Columna El Diario (Bolivia), 20.07.2017 Oscar Espinosa García, ingeniero civil boliviano y docente (U. Mayor San Andrés)
En el artículo “Narciso Campero es Presidente” publicado en EL DIARIO el 28 de junio pasado, el autor José Alberto Diez de Medina afirma que el Gral. Narciso Campero es llamado a ser presidente “como única persona capaz de regir los destinos del país en plena guerra, pese a sus notadas fallas en la conducción de la Quinta División”. Mas adelante insiste en “la mala y desafortunada conducción de la Quinta División” que habría tenido Narciso Campero.
Pero precisamente es la conducción de la Quinta División que tuvo Narciso Campero lo que mostró a la opinión pública que era el líder que debía conducir al país en circunstancias tan difíciles, en contraposición de Hilarión Daza que estaba actuando de manera irresponsable en la conducción de la guerra. Campero formó y condujo a la Quinta División con responsabilidad y compromiso. La formación de la Quinta División falló no por la conducción de Campero, sino por la incapacidad del país de formar y organizar a sus Fuerzas Armadas para defender el Departamento del Litoral.
Efectivamente Campero organizó la Quinta División a pedido del presidente Daza (cuando ya estaba retirado en Tupiza) con ciudadanos de los departamentos del Sur. La división tenía 1.800 rifles (la mitad inservibles), pólvora de mala calidad y falta de fondos, municiones, víveres, ropa, mulas y forraje. Alguna ayuda recibió de la empresa Huanchaca y personalmente de Aniceto Arce. Había una completa desnudez en soldados y oficiales y se tuvo que lamentar la muerte de varios voluntarios por las malas condiciones en que se encontraban.
La tardanza que tuvo Campero en el Altiplano se debió a la ausencia de instrucciones. Las guerras se conducen por un estado mayor a la cabeza de un comandante. Campero nunca tuvo órdenes precisas para conducir a su división. Incluso tuvo comunicaciones directas de Daza, en las que no había órdenes concretas con respecto a las acciones que debía realizar la división. Por otro lado, era intrascendente que la división, tal como estaba, se presentara en el teatro de operaciones, puesto que no tenía capacidad de combate, la división se disolvió en Oruro y Campero se fue a La Paz con los voluntarios aptos para combatir.
Después de la retirada de Camarones, los oficiales del ejército boliviano destituyeron por unanimidad a Daza de sus funciones de presidente y comandante. La retirada de Camarones fue la gota que colmó el vaso, pues Daza demostró una completa incapacidad para conducir al ejército boliviano. El Gral. Eliodoro Camacho muestra con su testimonio la actuación de Daza: “no se le ha conocido a Daza ningún plan de operaciones de campaña. Se dedicaba a mandonear y pasar su vida en los placeres de paseos al campo y de diversiones nocturnas”.
Ante la destitución de Daza, Campero fue proclamado en La Paz Presidente de la República. Inmediatamente dejó la presidencia a Ladislao Cabrera y marchó al frente de batalla con una Quinta División reducida. En la batalla decisiva que tuvo lugar cerca de Tacna en el campo del Alto de la Alianza, Campero fue elegido como comandante del ejército conjunto. Aunque los oficiales y soldados lucharon con mucho valor, no pudieron detener a un ejército chileno bien armado y entrenado. Cuando la batalla estuvo perdida, Campero y los sobrevivientes hicieron una marcha forzada para llegar a la ciudad de La Paz.
En la ciudad de La Paz, la Convención Nacional eligió como Presidente de la República a Narciso Campero, para iniciar un periodo de organización del país para enfrentar los peligros que le acechaban. Un objetivo del proceso era terminar con los gobiernos de los caudillos y crear un país con democracia e instituciones. Se organizó elecciones, en las cuales resultó elegido Gregorio Pacheco, al cual Campero entregó la presidencia.