El revolucionario de la solidaridad

Columna
El Líbero, 08.02.2016
Cristóbal Ruiz-Tagle, director de Estudios IdeaPaís

El último revolucionario del siglo XX, como ha llamado un importante banco de la plaza al carismático líder sindical polaco Lech Walesa, visitará nuestro país como invitado estelar a una instancia donde compartirá con autoridades e intelectuales sobre la situación actual de nuestro país.

Sin duda, este es un buen pretexto para adentrarse en el legado de este ciudadano que, desde su posición de electricista y con una cuota de fuerte liderazgo y mucho sacrifico, logró un movimiento ciudadano que terminó doblándole la mano al comunismo.

Walesa entra en la arena política en oposición a un gobierno que prohibía la asociación libre de trabajadores y que, además, tenía a los empleados en pésimas condiciones laborales y humanas. Atentados contra los derechos humanos, precarias condiciones para ejercer el trabajo, inseguridad, malos salarios y condicionantes sociales que eran paradójicas para un gobierno comunista que prometía la dictadura del proletariado eran algunas de las condiciones que imperaban.

Con este contexto, presionando y con múltiples manifestaciones de trabajadores que reclamaban libertad y mayor dignidad, Walesa, juntos a otros, decidieron organizarse  en torno a la solidaridad. Como puede verse en algunos relatos, este concepto refería a aquella forma de entender una lucha en la cual “toda la gente se unía por algo”. Una propuesta potente que muestra que unidos por causas nobles se pueden obtener, tal como lo muestra la historia, resultados que parecen inimaginables.

Así, los miembros de Solidaridad, bajo el carismático liderazgo de Walesa, empezaron a posicionarse como opositores al régimen comunista con una propuesta que le hace sentido a la clase trabajadora a través de la crítica a la opresión y, apoyados también, por un grupo de intelectuales que permitía dar el paso desde malestar hacia una coordinación que pudiera decantar en una verdadera propuesta política coherente, siendo así una organización donde cada uno cumplía con su rol de manera coordinada.

Fueron bastantes años de lucha sindical y de oposición los que tuvieron que llevar a cuestas los miembros del movimiento Solidaridad, no libres de represión, encarcelamientos y un sacrificio que tuvo costos familiares, laborales y políticos. El mismo éxito que este grupo se había ganado, siendo el primer sindicato libre del bloque soviético, llevó a que en 1981, con las presiones de la URSS, se  dictara una ley marcial que termina con más de 250 líderes de oposición muertos y cerca de 10.000 presos políticos, entre los que se cuentan los 11 meses de reclusión que tuvo que sortear Walesa.

Pero fue este período tras las rejas el que lo llevó a las máximas tribunas mundiales. Una fuerte campaña internacional por parte de la resistencia polaca, y en especial de Danuta Walesa, su mujer, donde se mostraban los abusos contra los derechos humanos que realizaba el régimen, termina decantando en que, en 1983 a Walesa, y con eso a todo el sindicato Solidaridad, se le reconoce con el premio nobel de la paz.

Así, la historia de Walesa llega a su auge cuando logra, con más del 70% de los votos, erigirse como el primer presidente de la era democrática en Polonia. Sin dudas un logro sin precedentes que es la piedra final de un largo proceso de lucha contra la injusticia del régimen comunista.

Con un sello característico, en el que destacaba su simpleza y autenticidad -que ciertamente lo han inmiscuido en ciertas polémicas-, su sencillez que lo lleva a volver a trabajar como electricista luego de haber sido presidente, tal como fue su vida anteriormente, o gracias a su característico ímpetu que lo hace ser un líder vigoroso que no está dispuesto a callarse las injusticias, nos muestran una personalidad política de la cual tenemos mucho que aprender para encontrar luces a la crisis de representación que tenemos hoy en día.

Pero más aún podemos aprender de la propuesta política que logró plasmar mostrando que es posible erigir un discurso basado en la libertad, pero que al mismo tiempo tenga una fuerte preocupación por las injusticias y la dignidad de todas las personas. La solución a esto se encuentra desde la solidaridad, como respuesta mediante la cual es posible construir grandes empresas comunes donde las personas, libremente, se alineen para dar respuesta a las crisis sociales que hoy vivimos.

El motor del éxito de la propuesta de Walesa a través de Solidaridad se funda en el hambre por lograr una verdadera libertad y condiciones de justicia para todos sus compañeros, trabajadores y ciudadanos de Polonia, donde, desde la genuina y activa preocupación del otro, la libre asociatividad, el trabajo gradual y el diálogo, la legítima capacidad de manifestación y presión ciudadana, y el hecho de estar dando la pelea por batallas que tienen sentido y valen la pena, terminan con cambios que logran doblarle la mano a la historia. Sin duda un estilo que pese a su distancia histórica, está más actual que nunca para dar respuesta al malestar político que hoy reina en nuestro país.

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