Rescate de la expedición de Shackleton

Opinión
El Mercurio, 30.08.2016
Almirante Enrique Larrañaga, comandante en jefe de la Armada chilena

Hoy se conmemoran cien años del exitoso rescate de la expedición del célebre explorador británico Ernest Shackleton por parte de una dotación de marinos chilenos comandados por el piloto 2° Luis Pardo Villalón, a bordo de la escampavía "Yelcho".

Luego de naufragar en las costas del mar de Weddell, en su vano intento por cruzar la Antártica a través del Polo Sur, Shackleton y la tripulación del "Endurance" navegaron a la deriva sobre el hielo flotante, hasta alcanzar la isla Elefante. Luego de una larga odisea, que implicó dejar a gran parte de sus hombres en la isla, Shackleton logró volver al continente y, desde ahí, organizar sucesivos intentos de rescates -tres en total-, que no llegaron a feliz término. La Armada de Chile, al tomar conocimiento de los infructuosos esfuerzos del inglés, resolvió encomendar la tarea al piloto Pardo, al mando de la "Yelcho", quien zarpó el 25 de agosto desde Punta Arenas, arribando a la isla Elefante luego de navegar por aguas traicioneras, cubiertas de hielo y con una cartografía deficiente, el 30 del mismo mes, rescatando con vida a todos los tripulantes del accidentado buque británico.

La acción de Pardo y su dotación marcó un hito relevante para las pretensiones de Chile en el continente blanco. La primera operación de rescate exitosa realizada en aguas antárticas por una unidad de la Armada, sin duda, puso al país en una situación de privilegio por sobre cualquier otra nación que tuviese puestos sus ojos en el continente blanco. Mediante la valerosa acción de Pardo, Chile dejó de manifiesto la firme decisión de que la Antártica era de responsabilidad nacional y de que teníamos las capacidades suficientes para hacer valer esa decisión.

Es así como la importancia capital del rescate efectuado por la Armada de Chile reside en que constituyó la primera acción efectiva del Estado chileno en la Antártica, dando inicio a una sucesión de operaciones de exploración y salvamento, que se han mantenido en el tiempo hasta nuestros días. Ese acto de extraordinario arrojo y osadía, que fue llevado a feliz término gracias al temple y profesionalismo de Luis Pardo, dio al país una oportunidad que hemos sabido aprovechar en el tiempo, concretando, de manera efectiva, la presencia de Chile en la Antártica.

Cuando recordamos la hazaña de Pardo, quienes somos parte de la Marina nos sentimos legítimamente orgullosos de usar el mismo uniforme, pero a la vez asumimos la responsabilidad que ello conlleva. Sabemos que debemos estar a la altura de esos grandes marinos que, con serena valentía, pusieron el nombre de Chile en lo más alto. El rescate de Shackleton por parte de la Armada fue y debe seguir siendo un ejemplo que guíe nuestro accionar, en particular en las frías aguas antárticas. Debemos continuar con la tarea iniciada por Pardo y sus hombres, haciéndonos cargo de las acciones de salvaguarda de la vida humana en el mar en esa zona, cumpliendo a cabalidad el rol que el Estado nos asigna. La presencia de la Armada en la Antártica, que comienza, concretamente, con el rescate de la expedición británica, es fundamental y necesaria no solo para las labores específicas de rescate, sino también para afianzar la soberanía nacional en las heladas aguas de ese continente.

Hoy se celebra el centenario del rescate de esta famosa expedición inglesa en la Antártica, la que se realizó en una frágil embarcación, sin comodidades ni adelantos técnicos, pero dirigida por un bravo e inteligente comandante y con una decidida dotación. Esta hazaña fue el hito señero de la presencia naval de Chile en el meridional continente y marcó un rumbo que el país, con su Armada, ha seguido sin vacilar y con un profundo sentido del deber, comprendiendo la importancia y significado de mantener nuestra presencia en forma permanente en el continente antártico, lo que se ha materializado de manera ininterrumpida desde 1947, fecha en que se creó la primera base nacional en dicho continente.

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