Los desafíos que enfrentarán “los nuevos BRICS”

Columna
El Mercurio, 01.01.2024
Alberto Rojas Moscoso, periodista, cientista político y director Observatorio de AAII (U. Finis Terrae)

Con la llegada del primer día de 2024 se concretó la esperada ampliación del grupo de los BRICS, originalmente integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Y tal como se acordó en su XV cumbre anual —en agosto pasado—, a partir de ahora se suman Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Etiopía.

Argentina, durante los últimos meses de la administración del expresidente Alberto Fernández, también había anunciado que ingresaría al bloque, pero hace pocos días el gobierno de Javier Milei informó a los países BRICS que declinaba esta opción, indicando que “muchos ejes de la política exterior actual difieren” de la administración anterior.

El origen de este bloque se remonta a 2001, cuando el entonces economista de Goldman Sachs, Jim O'Neill, acuñó el acrónimo BRIC para describir a un grupo de cuatro mercados emergentes que a comienzos de este siglo se mostraban como economías clave en el futuro cercano.

En 2006, Brasil, Rusia, India y China le dieron forma al BRIC como un grupo oficial, cuya primera cumbre se realizó en Ekaterimburgo (Rusia), en 2009. Y al año siguiente sumaron a Sudáfrica, añadiendo la letra S al acrónimo.

Si hasta 2023, los BRICS representaban más del 42% de la población mundial, el 23% del PIB y el 18% del comercio mundial, con la incorporación de cinco nuevos miembros, este bloque tendrá un nuevo perfil y tonelaje internacional. Sobre todo, pensándolo como un contrapeso del G7, integrado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá (además de la Unión Europea), y que hoy concentra alrededor del 10% de la población mundial, el 55% del PIB y el 65% del comercio internacional.

Sin embargo, los nuevos integrantes pueden hacer más compleja la coordinación interna, sobre todo considerando sus diferencias económicas, políticas y de intereses. Asimismo, hace tiempo que los BRICS se han ido posicionando como un grupo que a sus raíces económicas y comerciales han sumado una clara dimensión geopolítica.

Por ejemplo, no se puede ignorar que al interior del bloque está China, que hace años mantiene una tensa relación con Estados Unidos, sobre todo a partir de la creciente rivalidad en términos económicos, tecnológicos y militares.

A esto se agrega Rusia, que arrastra las consecuencias políticas y económicas de la injustificada invasión a Ucrania, las que mantienen a este país bajo fuertes sanciones y que han dinamitado sus vínculos con Occidente.

Mientras que India, de la mano del primer ministro Narendra Modi, busca consolidarse como una potencia de primer orden que, producto de su rivalidad con China, ha ido acercándose cada vez más a Estados Unidos.

Ahora, a “los nuevos BRICS” se suma Egipto, que atraviesa por una profunda crisis económica y es el segundo mayor deudor del FMI. Pero Egipto sigue siendo un actor relevante en Medio Oriente, tanto por su influencia política como por la importancia que le otorga el estratégico Canal de Suez.

Etiopía, por su parte, es el segundo país más poblado de África y que durante años fue una de las economías de mayor crecimiento en este continente. Y que ahora intenta dejar atrás los estragos de la guerra civil en la región de Tigray, con la esperanza de recuperar su protagonismo regional.

Al bloque también se añaden tres de los mayores exportadores de petróleo del mundo: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán. Un grupo de actores clave para las economías de China, Rusia e India, fundamentalmente.

El punto es que, a pesar del enorme logro de la diplomacia china, que permitió en 2023 el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Riad y Teherán, ambos países siguen manteniendo una “guerra fría” en Medio Oriente, tanto por motivos políticos como religiosos. Eso, sin olvidar que Irán es un enemigo declarado de Estados Unidos, mientras que Arabia Saudita es uno de sus mayores aliados en la región.

Habrá que esperar para descubrir cómo funciona esta nueva composición de los BRICS, con una poderosa China al centro y una estratégica proyección hacia el hemisferio sur. Y, sobre todo, cómo llegarán a la próxima cumbre de líderes, que se realizará en octubre de este año en la ciudad rusa de Kazán. Una clara concesión a Vladimir Putin, a quien una orden de captura de la Corte Penal Internacional le impide viajar con libertad más allá de sus fronteras, incluso dentro de los BRICS.

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