Marruecos, Argelia y nosotros en medio

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Republica, 05.10.2021
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Nuestros dos vecinos del sur están acuciados por problemas de diversa índole. Primero con su antigua metrópoli cuyas autoridades, Macron, han anunciado que van a reducir el número de visados otorgados a los magrebíes París da a entender que la medida obedece a que Rabat y Argel se niegan a aceptar a sus nacionales entrados ilegalmente en Francia y devueltos a sus países. Para los perjudicados todo huele a la proximidad de las elecciones galas. Macron ve que el tema de la emigración expansiva le puede quitar votos.

Por otra parte, las autoridades argelinas están escocidas con manifestaciones del presidente francés en las que aceptando las atrocidades cometidas por Francia en su antigua colonia se queja de que los argelinos realizan una lectura interesada de la historia, cargando las tintas en el colonialismo francés para ocultar los problemas que enfrenta ahora Argelia. De su lado, Marruecos ha recibido con cólera el anuncio del Tribunal europeo que denuncia el acuerdo agrícola y pesquero europeo con Marruecos. El tribunal reitera lo que cualquier jurista objetivo sabe y los gobiernos europeos, entre ellos el nuestro, quieren ignorar: las aguas del Sahara y sus riquezas no son marroquíes, al menos por el momento. La decisión de la instancia judicial tiene menos influencia que el paso que dio Trump adjudicando el Sahara a Marruecos, fue un regalo de un valor incalculable, pero no deja de ser una ducha fría. Un freno a los hechos consumados que busca Rabat.

Por otra parte, ambos países están en guerra fría abierta. Ya tuvieron otra cruenta poco después de la independencia argelina que aún no ha cicatrizado. Ahora, rompen relaciones, una de ellas niega el espacio aéreo a la otra y se lanzan acusaciones no siempre veladas incluso en Naciones Unidas. Los argelinos ven la mano marroquí en incendios que han devastado zonas del país y los marroquíes muestran simpatías por las inquietudes de los Kabyles dentro de Argelia. Esto, para muchos argelinos, es jugar con fuego, un golpe bajo.

Nosotros estamos en el punto de mira de los dos por la cuestión del Sahara. En el discurso del trono, el monarca marroquí dio a entender que “pelillos a la mar” después del affaire Ghali. Buena noticia para nosotros, con todo, ellos deben seguir con fruición la actividad del juez zaragozano que escarba en el asunto. Habrán entendido que la persona que autorizó la entrada del saharaui fue, como era obvio, el propio Sánchez sobre todo después de que Laya se haya negado a señalar quien fue el culpable. Eso les basta para recriminar tácitamente a nuestro presidente.

El problema español en estos momentos es que cualquier corrimiento hacia Marruecos en la cuestión del Sahara pondrá de los nervios a Argel, que en el tema del gas, vital para nosotros en cualquier época pero más ahora, nos tiene atrapados. Nos puede asfixiar.

Por cierto que la parquedad de la señora Laya en aclarar cómo y quién tomó la decisión final sobre Ghali contrasta con la locuacidad, sinceridad, del general Milley, el más alto militar estadounidense, que acaba de declarar que Biden fue advertido del desplome del ejército afgano y de la necesidad de organizar debidamente y con tiempo la evacuación de las tropas y civiles que debían salir. Milley es tildado de incompetente y deshonesto por algún periodista cercano a los republicanos pero su franqueza resulta chocante comparada con la de nuestra ex ministra.

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