Dilma-Michelle

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La Tercera, 15.05.2016
Sergio I. Melnick

La analogía es inevitable, aunque el desenlace será diferente. Lo más obvio es que ambas son mujeres, son las primeras presidentes mujeres, están en su segundo mandato, con un pasado común de extrema izquierda, incluso revolucionaria. Es decir, ambas son políticas que algunas veces soñaron con la revolución armada al estilo cubano y que tienden a ser muy ideologizadas, testarudas o voluntaristas. En algún momento evolucionaron hacia la democracia, pero la historia deja huellas muy profundas para todos.

Dilma cometió varios errores que explican su desenlace. El hilo conductor fue su inadecuado manejo de la economía, donde aparece una segunda comparación con Bachelet. Ambas recibieron una economía vigorosa. Dilma partió una economía que crecía al 7%, con desempleo del 5.7% e inflación del 3%. Hoy, Brasil está en recesión, su desempleo llega al 11%, y la inflación sobre el 10%. El país tiene un déficit fiscal sobre el 3%, y la deuda pública subió del 50% del PIB al 70%. En síntesis aumentó el gasto de manera desmesurada frente al crecimiento, pensando que el consumo, mantendría un crecimiento aceptable. Otra similitud evidente ha sido el enorme rechazo en las encuestas a sus gestiones.Pero no escucharon. Ambas cometieron errores serios en educación.

Si vemos lo que ha ocurrido en nuestro país, la tendencia es exactamente igual: una total irresponsabilidad en el gasto y total desinterés real en el crecimiento, inversión y productividad. En Chile se suman las “reformas estructurales” ideológicas y técnicamente malas, pero llevadas a cabo usando la retroexcavadora lo que reventó las expectativas económicas.La tónica de la billetera rápida del gobierno en Chile fue anunciada con la definición del bono marzo y septiembre como un “derecho” social, una distorsión fenomenal de las buenas políticas públicas. Eso cuesta 500 millones de dólares anuales, muchísimo más de lo que se aportó a la gratuidad este año. Por cierto la gratuidad es otro ejemplo de promesas destempladas de gasto público. Luego vimos el simbólico bono del BancoEstado que se comió el 50% de las utilidades de la empresa y para que hablar de la contratación inédita de más de 100.000 empleados públicos claramente innecesarios. Quizás una manera de ocultar por un tiempo la incapacidad de la economía de generar empleo real. De hecho, las cifras de desempleo del INE son muy cuestionadas, y ahí hay otra similitud con Dilma.

El tercer ingrediente de la analogía es la corrupción que afectó a la política. En Brasil el gatillante fue Petrobras, pero era realmente una caja de pandora. En Chile fueron las boletas y facturas políticas, y el caso Caval. Frente a este tema, ninguna de las dos gobernantes tomaron una acción determinante en detener y transparentar la situación. En el caso chileno la cosa fue incluso al revés cuando el ministro del Interior intervino el Servicio de Impuestos Internos para perseguir a los adversarios y proteger a los partidarios. Las causas sistemáticamente han eludido la investigación de las campañas oficialistas, en especial lo relacionado a la Presidenta y en particular las empresas que la apoyaron. Hoy eso ya empieza a aparecer en los medios de investigación que de seguir afectará a Bachelet de manera muy seria.

El cuarto ingrediente, frente al evidente caos político que se apoderaba de Brasil, fue el quiebre de las coaliciones políticas. Dilma acusó de golpe de estado y llamó a muchos como traidores. Quienes la apoyaban se desmarcaron, la “movida” con Lula fue aun peor ya que cuando se nota la intensión se pierde la ilusión. Un error político de proporciones. En nuestro país, está ocurriendo exactamente lo mismo con la Nueva Mayoría, cuyos conflictos internos aparecen en los medios en forma cotidiana.

Como vemos, la analogía es clara y su raíz es de dos gobernantes aisladas, voluntaristas, que despreocuparon la economía, gastaron en exceso, no fueron proactivas en los temas de corrupción, y no fueron capaces de liderar efectivamente sus propias coaliciones de gobierno. Aunque ambas dejarán la misma herencia económica de países que se vuelven a parecer en sus problemas estructurales a los años 60’s, el desenlace será diferente. Dilma ha sido enjuiciada y el futuro del país entrará en una situación de mal pronóstico. En nuestro país, Bachelet terminará su periodo pero nos deja una sociedad polarizada, una economía en mal estado, cuentas públicas desastrosas, y reformas estructurales demasiado mal hechas que pesarán por décadas. Ambas son malas para escuchar y dialogar y así se fueron aislando y quedando solas.

La periodista brasileña Miriam Leitao en O Globo sintetizó lo esencial:“Dilma debería haber escuchado las alertas, pero ella siempre creyó que lo sabía todo”. Bueno, Bachelet en mi opinión aún está a tiempo de escuchar. ¿Lo hará?

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