Tensión creciente en el mar Caribe

Columna
El Periódico – Castellano, 24.11.2025
Jorge Dezcallar de Mazarredo, Embajador de España

Es difícil saber lo que pretende Donald Trump con la operación Lanza del Sur al desplegar el 20% de su flota junto a las costas de Venezuela, mientras refuerza sus bases y hace maniobras militares en la región. El objetivo confesado es «desmantelar las organizaciones criminales transnacionales y combatir el narcoterrorismo» del Tren de Aragua y del cártel de los Soles, acusados de estar controlados por militares y políticos de Caracas. Pero, aunque ha hundido una veintena de embarcaciones y matado extrajudicialmente a casi un centenar de personas a las que acusa de narcotraficantes, eso no justifica el gigantesco esfuerzo.

Solo el Gerald Ford, el portaviones más grande del mundo con 75 aviones y 5.000 soldados, cuesta ocho millones de dólares diarios y parece más necesario en otros puntos calientes del globo. Eso sin contar con que Venezuela no produce el fentanilo que tantas muertes causa en EEUU, que llega desde México y Colombia. No desde Venezuela. Si algo positivo tiene el despliegue militar norteamericano es que ha frenado la invasión de Guyana que Venezuela preparaba. Con ayuda de Exxon y Chevron, Guyana produce 900.000 barriles/día de petróleo y está a punto de sobrepasar a la propia Venezuela.

Donald Trump responde con evasivas cuando se le pregunta sobre sus intenciones y eso alimenta las especulaciones de que prepara acciones encubiertas y puntuales dentro de Venezuela, a cargo de la CIA o de las mismas Fuerzas Armadas, para atacar centros de producción de drogas o instalaciones militares. Lo que no parece probable es una invasión militar al estilo de Granada o Panamá porque Venezuela es un país muy grande y el régimen ha armado a milicias populares que en una guerra de guerrillas serían un auténtico dolor de cabeza para cualquier fuerza invasora u ocupante. Quizás lo que Trump quiere es un cambio de régimen, echar a Nicolás Maduro del palacio de Miraflores, y el despliegue de la flota pretendería animar a los militares bolivarianos a dar un golpe de Estado para asegurarse de mantener el futuro los privilegios de que ahora disfrutan. Y aunque hay rumores de que en algunos cuarteles se empieza a hablar de buscar una salida pactada, la realidad es que los militares parecen seguir fieles a Maduro porque están controlados por los servicios de inteligencia cubanos, que tienen mucho que perder si el régimen cae porque sus envíos de petróleo representan el 8% del PIB cubano. Sin ese petróleo la situación económica de la isla pasaría de pésima a desesperada.

Parece haber tres líneas de pensamiento en EEUU sobre el camino a seguir: Marco Rubio, secretario de Estado, partidario de la línea más dura, no quiere darle ni agua a Nicolás Maduro y aboga por un cambio de régimen.

Washington parece querer convertir el problema político en uno de orden público y ofrece 50 millones de dólares por información que conduzca a la captura de Maduro como narcotraficante, con la esperanza de que huya del país para no acabar con sus huesos en una cárcel norteamericana. Rubio también quiere designar el cártel de los Soles como una organización terrorista. Richard Grenell, enviado especial de Trump para Venezuela, defiende una sensata pero desacreditada línea intermedia de diálogo entre el Gobierno y la oposición que ahora dirige María Corina Machado, recipiendaria del Premio Nobel de la Paz que el propio Donald ambicionaba, con objeto de lograr una transición política negociada y pacífica... a la que Nicolás Maduro siempre se ha negado.

La tercera es la de Chevron, la petrolera norteamericana que tiene pozos en Venezuela, refina en EEUU los crudos más pesados que no encuentran otra salida, y que no parece preocuparse mucho por la suerte de los venezolanos mientras pueda seguir con sus negocios que ayudan a mantener vivo el régimen. Su presencia sobre el terreno casa mal con una eventual operación militar. De lo que no cabe duda es de que Trump está dedicando más atención a América Latina que sus predecesores y Venezuela puede ser solo el primer paso. No sé si es bueno o malo porque nos quejamos cuando la desatiende y nos preocupamos cuando fija en ella su atención y reclama nuevamente la vigencia de la doctrina Monroe.

Washington parece querer convertir el problema político en uno de orden público y ofrece 50 millones de dólares por información que conduzca a la captura de Maduro

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