Elecciones Presidenciales en Francia y Chile

Carta
OpiniónGlobal, 20.05.2017
Carlos Klammer Borgoño, embajador (r) y director de CEPERI

Acabamos de asistir a unas novedosas elecciones presidenciales en Francia, donde por primera vez en la Quinta Republica, no ganaron  ni socialistas ni gaullistas. En política interna, Chile y Francia muestran ciertas similitudes: ambos son países donde su clase política es mas sofisticada que la media de la región (Latinoamérica y Europa). Ambos son considerados países tradicionalmente de izquierda y en ambos ha emergido la desconfianza y el cansancio ante el doble estándar y la pesima gestión de los gobiernos llamados "progresistas". En los dos existe un partido de centro fuerte e influyente que ha ejercido el poder con éxito en más de una ocasión: la DC y el Gaullismo, los que con los años han ido también perdiendo su caudal electoral en favor de sectores más radicales. Los dos poseen un sistema político cuyo ejecutivo goza de amplias atribuciones e históricamente el centralismo es desproporcionado en comparación al resto del territorio.

Luego del triunfo de Emmanuel Macron, Francia está viviendo una experiencia única es su historia política reciente. Ha elegido un joven Presidente de orígen socialista que ha evolucionado transformandose en un liberal convencido que cree firmemente en el libre mercado y no lo oculta, habiendo incluso incursionado en la bolsa y en la banca, convirtiéndose de alguna manera en un empresario. Acaba de nombrar su gabinete encabezado por el gaullista Eduard Philippe, quien se autodefine como un hombre de derecha pero con ciertas cosas de izquierda y que no forma parte del partido del Presidente. El resto del gabinete está integrado por viejos líderes socialistas, el centro, la derecha y hasta los verdes. Con paridad de género, mezcla ideológica, veteranos, novicios y nuevos rostros de la sociedad civil. Macron está mostrando así una imagen de un cambio paulatino, lo que agrada a la derecha e izquierda, logrando su objetivo de atraer a los dos partidos mayoritarios -socialistas y gaullistas- creando una gran coalición de derecha, centro e izquierda, dejando a la oposición en los extremos.

En las próximas elecciones de noviembre en Chile, todo indica que el  ex-presidente Piñera volverá al poder, luego del desastroso gobierno de la Nueva Mayoría, la que será devorada por la nueva izquierda del Frente Amplio más temprano que tarde. Por su parte, la DC está tratando a último minuto de recuperar el centro político que nunca debió abandonar al aliarse con el PC en la Nueva Mayoría.

Por último, si la centro-derecha de Piñera hace un buen gobierno como ocurrió en su primer mandato -muy bueno en lo económico y menos bueno en lo político- quien lo reemplace saldrá de sus filas y la oposición será el Frente Amplio, quedando la Democracia  Cristiana obligada a buscar alianzas con la centroderecha, superando su anquilosado anti-derechismo, frente a la alternativa de desaparecer definitivamente si se une a la izquierda, ahora en poder del Frente Amplio, de reconocida y profunda raigambre marxista.

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