universidad de Concepción, de cuya fundación fue parte activa, integrando la directiva del Comité pro-Universidad de Concepción. En 1920 redactó los primeros estatutos de dicha Casa de Estudios y, en 1921, junto a otros profesionales, ideó las "donaciones con sorteo", antecedente de la actual Lotería de Concepción, que sirvió como soporte económico para la naciente universidad.

Fue también fundador, en 1924, de la Revista Atenea. Siendo profesor de Filosofía, Derecho Internacional Público e Historia del Derecho, tuvo a su cargo la creación de la biblioteca central de la Universidad de Concepción, de la que fue su director entre 1926 y 1939, reconociéndose su aporte al nombrarse la misma en su honor.

Fue designado, brevemente, ministro de Educación Pública en los gobiernos de Carlos Dávila (1932) y de Gabriel González Videla (1952). Entre 1939 y 1945, fue embajador ante la Santa Sede.

El gobierno de Juan Antonio Ríos lo designó como primer embajador de Chile ante la URSS, cargo que ejerció entre 1946 a 1949 en Moscú. En tal destinación, su hijo mayor, Álvaro, contrajo matrimonio con la ciudadana soviética, Lidia Leissina, a la cual se le impidió emigrar, provocando un conflicto diplomático entre Estados que derivó en la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos, las que serían reanudadas en 1964, durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva.

De regreso en Chile, se desempeñó como asesor jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. En 1956 encabezó la delegación de Chile a la Conferencia Especializada sobre preservación de Recursos Naturales.

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