Columna El Líbero, 08.11.2025 Jorge Canelas Ugalde, embajador (R), ex cónsul general en La Paz e investigador Instituto Libertad
Tras el anuncio de que el presidente Boric decidió asistir a la toma de posesión del presidente electo Rodrigo Paz en Bolivia, parece oportuno dar a conocer algunas reflexiones sobre su participación en la transmisión del mando de nuestro vecino.
En primer lugar, se constata la genuina satisfacción (no exenta de ironía), que genera en la oposición chilena la presencia de Boric en La Paz, en un momento histórico que pone fin a 20 años de predominancia del MAS (Movimiento al Socialismo). Será especialmente significativo vernos representados al más alto nivel, cuando el mando pase de manos del Socialismo del Siglo XXI, al presidente Paz, quien ganó la elección teniendo como promesa central de su campaña, el lema “capitalismo para todos”. Para quienes adscriben a las ideas de derecha, es más gratificante aún estar representados por quien ha sostenido tener el sueño no cumplido de “terminar con el capitalismo”.
Será asimismo muy emblemático enviar al mandatario como testigo privilegiado de las primeras medidas que indican el cambio de ciclo en Bolivia, entre las cuales se cuenta -en lo simbólico-, la reinstalación del tradicional escudo nacional boliviano y -entre los asuntos de fondo-, la liberación de la expresidente Jeanine Áñez, cuya calidad de presa política fue ignorada por la izquierda del castrochavismo latinoamericano por años, escudándose tras la falsa acusación de “golpismo” con la cual escondieron toda la manipulación del voto popular que llevó a la caída del gobierno de Evo Morales en 2019. Hacernos representar por el jefe de Estado operará como una manera de hacerle expiar la culpa de nunca haber hecho saber su preocupación por la injusta situación de Jeanine Áñez, pese a ser un férreo defensor de los derechos humanos.
Finalmente, el mayor significado de la presencia de Boric en La Paz será la de poner fin a la influencia del sistema bolivariano en la política chilena, como lo hizo Álvaro García Linera en los inicios de su gobierno directamente en calidad de “referente” o por interpósitas personas, al introducir el concepto de la “Plurinacionalidad”, en la fallida Convención Constitucional. ¡Sin duda, un éxito asegurado y resonante!

