Carta El Mercurio, 11.06.2020 Mariano Fernández Amunátegui, embajador (r) y ex ministro de RREE
He leído con atención el editorial de “El Mercurio” de ayer en el cual se sugiere al Gobierno reconsiderar el cierre de cinco embajadas cuya clausura fue informada la semana pasada. El diario agrega, con razón, que la “sorpresiva decisión” gubernativa ha desencadenado “polémica” en la opinión pública, al nivel que el canciller ha sido citado por el Senado y la Cámara para explicar la medida, reflejando nítidamente la falta de una política de Estado frente a decisiones internacionales de significación.
Además de todo lo mencionado en el editorial, cuyos argumentos tienen mucha semejanza con los expresados por el Foro de Política Exterior, habría que decir que la Cancillería ha desatendido un antiguo principio diplomático, que es la reciprocidad, puesto que los cinco países en que se cerrarán las embajadas chilenas tienen misiones diplomáticas en Santiago.
Como se sabe, cuando se cierra una embajada en un país que tiene representación diplomática en su contraparte, se entiende que se trata de una decisión de rebajar las relaciones y no es extraño que los afectados decidan también cerrar sus misiones en Chile.
Los argumentos en contra del cierre han sido numerosos y bien fundados. El caso de tres miembros de la UE, en plena negociación para la modernización del acuerdo de asociación, es inexplicable; el cierre en los dos países árabes es también un error, el que, además, podría ser interpretado de manera poco conveniente para Chile, pues se trata de resoluciones en zonas muy sensibles, con muchas tensiones, por lo que la resolución podría tener efectos políticos y diplomáticos más allá de lo que se vislumbra a primera vista.
Estimo que la Cancillería debería reconsiderar la medida por todos los argumentos expresados, pero también porque se ha producido un consenso nacional en el sentido de que la medida ha sido altamente inconveniente.