La estrategia de seguridad de EEUU

Columna
La Crónica de Badajoz, 14.12.2025
Jorge Dezcallar de Mazarredo, Embajador de España

Cuando en 2015 Trump se presentó a la presidencia de los Estados Unidos nos preguntábamos si las barbaridades que decía había que tomarlas en serio. La respuesta es que había que tomarlas en serio y también literalmente. Lo que hace una década parecía impensable hoy es una realidad y la mejor prueba es su nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) trufada de grandilocuencia trumpiana (“una hoja de ruta para garantizar que América continúe siendo la nación más grande y exitosa de la historia humana”), y de los ideales trumpianos de la fuerza sobre el derecho, de “America First” y de MAGA, o sea la promoción de todo lo que haga a su país más fuerte, más seguro y próspero. Y los demás que se apañen.

Se trata de un texto breve, 29 páginas que se divide en cinco capítulos dedicados al Nuevo Continente, Asia, Europa, Oriente Medio, y África. Por este orden, que ya es indicativo de sus prioridades. El mundo solo importa en la medida que afecta a los intereses americanos.

Sobre las Américas la ESN reivindica la Doctrina Monroe (en Washington ahora la llaman irónicamente Doctrina Donroe por Donald) para asegurar la primacía de los intereses comerciales y de seguridad estadounidenses, limitar la penetración de otros países (¿también la UE?), y enfrentar los problemas migratorios y de narcotráfico. Para eso Washington favorecerá la llegada al poder de gobiernos amigos y hostigará a los que perciba como hostiles.

Sobre Asia, el objetivo es contener a China, obligarla a un mayor consumo interno porque el mundo “no puede absorber su exceso de producción” y frenar su expansionismo militar. “Evitar un conflicto sobre Taiwán... es una prioridad”, y recuerda que Washington “no apoya ningún cambio unilateral del statu quo”. Estas referencias han caído como un tiro (nunca mejor dicho) en Beijing que ha convertido la recuperación de la isla en un objetivo irrenunciable.

Sobre Europa, un jarro de agua fría que no sorprende porque llueve sobre mojado. Desprecio y paternalismo con una oveja descarriada. Para Washington Europa está perdiendo el alma, su “identidad occidental”, como consecuencia de la inmigración y de políticas que limitan la libertad de expresión y anuncia su intención de ayudarnos a recuperar las verdaderas esencias europeas (!). Al proclamar este apoyo a las tendencias iliberales, Washington nos declara una auténtica guerra cultural que se añade a las diferencias que ya mantenemos en comercio, en servicios, o en seguridad. Con amigos así no necesita uno enemigos. EEUU asume la Teoría del Gran Reemplazo que afirma que la inmigración está borrando la cultura europea, y se declara dispuesto a corregir esta deriva “cultivando la resistencia” de “partidos patrióticos” (se refiere a AfD, Vox, FN etc) en lo que supone una inaceptable injerencia en nuestros asuntos internos que ya ha sido rechazada con firmeza por António Costa en nombre de los 27. También afirma que las expectativas europeas sobre la guerra de Ucrania no son realistas sino un estorbo y que solo los norteamericanos pueden encontrar una solución. Sobre la OTAN parece sumarse a Moscú al rechazar el modelo de “una alianza en perpetua expansión”. En Europa estas ideas han caído comprensiblemente mal y confirman el deterioro de la relación trasatlántica y el creciente distanciamiento con EEUU, mientras han sido acogidas con satisfacción en el Kremlin por las mismas razones.

Oriente Medio pierde importancia porque ya no está al borde de “una catástrofe inminente” sino que aparece como “un lugar de asociación, de amistad y de inversión”, especialmente las petro monarquías del Golfo cuya democratización se abandona como objetivo: “Debemos aplaudir las reformas cuando y donde surjan orgánicamente, sin tratar de imponerlas desde fuera”. Y para que no queden dudas añade: “Queremos buenas relaciones y relaciones comerciales pacificas con los países de todo el mundo sin imponerles cambios democráticos o sociales que no estén en consonancia con sus historias y tradiciones”. Los derechos humanos al baúl de la historia.

Finalmente, tres párrafos dedicados a África para cambiar el enfoque centrado en la ayuda por otro que privilegie el comercio e inversiones en países que abran sus mercados a los productos y servicios americanos, en especial energía y minerales estratégicos. En el plano político, se expresa preocupación por la expansión del islamismo radical en África y dice que EEUU ayudará a alcanzar acuerdos en conflictos abiertos, pero sin “compromisos o presencia americana a largo plazo”. África sigue importando muy poco en Washington. Y nosotros cada vez menos.

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