Entrevista [Steven Lee Myers, periodista norteamericano] El Líbero, 16.08.2017 Lorena Tasca
El periodista del The New York Times relata para El Líbero detalles sobre su libro -cuya versión en español acaba de llegar a Chile- y también opina sobre el supuesto paralelismo entre los gobernantes de Rusia y Estados Unidos.
Steven Lee Myers nació en Los Ángeles (Estados Unidos) y se ha desempeñado como periodista desde 1989. Desde sus inicios le ha tocado indagar e informar sobre los conflictos en Bosnia, Kosovo, Afganistán, Chechenia e Irak para The New York Times. También trabajó un tiempo como corresponsal del conocido medio en Washington, realizando las coberturas de la Casa Blanca durante los primeros años de presidencia de George W. Bush. Pero antes, entre 2002 y 2007, fue enviado a Rusia, donde vivió los primeros mandatos del enigmático presidente Vladimir Vladimirovich Putin, sobre quien publicó un libro en 2015 que recientemente se tradujo al español y ya se puede conseguir en librerías chilenas.
Con el título “El nuevo zar. Ascenso y dominio de Vladimir Putin”, Myers presenta una minuciosa biografía sobre el mandatario y desmenuza su pasado, su presente y las razones por las que es ahora uno de los líderes más poderosos y temidos. Según algunos críticos, el libro presenta la historia más completa sobre Putin que hasta ahora se conozca, porque no solamente muestra el retrato de un hombre que va de crisis en crisis con un solo objetivo: proyectar fuerza, una característica que parece ser común entre muchos en su generación al presenciar la desaparición de la Unión Soviética y toda la incertidumbre e inseguridad que siguieron en los años noventa. Por eso, según Myers, Putin vivió constantemente con miedo al colapso y por eso es que ahora se ha convertido para su pueblo (y para él mismo), “en la encarnación viviente de la estabilidad de Rusia”.
La historia de Putin comienza en esta publicación con una escena de su padre Vladimir Spiridonovich Putin en el campo de batalla junto al río Nevá en noviembre de 1941 (en el noroeste de Rusia), durante la llamada Gran Guerra Patriótica. Ese hecho, marcaría la vida del tercer hijo del matrimonio entre Vladimir Spiridonovich Putin y Maria Ivanovna Putina, quien hasta su adolescencia tuvo una historia de constantes fracasos: no era bueno en el colegio, peleaba con todos y consigue un trabajo mínimo en la KGB en el que no se destaca. En paralelo, empezó a practicar el arte marcial, que según Myers y otros periodistas, empezó a forjar el deseo de poder y su camino inesperado a la presidencia.
Son más de 400 páginas, que no sólo indagan en su pasado sino todos los procesos que ha enfrentado Putin durante sus años presidenciales con Ucrania, el episodio en 2012 con la Pussy Riot, su relación con Barack Obama que llegó a describirlo como como un hombre “huraño e insolente” y el capítulo de asilo temporal concedido a Snowden, entre otros tantos episodios. Todos descritos con la investigación histórica, la percepción de varios cercanos y algunos detalles no tan conocidos del desarrollo o detrás de bambalinas de algunos momentos.
— Desde su perspectiva más personal, ¿podría considerar que el presidente Putin es una persona fascinante?
— Por supuesto, y yo diría que un presidente poco comprendido, especialmente fuera de Rusia. Incluso, dentro de su país es tanto una figura mítica como una real, un líder idealizado por los medios estatales. Usted puede o no estar de acuerdo con Putin o su política, pero es importante entender lo que lo motiva, cómo sus antecedentes en la Unión Soviética lo forman a él y sus puntos de vista.
— Hay muchos aspectos interesantes (y extraños) de Putin que son mostrados en su minuciosa biografía, ¿cuál es el que a usted le llamó más la atención durante el proceso de investigación?
— Creo que lo más interesante de Putin fue que parecía carecer de ambición de niño y durante su juventud. Su carrera en la KGB fue bastante mediocre y cuando se unió al gobernador democrático en San Petersburgo, creo que habría sido muy feliz de continuar en ese papel, haciendo tratos para la ciudad y sus compinches. También creo que fue su aparente falta de ambición lo que lo atrajo a (Borís) Yeltsin al principio (fue el primer presidente de la Federación de Rusia). Putin siempre se mostró sin intenciones de llegar al poder. Y cuando Yeltsin le pidió ser primer ministro, dijo que no estaba preparado, cosa que uno no se imagina.
En diciembre de 1999, Yeltsin renunció inesperadamente y Putin se convirtió en presidente interino, sin dejar el puesto que había alcanzado como jefe de Gobierno.
— Rusia parece ser un país muy hermético, ¿cómo trabajó tanto tiempo allí como corresponsal del New York Times en ese país y cómo obtuvo toda la información sobre Putin?
— Rusia no es tan hermética como se ve de lejos. No es una sociedad autoritaria, aunque el control político es sofocante. Yo estaba allí durante la conformación del imperio de Putin y las cosas estaban más abiertas entonces. Cubrí y personalmente presencié muchos de los eventos principales descritos en el libro. En el transcurso de mis resportajes, también tuve la oportunidad de conocer a muchas personas, incluido el propio Putin. Aun cuando la gente se volvió menos dispuesta a hablar libremente de él, otros lo hicieron, incluyendo personas muy cercanas a él, como Sergei Roldugin, el violoncelista que los “Papeles de Panamá” lo catapultaron a la “fama” (amigo cercano de Putin que fue investigado por formar parte de una red de lavado de dinero ). Al principio de la investigación para realizar este libro, tenía varias historias sobre el principio de la presidencia de Putin, y luego las tuve que detener. Aquellas incluyeron largas entrevistas con Putin, pero también con personas como su ex esposa, Lyudmila. Algunos de ellos son difíciles de encontrar ahora, pero eran invaluables y necesarios.
— ¿Cómo ve la relación de Donald Trump con Putin? ¿Cree que podrían realmente ser socios?
— Hasta que se conocieron en Hamburgo, no tenían ninguna relación excepto en la imaginación de Trump. Parecía tener un aprecio muy especial hacia Putin basado nada más en su admiración, por verlo como un líder fuerte. Creo que esta fue una visión de una minoría de conservadores en los EE.UU. durante los años de Obama, porque las personas que eran críticas de Obama sentían que Putin fue una persona realmente fuerte, crítica.
— ¿Cree usted que hay algún paralelismo entre Trump y Putin?
— Creo que tanto Trump como Putin tienen una visión muy pragmática, y hasta cínica del mundo, que la vida es como un trato que debe hacerse, donde el único interés de la gente es ganar dinero, y por lo tanto todo el mundo tiene un precio. En términos de personalidad o estilo de liderazgo, o incluso puntos de vista de la historia o la política exterior, son personas muy diferentes.