Solo faltan los chilenos

Carta
El Mercurio, 16.09.021
Germán Guerrero Pavez, embajador (r) y ex director cultural del Ministerio de RR.EE.

Esta semana, más de 300 escritores, artistas y periodistas iberoamericanos firmaron una carta de apoyo al escritor Sergio Ramírez. En esta declaración, califican la persecución que sufre como “un atentado a la libertad y un insulto a la inteligencia”.

El novelista nicaragüense es uno de los 50 políticos, intelectuales y académicos perseguidos o encarcelados, en los últimos tres meses, por la dictadura de Daniel Ortega.

Su más reciente delito fue escribir la novela “Tongolele no sabía bailar”, donde una sangrienta dictadura reprime las protestas y persigue a los opositores.

La novela es una mezcla de ficción y realidad, pero la frontera entre ambas es demasiado tenue para la dictadura. Daniel Ortega no le perdona ser dibujado como un dictador corrupto y sangriento. Ordenó confiscar los ejemplares del libro, dispuso su arresto por “incitar al odio” y lo condenó a un exilio forzado.

Así, Sergio Ramírez corrió la misma suerte que otros intelectuales revolucionarios que levantaron su voz contra los abusos del régimen nicaragüense, entre ellos Carlos Chamorro, Dora María Téllez, Mirna Cunningham, Gioconda Belli, y el cura y poeta Ernesto Cardenal.

Chile ha sido cuna de ilustres escritores, artistas e intelectuales que han demostrado una férrea defensa de las libertades de expresión, opinión y creación. En esta larga tradición histórica, nuestros exponentes culturales han estado contra las dictaduras y han solidarizado con los escritores o artistas perseguidos.

La Carta de apoyo al Premio Cervantes 2017 ya fue firmada por más de 300 personalidades de España y América Latina, desde Mario Vargas Llosa hasta Almudena Grandes; desde Ángeles Mastretta hasta el músico Miguel Ríos y el director de cine Juan José Campanella; desde el escritor Leonardo Padura hasta los cantantes Ana Belén y Víctor Manuel. En la carta solo faltan los chilenos.

Hoy el mundo cultural chileno debe unirse a esta causa, porque ante la persecución y la censura —que sufrieron durante la dictadura en nuestro país— no hay ninguna excusa para el silencio.

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