Los mitos y particularidades de la guerra en que Bolivia perdió 240 mil km cuadrados

Reportaje
El Mercurio, 09.09.2017
Gaspar Ramírez
Historiadores de ese país cuestionan el número de muertes del conflicto con Paraguay en el que participaron oficiales chilenos en retiro

El nueve de septiembre de 1932 comenzó el conflicto más sangriento del siglo XX en América Latina, que según cifras oficiales dejó casi 90 mil muertos y en el que Bolivia perdió 240 mil kilómetros cuadrados de territorio ante Paraguay: La Guerra del Chaco.

Ese día, hace exactos 85 años, se considera como el comienzo formal de la guerra con la movilización de tropas paraguayas para retomar el fortín Pitiantuta, ubicado en el Chaco Boreal, que había sido capturado por el bando boliviano tres meses antes. Una guerra moderna en la que entraron en combate tanques, aviones, todo tipo de artillería. Todo, en un escenario donde escaseaba el agua, sin ciudades ni apoyo logístico para las tropas. Por algo se conoció como el "Infierno Verde".

Un conflicto en el que América Latina vio por primera vez combates aéreos, donde el escritor más famoso de Paraguay fue camillero, y donde, según el lado boliviano, el petróleo no estuvo detrás como motivo principal. Mitos y particularidades de una guerra que redibujó una parte del mapa sudamericano.

¿El petróleo?

Se considera que el petróleo fue el principal motivo de los combates. Robert Brockmann, historiador boliviano y catedrático de Historia en la Universidad Católica Boliviana, dice que la causa fue "la contradicción de documentos y mapas coloniales acerca de la propiedad del Chaco. El Chaco, por las condiciones de su naturaleza hostil, no pudo ser penetrado ni mapeado durante la colonia ni, por largo tiempo, por los dos países que lo reclamaban suyo".

"La estadounidense Standard Oil actuó contra Bolivia antes y durante la guerra. Va entonces contra toda lógica suponer que la petrolera complotó para provocarla o fomentarla. Es necesaria una mentalidad tortuosa y alambicada para justificar un complot ahí. Los encargados de la propaganda paraguaya utilizaron ese argumento -el complot de la Standard Oil- en un intento por deslegitimar el esfuerzo boliviano. El petróleo fue, sin embargo, parte de la ecuación de la guerra, pero muy lejos de la medida que pretenden los partidarios de la teoría de conspiración", dice el experto.

Rol chileno

Chile se declaró neutral, pero entre 97 y 105 oficiales chilenos en retiro pelearon del lado boliviano. Esa participación "es un poco polémica, sobre todo por el lado boliviano. En general es algo que no les interesa recordar con mucha intensidad", dice Fernando Wilson, académico de Historia de la Universidad Adolfo Ibáñez. El experto en Historia Militar dice que la participación chilena "se dio tanto por los acontecimientos bastante agitados de la década de los 30 en Chile, que implicaron la salida de las filas de una cantidad importante de personas. Era gente que claramente estaba en una situación complicada en el país, y esta era una oportunidad formidable para sustentarse económicamente y validarse en un escenario de fuerte descrédito político interno".

Además, afirma, era un "desafío importante que representaba entrar en acción en un conflicto en el cual el ejército boliviano también tenía un encuadre y una formación alemana". Wilson dice que el mando general del ejército boliviano y parte importante de sus oficiales de nivel superior eran veteranos alemanes de la I Guerra Mundial, "por lo tanto había un tema que hacía 'interesante y compatibles' las culturas militares de ambas fuerzas".

En cuanto a la participación en el campo de batalla, el historiador dice que "el resultado profesional de esos oficiales fue bastante bueno. Hay reconocimiento boliviano al esfuerzo y el sacrificio de esa gente, y en general su presencia fue bastante destacada".

Por otro lado, dice Wilson, esa valoración positiva "contrasta con el otro aspecto, un incidente vinculado a normas de neutralidad, por medio del cual Chile detuvo inicialmente algunos pertrechos militares bolivianos que estaban ingresando por el puerto de Arica, que llevaron a un arbitraje y finalmente se concluyó que Chile debía dar el derecho de paso a ese material en virtud del tratado de 1904".

Un "apéndice"

Una de las preguntas que surge es: ¿Por qué para Bolivia la Guerra del Chaco no resultó tan traumática como la Guerra del Pacífico, si perdieron cerca de 240 mil kilómetros cuadrados (contra los 120 mil km cuadrados que reconoció como territorio de Chile)?

Brockmann dice que esto se debe a que "el territorio de la costa del Pacífico cumple con la función de pulmón de Bolivia, mientras que el Chaco es un territorio remoto, que en el mejor de los casos ejercía la función de un apéndice o un dedo meñique, independientemente de su tamaño. No es lo mismo perder un pulmón que un meñique. Nada entra o sale por/desde el Chaco. Todo entra o sale de/a Bolivia por el Pacífico".

Cantidad de muertos

Según las principales estimaciones, entre 1932 y 1935, la Guerra del Chaco dejó alrededor de 60 mil muertos por el lado boliviano y cerca de la mitad del lado paraguayo. Para Brockmann, "con todo, a pesar de la movilización de unos 200.000 efectivos por parte de Bolivia (250 mil según otras estimaciones) y unos 224.000 por parte de Paraguay (120 mil según otras estimaciones), del lado boliviano murieron unas 31.600 personas y unos 40.000 paraguayos. Hay muchas cifras paraguayas divergentes".

Roa Bastos, el camillero

El escritor paraguayo Augusto Roa Bastos tenía 15 años al inicio de la guerra, y junto con otros compañeros quiso participar. Por su edad, le asignaron labores de camillero y de auxiliar de enfermería, donde vio morir y sufrir a los soldados que volvían del frente. Como Ernest Hemingway, que fue chofer de ambulancia en la I Guerra Mundial y después lo plasmó en "Adiós a las armas", Roa Bastos narró su experiencia en "Hijo de hombre" (1960), la primera novela del autor de "Yo, el supremo".

"Esa experiencia lo afectó profundamente, porque vio de cerca cómo los heridos de ambos bandos hasta podían estar juntos, cómo la guerra les era tan ajena a todos, combatían sin saber ni siquiera por qué", dice Mirta Roa, hija del escritor, y agrega que muchos de los prisioneros bolivianos "se quedaron voluntariamente en Paraguay, hicieron su familia: la incongruencia de la guerra".

Guerra sin odio

Brockmann, coautor del libro "Desmitificando la Guerra del Chaco", dice que, a pesar del "muy significativo cambio de fronteras en favor de Paraguay, no hubo ningún resentimiento entre ambos países. Fue una guerra sin odio, por un territorio de escasa utilidad, dada la hostilidad de su naturaleza. El petróleo que se suponía que contenía, quedó de todas maneras dentro de las fronteras bolivianas. Ni siquiera la abierta parcialización argentina de parte del Paraguay dejó un resentimiento duradero en Bolivia".

No hay comentarios

Agregar comentario