Embajadores eméritos creen que el peso internacional de España ahora es menguante

Editorial
El Debate, 02.11.2025
Redacción

Embajadores que ejercieron su labor sobre todo a partir de la Transición, asumiendo al principio grandes retos para sacar a España del aislacionismo de la dictadura, consideran que el papel internacional de nuestro país ha perdido peso y critican además la politización del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Inocencio, 'Chencho', Arias, que además de ser embajador ante la ONU, fue director general de la Oficina de Información Diplomática (OID) con tres gobiernos diferentes (UCD, PSOE y PP), entre otros destinos, es muy crítico con la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez al reprocharle eslóganes «vacuos» como la diplomacia feminista o que se den «batallas idiomáticas desgastadoras en Bruselas por oportunismos personales», refiriéndose a los intentos por conseguir que el catalán, euskera y gallego se use en las instituciones europeas.

Lo cuenta en el libro «Embajadores de España, la patria habla a través de nosotros», del diplomático jubilado Domingo de Silos Manso, quien a través de 23 entrevistas a destacados diplomáticos, muestra los entresijos de una carrera ejercida muchas veces en tiempos complicados para nuestro país y la visión que tienen en la actualidad de las relaciones internacionales y el papel que desempeñamos.

Según cuenta Arias, España «no es un cero a la izquierda en el exterior», pero cuenta menos que en otros momentos recientes. «No lideramos en nada como se nos vende».

Rafael Spottorno, que aparte de diplomático fue jefe de la Casa del Rey en tiempos de Juan Carlos I, opina que el papel de España en el tablero internacional es «menguante» hoy en día, mientras que otros se quejan de la falta de medios económicos en el servicio exterior, como insiste María Jesús Figa, embajadora en Vietnam o ante la Santa Sede y la única mujer diplomática de su promoción cuando ingresó en 1978.

Hay críticas que se centran más en la gestión interna, como es el caso de Alberto Aza Arias, embajador de México o en el Reino Unido, además de jefe de gabinete de Adolfo Suárez, entre otros cargos, quien si bien valora que la carrera diplomática sea ahora más profesionalizada, se queja de «la politización interna» en el Ministerio de Asuntos Exteriores y pide acabar con ella.

Ante estos reproches y críticas que ha recogido en estos 23 testimonios, Domingo de Silos, en una entrevista con EFE, mantiene la equidistancia y se limita a señalar que hay una evidente falta de medios humanos y económicos en el servicio exterior y desaprueba igualmente «la falta de comunicación» del Ministerio. Y, pone como ejemplo reciente, el hecho -dice- de que aún no se sepa en qué consiste el acuerdo sobre Gibraltar firmado el pasado 11 de junio y aún pendiente de ratificar.

De Silos evita entrar en las quejas de arbitrariedad y politización que manifiestan algunos de sus colegas en el libro y que también ha denunciado la Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE), limitándose a decir que hay muchos que censuran estas prácticas que atribuyen al Ministerio de Asuntos Exteriores que dirige José Manuel Albares.

Jorge Dezcallar, otro de los diplomáticos que empezó su carrera poco antes de la muerte de Franco y que además de embajador en Washington con George Bush (hijo) y Barak Obama fue director general del CNI, se pregunta si España tiene ahora una política exterior.

La respuesta que da él mismo es que la hubo en la etapa de Felipe González, destacando la buena relación con Alemania; también con José María Aznar al subrayar la «excelente» sintonía con EE. UU., pero «esto se acabó con Zapatero y no mejoró con Rajoy», sostiene.

Sin mencionar expresamente la etapa de Sánchez, lamenta que los diplomáticos se hayan visto obligados a defender lo contrario que defendían en 2017 tras el 1-O en Cataluña. «Es difícil que en estas circunstancias te tomen en serio», afirma.

Más indulgente se muestra Antonio de Oyarzábal, que fue embajador de EE. UU. tras la caída del telón de acero, al hablar de que España padece «una cierta timidez internacional», insistiendo en que hay que estar atentos y llevarnos bien con nuestros socios y aliados, prestar atención también a Iberoamérica, al Mediterráneo y África, «y no perder posiciones».

También en esta línea, Eugenio Bregolat, que fue embajador en Rusia y tres veces en China, asegura que nuestra capacidad de influencia no puede separarse de Europa, donde España puede aportar su singular relación con Iberoamérica.

Precisamente, Iberoamérica es una de las cuestiones sobre los que varios diplomáticos lamentan que siendo un pilar de la política exterior no se esté cuidando lo suficiente, algo en lo que coincide plenamente Domingo de Silos, quien recalca a EFE que hay países que tienen un enorme peso en esa región, como Argentina o México, «con los que no tenemos una buena relación», y es evidente -asegura- que España no está siendo un puente de la UE con estas naciones.

Domingo de Silos Manso, de 81 años, que presenta el martes su nuevo libro, ha sido embajador en Gabón y Santo Tomé y Príncipe y diplomático acreditado ante la Santa Sede y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Fuera de ese ámbito, ejerció como director general en el grupo editorial Prensa Ibérica y como escritor ha hecho también una incursión en la novela con la obra «La Onza de Oro».

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