Blog Republica, 10.10.2021 Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español
Muchos izquierdófilos mundiales, muy incluidos los españoles, detestan a Israel no ya por tropelías que ha realizado en algún u otro momento, sino por ser un aliado estrecho, aunque incómodo a veces, de Estados Unidos.
La obsesión llega, a menudo, a repetir conclusiones sustentados por los árabes extremistas. Israel es una ficción que no debería existir, una creación de los Estados Unidos para tener un peón en esa zona vital del mundo.
La conclusión sobre el nacimiento de Israel no puede ser más errónea. No fue Estados Unidos quien impuso el Estado de Israel en 1948. Quien parió a la nación judía fue literalmente la ONU. Su Asamblea General votó a fines del 1947 la partición de la zona en dos Estados, Israel y Palestina. El voto fue rotundo: 33 a favor, 13 en contra, 10 abstenciones. ¿Qué ocurrió, entonces? Que Israel proclamó su independencia inmediatamente y los países árabes no se preocuparon de apuntalar al futuro estado de Palestina, sino que invadieron a Israel para borrarlo del mapa. Los judíos resistieron y hasta ocuparon más territorio del que les había concedido la ONU.
Es decir, a lo largo de estas décadas no han sido escasas las veces en que Israel, con la connivencia de Washington, ha desobedecido a la ONU, pero los que comenzaron a hacerlo clamorosamente fueron los árabes y en un tema crucial, lea mera existencia del Estado de Israel.
La historia ha seguido con varias contiendas iniciadas por uno u otro bando, Israel no ha vacilado en torpedear la viabilidad de la futura Palestina y fruto del malestar árabe y de que en una de las dos zonas palestinas (Gaza) manda la facción extremista y terrorista de Hamás ha venido el cruel y exitoso ataque del sábado cuyos resultados finales no son fáciles de prever, pero serán sangrientos.
Por diversas razones, fallo clamoroso del servicio de inteligencia israelí, fijación de las autoridades judías, plagadas de ultras, con problemas en la otra zona palestina, Cisjordania, la astucia del grupo terrorista, la invasión ha creado un shock en Israel posiblemente superior al que sufrieron los estadounidenses con el derrumbe de las Torres Gemelas. La opinión pública israelí se ve de pronto vulnerable, ultrajada y herida, casi mil muertos, más de dos mil heridos, un centenar de rehenes…La respuesta, en consecuencia, no puede tardar y no será leve. Netanyahu ya ha anunciado que habrá un escarmiento que será recordado por generaciones.
La entrada del ejército israelí en Gaza puede ser engorrosa, más aún si tenemos en cuenta la existencia de rehenes, algo muy importante a la hora de actuar, pero ningún primer ministro judío en estos momentos, ni conservador ni laborista, va a dejar de darle una lección a un grupo, considerado terrorista en Occidente y que, en su Texto fundacional, aboga por la desaparición del Israel. El dato es importante.
Quiere decir esto que corta o larga, con bajas pocas o muchas, la respuesta será inevitablemente contundente, demoledora.
La Comunidad internacional se ha dividido, en el mundo musulmán la calle está con Hamás, los gobiernos, menos, y hasta en Europa hay matices. Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia han publicado con Estados Unidos un comunicado condenando sin ambages el terrorismo de Hamás y defendiendo a Israel.
España curiosamente no está en ese grupo. Una vez más no contamos entre los grandes de la Unión Europea. Uno puede pensar que es mejor guardar distancias porque no podemos dar la espalda al mundo árabe. Es discutible, pero tiene un costo entre los que cuentan en Occidente. España, su gobierno, no es totalmente de fiar, los servicios de inteligencia israelíes lo habrán apuntado y Biden, el alemán, el francés, el inglés, la italiana también. Con variadas consecuencias.
España tiene comunistas en el gobierno. Y su adalid, la vicepresidenta Yolanda Diaz, ahíta de ideología y hambrienta de titulares ha lanzado una encendida soflama pro-Hamás. Todos sabemos de los remoloneo, perjudiciales para el proceso de paz de los israelíes, pero justificar en base a ellos, y en caliente, un ataque terrorista con masacre de 240 civiles en un festival musical, violaciones de mujeres y toma de rehenes de toda edad y condición no es una buena tarjeta de visita en el mundo occidental. Y aunque la política exterior la marque el presidente una vice presienta no puede ir por libre ni visitando a un prófugo ni justificando una agresión que más que un acto de guerra tiene visos de brutal terrorismo ¿Por qué Sánchez no la amordaza? Sus razones tendrán.