La importancia de ponerse de pie

Columna
Infobae, 15.03.2021
Felipe Frydman, economista argentino, ex embajador y consultor del CARI
La visita del papa Francisco a Ayatola Ali Sistani, líder de la comunidad chiita de Irak, tuvo como objetivo retomar el diálogo con el Islam, que inició en 2013 con escasos resultados hasta ahora

La reunión entre el Papa Francisco y el Gran Ayatola Ali Sistani, líder de la comunidad chiita de Irak, recibió toda clase de interpretaciones. Las agencias de noticias destacaron que Ali Sistani, de 90 años, recibió al Jefe de la Iglesia Católica de pie como un signo de reconocimiento al Sumo Pontífice en su humilde morada en la ciudad sagrada de Nayaf. El encuentro quedó retratado en una foto que recorrió el mundo para señalar la importancia del diálogo sin conocerse el contenido de la conversación. La Oficina de Ali Sistani distribuyó un comunicado con sus palabras sobre el papel de los líderes religiosos para enfrentar los grandes desafíos de esta era incluyendo opresión, pobreza, justicia social, bloqueo económico, desplazamiento y especialmente el calvario del pueblo Palestino en los territorios ocupados. También incluyó una frase dirigida a los grandes poderes urgiéndoles a priorizar la razón y sabiduría sobre el lenguaje de la guerra.

El Ayatolla Ali Sistani no suscribió el documento del Papa Francisco y el Gran Imán sunita Ahmad Al-Tayyeb denominado “Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común”, firmado en los Emiratos Árabes Unidos en febrero de 2019. Los sunitas son mayoría entre los musulmanes mientras que los chiitas, que representan el 15%, predominan en Irán, Irak y el sur de El Líbano. Esta distribución geográfica de las dos interpretaciones del Islam explicaría la distancia que tomó Ali Sistani del documento “Fraternidad humana” y sus referencias en el comunicado a temas de interés de Irán. Este país colaboró en la lucha contra el extremismo de ISIS que recibió el apoyo sunita.

El documento “Fraternidad Humana” reconoce la pluralidad y la diversidad de las religiones como expresión de la “sabia voluntad divina”, condena al integrismo, ensalza el diálogo y recuerda la prohibición de matar. Pero censura al extremismo ateo o agnóstico, el individualismo, las filosofías materialistas, la decadencia cultural y moral y la codicia de la ganancia insaciable, poniéndoles al mismo nivel del fanatismo religioso de ISIS que utilizó esos mismos argumentos como excusa purificadora para masacrar cristianos y chiitas en las zonas bajo su control.

El viaje del Sumo Pontífice tuvo el propósito de expresar su solidaridad con la comunidad cristiana que en algún momento sumó 1.500.000 y que ahora no supera los 250.000 fieles, después de los ataques del integrismo musulmán en la ciudad de Mosul o los atentados terroristas contra las Iglesias en Irak y Egipto desde 2012. Pero quizás el objetivo real fue retomar el diálogo con el Islam que inició en 2013 con escasos resultados hasta el presente. “Fraternidad Humana” menciona que Occidente podría aprender de Oriente las curas para sus enfermedades espirituales mientras este podría encontrar en aquél elementos para superar el declive científico, técnico y cultural. Esta afirmación muy alejada de contenido religioso y enmascarada en la necesidad de mejorar la relación Occidente-Oriente establece una jerarquía material de valores y una falta de comprensión de la problemática estructural y política que atraviesa esos países para superar la pobreza y ausencia de derechos.

Las persecuciones religiosas tuvieron origen en el proselitismo para imponer la superioridad de una verdad metafísica sobre el resto de las creencias consideradas paganas que surgía de los textos de adoctrinamiento. Los intentos de conversión que durante siglos sirvieron de excusas para las matanzas de “infieles” no derivaban de una falla en la lectura de los textos. Es el mismo adoctrinamiento, que aprovechándose de la excusa del diálogo religioso, estigmatiza a ateos y agnóstico equiparándolos con el integrismo hoy islamista y ayer cristiano. Quizás ahí esté la razón de ignorar en un documento que pretende ser objeto de reflexión la importancia de la democracia como el sistema de gobierno que garantiza el respeto de mayorías y minorías y que el dogmatismo, compañero de ruta de los totalitarismos de cualquier origen, continúa tratando de socavar para reemplazarla por regímenes de masas amorfas, donde se ahoga el individualismo que tanto disgusta al Sumo Pontífice y semejantes de todas las religiones.

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