Carta El Mercurio, 28.06.2022 José Rodríguez Elizondo, periodista y columnista
La avalancha informativa, que intranquila nos baña, me impidió conocer la triste noticia de que Rolando Stein se nos fue. Me informo por carta de hoy a este diario y, simultáneamente, por carta de su hija Madeleine.
Fuimos compañeros de curso en la Facultad de Derecho de la U, pero la amistad fraguó años después, en la Cancillería. Allí pude reconocerlo como uno de nuestros diplomáticos más sabios, generosos y profesionales. Siempre atento para defender los intereses de nuestra nación única, en la huella de nuestro común amigo José Miguel Barros.
En esa línea, guardo en mi archivo valiosas cartas suyas a esta sección, aclarando temas coyunturales de nuestra política exterior. Fue un chileno excepcional y, en lo más personal, lamento que haya quedado pendiente (Georgina, su esposa, lo recordará) nuestro programado encuentro familiar en esa Italia que tanto amaba. Para otra vez será.
El primer día que en 1971 llegue a trabajar a la Cancillería, con rango Primera categoría Exterior, Rolando fue a saludarme a mi oficina. Mirando por la ventana hacia la avenida Bulnes me dijo: Darío, tenemos que irnos de aquí ( del Palacio de La Moneda). Y me preguntó:¿a dónde podemos irnos? Yo pensé 5 segundos y le respondí: Al Hotel Carrera.
Adiós querido y recordado AMIGO
Darío Ulloa Ph D