Al-Zawahiri y Pelosi

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Republica, 02.08.2022
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Ahora que empezamos a cansarnos de la genialidad de Pedro Sánchez pidiéndonos que ahorremos energía quitándonos la corbata, Estados Unidos viene en ayuda de los medios de información dando titulares sobre temas importantes.

El primero es la eliminación del dirigente de Al-Queda, Al-Zawahiri. Ejecutor de la masacre de las Torres Gemelas de Nueva York y de otros atentados espantosos como el ataque a una mezquita que causó 100 muertos, el terrorista islámico era un blanco codiciado por los Estados Unidos que había puesto premio a su cabeza, 25 millones de dólares, a quien diera información fidedigna sobre su paradero.

Ningún gobierno americano olvida el ultraje de las Torres Gemelas. Murieron unas 3.000 personas en tiempo de paz y esto no se perdona si tienes los medios para castigar al culpable. Obama pacientemente rastreo a Bin Laden y Biden su lugarteniente de hace años fulmina ahora a otro pez gordo. Es fácil decir que lo hace porque su popularidad está por los suelos, pero la afirmación es cuestionable. Cuenta con un 38% de aprobación, lo que en Europa sería respetable, pero hay algo más que buscar votos: el americano medio ultrajado y traumatizado en el 2001, quiere que los culpables paguen.

Curiosamente, el líder islámico estaba refugiado en Afganistán y para las autoridades del país no era un secreto. Vivía y salía a tomar el sol en un balcón de una casa en el barrio diplomático. Biden puede argumentar que los talibanes han incumplido la promesa que le hicieron cuando Estados Unidos abandono Afganistán: la de que no servirían de refugio a Al Queda. Incumplimiento tras el que se cubre el presidente yanqui.

Lo de Pelosi traerá más cola. Presidenta de la Cámara de Representantes, es decir la tercera autoridad de Estados Unidos, ha llegado a Taiwán a pesar de que el presidente chino había advertido de que Estados Unidos está jugando con fuego.

Desde la época de Nixon, con el deshielo con China, Estados Unidos viene empleando una ambigüedad calculada en el espinoso tema de Taiwán. No ha dicho con claridad que va a defender a esa isla china si es atacada por Pekín. Ha repetido que China es un solo país pero reitera intermitentemente que se opondrá a que la situación actual sea alterada por medios no pacíficos. Lo que, visto lo de Ucrania, puede estar en la mente de China. Washington parece así contentarse con que la próspera y democrática Taiwán no tenga sitio en la ONU, anude relaciones diplomáticas con pocos países del mundo, no sea reconocida en foros internacionales, pero no quiere que se la toque. A la larga no se sabe si la situación es sostenible. El presidente chino quiere que la isla irredenta vuelva al seno materno en su mandato y la situación podría tornarse explosiva.

Pelosi, una mujer veterana en la política, con la que se mueren por fotografiarse todas las mujeres políticas del mundo -Montero y Belarra no consiguieron ver ni a una secretaria de su jefe de gabinete cuando derrocharon polución con su Falcon- es persona de carácter que probablemente ha creado algún quebradero de cabeza a su correligionario Biden con el desplazamiento. Pelosi no se arruga y pregona en un artículo en el muy leído Washington Post que hay que apoyar a Taiwán, una democracia con alto nivel de vida y líder en la lucha contra el Covid, en la defensa del medio ambiente, en la iniciativa empresarial, etc... Lo que es verdad.

De paso da unos mandobles a China, que está cometiendo genocidio contra los islamistas, ha hecho tabla rasa con lo prometido a Hongkong, lo que puede ocurrir con cualquier promesa que se haga a Taiwán, y que dista mucho de ser una democracia. La soflama es dura y termina diciendo: “No nos vamos a rendir ante los autócratas “.

Pekín tendrá que contestar con algo concreto. Biden no lo tiene fácil.

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