Evo, el provocador

Columna

El Mercurio, 26.09.2016

Tamara Avetikian

"Quiero batir todos los récords desde la fundación de la república. Quiero ser el mejor Presidente de la historia". Evo Morales demuestra que no tiene límites para su ambición política, y a pesar del mal resultado del referéndum de febrero pasado, que le impide, por ahora, presentarse a una cuarta reelección, ya está deslizando palabras que dejan claro que no ha renunciado a ese objetivo. "Dirigentes sociales y mis médicos me han dicho que mi vida y mi rodilla (recién operada) ya no me pertenecen a mí sino al pueblo".

Está claro, ¿no? Evo espera pacientemente que "desde las bases" se vuelva a impulsar la reforma constitucional para habilitar una nueva candidatura. Y también desde arriba, porque su Vicepresidente, Álvaro García Linera, no oculta el propósito cuando declara que "Evo no tiene opositor... el horizonte de época plurinacional requiere de una década más para expandir su energía". El ideólogo del régimen está claramente apuntando a que no será fácil destronarlos y, para ello, se sigue alimentando la imagen de Morales como el redentor, el único capaz de sacar adelante a Bolivia. Un Evo imbatible.

Y cuando la unidad falla (como con las recientes huelgas y disturbios de los mineros), qué mejor que avivar la odiosidad contra Chile, una estrategia que le ha dado tantos dividendos, como los que recientemente le dio la nacionalización de los hidrocarburos.

La campaña antichilena, en todo caso, tiene dos caras: una es la cohesión interna y la otra es la búsqueda de solidaridad global. Naciones Unidas es el óptimo escenario para perseguirla. "Tal vez, antes de su despedida podría decir algunas palabritas sobre el tema del mar, estoy insistiendo, insinuando eso", señaló Evo Morales aludiendo a Ban Ki-moon. El secretario general, que está por terminar su gestión al mando de la ONU, no cayó en la burda trampa del Presidente boliviano. Quizás por eso, Evo partió apuradito a Ginebra, después de pronunciar su discurso en Nueva York (con mención al tema marítimo), para denunciar, ahora frente al Consejo de Derechos Humanos, la supuesta violación "sistemática" de los derechos humanos de los transportistas bolivianos y de sus familias, y el trato "discriminatorio" por "racismo" a su paso por territorio chileno.

Hacerse la víctima sin pudor es una estrategia conocida. Lo nuevo es exponer, en un foro alternativo y en contra de la realidad, los "abusos", "arbitrariedades" y "humillaciones" que supuestamente Chile inflige a los bolivianos. Abrir otro frente de desacuerdo bilateral contradice su reciente llamado a negociar. ¿Qué buscará Morales con esta nueva provocación? Probablemente, sacar a los chilenos (y a la Cancillería) de sus casillas y proclamar que somos los matones del barrio.

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