Perfil El Mundo, 09.05.2017 Enric González, corresponsal en París
-
"Volveré y me casaré contigo, cueste lo que cueste", le prometió Macron a su maestra. Su boda fue un escándalo mayúsculo. Ya no tienen que soportar comentarios
Emmanuel Macron quiere que su esposa sea la primera dama. Ha repetido una y otra vez durante la campaña que Brigitte, de la que procura no separarse jamás, ha de tener una función determinada en el palacio del Elíseo. Pero en Francia no ha existido nunca un cuadro legal referido al consorte del presidente, y varios abogados constitucionalistas han empezado ya a trabajar en el asunto. Según Macron, se trata de "combatir una forma de hipocresía" y de garantizar "la máxima transparencia" para evitar los problemas que atormentaron a la periodista Valérie Trierweiler, ex compañera de François Hollande: se la criticaba cuando hacía algo y se la criticaba cuando no hacía nada.
Brigitte Auzière-Macron no es sólo una esposa. Es, por lo menos, la mitad de un formidable equipo político. "Yo soy yo porque está ella", suele decir Emmanuel Macron. Quienes han seguido su campaña no lo discuten. Fue ella quien corrigió una y otra vez antes de los mítines su dicción y su prosodia (ejerció durante cuatro décadas como profesora de francés, latín y teatro), fue ella quien dirigió la masiva operación de relaciones públicas realizada desde el Ministerio de Economía entre 2014 y 2016 (incluso sin puesto oficial, formaba parte del gabinete de su marido), es ella quien le asesora acerca de la eficacia del mensaje político y quien le proporciona citas literarias para trufar sus discursos. Emmanuel Macron es un hombre amable y de buen trato; quienes le conocen bien le consideran, sin embargo, frío y retraído. Brigitte Auzière-Macron es simpatiquísima, extrovertida y cordial. El Tout Paris, un mundillo esencialmente venenoso, se ha enamorado de ella.
En las reuniones públicas, él la busca continuamente con la mirada. Ella permanece fascinada por ese alumno que la deslumbró: "Cuando escribimos juntos una obra de teatro para la escuela me pareció estar trabajando con Mozart", dice. BAM, el acrónimo con que la conocían sus alumnos, se refería continuamente al joven Macron como ejemplo para los demás. BAM era la profesora más popular de La Providence, la escuela más prestigiosa de Amiens. Macron era el alumno más brillante. Su relación dejó pronto de ser exclusivamente docente y empezaron a citarse en cafeterías remotas o en andenes de estación. Los rumores estallaron. Él era menor de edad. Cuando la familia le envió a estudiar en el instituto Henri IV de París, un centro de élite, Macron le hizo una famosa promesa a Brigitte: "Volveré y me casaré contigo, cueste lo que cueste".
Los Macron componen una familia poco convencional. Él tiene 39 años, ella 63. Ella fue la profesora de teatro de Macron cuando éste tenía 15 años. Los tres hijos que Brigitte tuvo con su anterior marido son de una edad parecida a la de Macron (la hija mayor y Emmanuel pertenecían al mismo curso) y han participado muy activamente en su campaña electoral. Brigitte tiene siete nietos, el mayor de 11 años, la menor de ocho meses. A la mesa familiar suelen sentarse quince o veinte personas. Brigitte suele decir que los ataques personales que ella y su marido han sufrido durante la campaña "no son nada": "Cuando volvimos como pareja a Amiens, la profesora y su alumno, tuvimos que escuchar muchas cosas desagradables y eso nos blindó para siempre". También ha bromeado varias veces sobre su edad: "Más vale que Emmanuel salga elegido en este primer intento", dijo hace unos meses, "porque dentro de cinco años voy a tener una cara horrible".
Brigitte Trogneux, el nombre que figura en su partida de nacimiento, pertenece a una de las familias más conocidas de Amiens, la ciudad natal de ambos. Los Trogneux son chocolateros desde hace cinco generaciones y regentan una famosa pastelería. Los Trogneux son, además, muy conservadores. Cuando Brigitte abandonó a su marido, André-Louis Auzière, ejecutivo bancario, para unirse a un ex alumno de sólo 18 años, la familia no reaccionó demasiado bien. "El escándalo fue mayúsculo", dice un periodista local. Y la ciudad se convirtió un hervidero de rumores y maledicencias. Se les señalaba por la calle. Sin embargo, decidieron permanecer en Amiens. La pareja vive en París, pero pasa los fines de semana en Le Touquet, el municipio costero donde las familias pudientes de Amiens poseen su segunda residencia, y está censada ahí. Ya no tienen que soportar comentarios malévolos. Menos ahora, convertidos en pareja presidencial.
La inclusión de Brigitte en el organigrama del Elíseo implica un rompecabezas legal. Hay quien dice que instituir el puesto de Primera Dama requerirá una reforma constitucional. En términos prácticos, sin embargo, la estructura está ya hecha. Carla Bruni, la esposa de Nicolas Sarkozy, disponía de un equipo de tres personas y un presupuesto anual cercano a los 300.000 euros. Valérie Trierweiler, la ex compañera de François Hollande, amplió el equipo a cuatro personas y elevó el presupuesto a 400.000 euros anuales. Macron no quiere que su esposa reciba un salario, pero exige que tenga una posición oficial, que pueda tomar decisiones y que a nadie le parezca extraño que acuda a las reuniones en el despacho presidencial.