Musulmán, ‘rojo’ y ¿alcalde de Nueva York?

Columna
 El Debate, 02.11.2025
 Inocencio F. Arias, Embajador de España

En su programa electoral ha recalcado que congelará durante unos cuatro años los llamados 'alquileres estabilizados', con posible revisión en ese momento, que los autobuses serán gratis y más frecuentes, y que la atención médica para la infancia, desde las seis semanas, será gratuita. Quiere hacer casas baratas.

Los sondeos son unánimes sobre el vencedor de la elección de alcalde de la ciudad más mencionada del planeta. Los veinticuatro estudios de opinión realizados a lo largo del último mes y medio para regir la ciudad de Nueva York dan vencedor a Zohran Mamdani, un musulmán nacido en Uganda de 34 años, y para sus enemigos un comunista rematado.

Si los pronósticos no se equivocan, difícilmente lo harán a cinco días de la elección, los neoyorquinos habrán optado por un hecho histórico. No solo por la elección de un hombre tan joven, sino por escoger a una persona decididamente de izquierdas, sin olvidar de que en círculos conservadores estadounidenses el calificativo de comunista se usa con una cierta alegría, y alguien que se ha permitido realizar comentarios muy duros hacia Israel en una urbe en la que hay abundante voto y grupos de presión judíos. Será un hito. Ha nacido una estrella.

Mamdani produjo un revuelo hace meses en las primarias del partido demócrata cuando derrotó con holgura al conocido antiguo gobernador neoyorquino Cuomo. Fue un shock para los comentaristas. Al Sharpton diría: «Es el mejor despegue de un político que he visto nunca». Sus adversarios, atisbando la certeza de que podría entonces ganar en una ciudad que viene tradicionalmente votando demócrata, empezaron a tildarlo de rojo, Trump ha dicho que es «un lunático 100 % comunista» y otro político señalaría que Mamdani sonríe igual que Fidel Castro.

Su reputación de extremista le viene de hace años. Su padre un ugandés exilado de la India, becado por Estados Unidos, que estudió en Columbia y es profesor de esa prestigiosa universidad, hizo declaraciones en las que decía que Hitler se inspiró en Lincoln para ciertas cosas, algo blasfemo para el americano medio y ha escrito en algún libro que «los atentados suicidas deben ser entendidos como una forma de violencia política y no etiquetados como una muestra de barbarismo», una afirmación que muchos ciudadanos de la ciudad de los rascacielos deben aborrecer al recordar las Torres Gemelas.

Mamdani hijo, aunque con frecuencia afirma que sus padres, la madre es una cineasta, han influido en su formación política, no ha ido tan lejos. Tiene, con todo, algún lunar que le puede hacer daño en el votante conservador y que es un maná para los comentaristas más tradicionales. Hace unos pocos años mantuvo que no hacía falta ser un lumbreras para percatarse de que la Policía de Nueva York era «racista, antigua y una gran amenaza para la seguridad». Poco más tarde remachó que era partidario de reducir el presupuesto de las fuerzas del orden (defund). Más tarde, quizás desde que se consideró alcaldable, abandonó esta propuesta, aunque no ha explicado por qué ha cambiado de opinión haciendo algunos equilibrios verbales.

Todas estas rémoras más su clara posición en el drama del Medio Oriente, mencionando profusamente con acritud el sufrimiento palestino, aunque al ser interrogado ha proclamado que Israel tiene derecho a existir, pero también la obligación de respetar el derecho internacional, son posturas arriesgadas en Nueva York. Por ahora no le han hecho mucha mella.

En la campaña electoral se ha mostrado buen orador, cuenta con decenas de miles de voluntarios que van de puerta a puerta pidiendo el voto útil y parece incansable en gestos que despiertan simpatía. Cuando un policía originario de Bangladesh fue asesinado, la Policía de Nueva York cuenta con bastantes inmigrantes porque a estos les resulta más fácil subir en la escala social que en otras profesiones, el candidato fue a la casa del muerto y pasó un buen rato mostrando su empatía y desayunando con los padres. El policía caído y la familia Mamdani son una muestra de que el crisol acogedor americano sigue funcionando, lo que imagino resaltaría el joven político. Le habrá dado votos entre sus principales clientelas: los musulmanes, los inmigrantes de todo el sudeste asiático, coreanos, paquistaníes, indios, etc., que viven de alquiler, como explico más adelante, y, algo importante, entre los votantes demócratas jóvenes.

En su programa electoral ha recalcado que congelará durante unos cuatro años los llamados 'alquileres estabilizados', con posible revisión razonable en ese momento, que los autobuses serán gratis y más frecuentes y que la atención médica para la infancia, desde las seis semanas, será gratuita. Quiere hacer casas baratas.

Nueva York, actualmente con 8.550.000 habitantes, tiene fama de ser ingobernable por razones presupuestarias, su presupuesto es 116.000 millones de dólares, cuenta con trescientos mil empleados y con más policías que efectivos en el Ejército belga. Por lo tanto, Mamdani necesita recaudar más. Propone imponer un 2 % supletorio a los que ganen más de un millón de dólares al año y aumentar el impuesto de sociedades. Para alguna de estas medidas necesita la anuencia de la gobernadora de su partido, Kathy Hochulz, que se muestra reticente.

Unos mil rabinos del país han escrito una carta atacando su candidatura, es amigo del demócrata Bernie Sanders, cuyo extremismo ha fulminado sus aspiraciones a la presidencia. Trump lo detesta y lo pregona, el importante senador demócrata de Nueva York Schumer no lo ha endosado y el pontifical New York Times fue escéptico cuando se postuló para alcalde. Sin embargo, el ugandés, que no puede aspirar a presidente por no haber nacido en Estados Unidos, tiene hoy muchas papeletas a su favor para despertarse al frente de la rutilante ciudad inmanejable donde, pásmense, la entrada de un musical de éxito puede valer entre 100 y 1.200 euros.

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