Tras 12 años, Evo logra su caro anhelo: ser candidato vitalicio

Reportaje
Página Siete, 21.12.2017
Mery Vaca Villa, periodista
Si bien el Tribunal Constitucional habilitó al mandatario, de inmediato se desataron protestas en contra del fallo. La imagen de Morales, además, ha resultado desportillada a nivel internacional

Decía Filemón Escóbar, el mentor de Evo Morales, que su peor error había sido entregar el MAS a los cubanos. Llevaba sus amargados recuerdos al año 2002, cuando buscaba un candidato vicepresidencial y, de casualidad, se encontró con Antonio Peredo, quien aceptó gustoso.

Peredo, su hermano Chato y otros camaradas eran de la vieja guardia revolucionaria que se había formado a imagen y semejanza del régimen cubano. En otras palabras, ellos creían en un líder y un gobierno eternos.

Filipo y Peredo murieron, pero el proyecto que ayudaron a forjar, aunque con ideas contrapuestas, sigue vivo. No solamente eso, sino que este año consiguió el más caro de sus objetivos: la autorización para la reelección indefinida de Evo Morales.

Evo no es Fidel, pero también se dice revolucionario, socialista y ahora tiene un fallo para gobernar hasta que los achaques se lo permitan. Como Fidel.

Pero, Bolivia no es Cuba; Bolivia no es Venezuela. Eso gritaban los movimientos ciudadanos y opositores cuando protestaban contra el fallo del Tribunal Constitucional que habilita al Primer Mandatario como candidato indefinidamente. Todo está por verse.

En la Asamblea Constituyente
Una vez instalado en el poder, el año 2006, lo primero que hizo Morales fue convocar a una Asamblea Constituyente, donde empezó su pelea por perpetuarse en el poder.

No pudo lograr su objetivo en esa instancia y tampoco pudo cristalizarlo el 2008 en el Congreso de la República, donde se hicieron algunos cambios al texto de la Carta Magna, porque el MAS necesitaba los votos de la oposición para su aprobación.

Por la unidad del país, por la nueva CPE, la propuesta que hicieron los constituyentes, bajo el pedido de los movimientos ciudadanos, (de aprobar) dos reelecciones inmediatas para Evo Morales, yo renuncié por la unidad del país”, mintió Morales aquella vez.

Evo no es ambicioso, Evo no tiene  intereses”, volvió a mentir en el mismo discurso. “Evo 20 o más años de Presidente, no estamos ahí”, mintió por tercera vez.

Con ese “desprendimiento”, la Constitución sólo reconoció una reelección continua.

El TCP le dio vía libre el 2014
Pero, luego reconocería que hizo “una trampa” al acortar su primer mandato de cinco a cuatro años, para que ese periodo ya no contara y así poder postular a un tercer mandato como si fuera la segunda vez.

El 2013, el  Tribunal Constitucional le ayudó a materializar esa trampa, pues decidió que podía postular a un tercer mandato porque el primero no contaba y porque no había concluido y porque ya pertenecía a la desaparecida República de Bolivia.

Ese mandato es el que Evo Morales está ejerciendo actualmente. Pero, si alguien creyó aquella frase de que  al terminar su gestión el año 2019 se retiraría a vivir en su chaco del Chapare junto a una quinceañera, se equivocó de cabo a rabo.

El referéndum que le dijo NO
Apenas asumió el mando en enero de 2015, el MAS empezó a tejer una nueva estrategia para lograr la cuarta  postulación de Evo Morales a la Presidencia, esta vez en las elecciones de  2019.

Con sus dos tercios parlamentarios, el MAS cambió la Constitución para permitirle una nueva postulación a su único líder. Pero, el detalle es que éste debía pasar por un referendo, que se celebró el 21 de febrero de 2016.

Acostumbrado  a ganar procesos electorales, faltando cinco días para el referendo, Evo Morales no midió bien sus palabras y dijo: “Si el pueblo dice No, qué podemos hacer, no vamos a hacer golpe de Estado. Tenemos que irnos callados, pero tenemos mucha confianza (en ganar)”. Mintió otra vez. Y perdió el referendo.

Una vez conocidos los resultados, empezó la estrategia para desconocerlos con el argumento de que la gente votó engañada por la derecha y por los medios, que a decir del Gobierno le inventaron un hijo a Evo Morales con Gabriela Zapata.

Todo el año 2016  los estrategas del MAS estuvieron diseñando un plan para que Evo vuelva a ser candidato. En diciembre de ese año, un congreso del partido oficialista decidió cuatro vías que podían llevar a cumplir el objetivo. Una de esas vías era la consulta a un viejo conocido y amigo: el Tribunal Constitucional.

Así llegó el 2017, con el ambiente agitado y con una campaña electoral oficialista más intensa.

Al mismo tiempo, iba surgiendo entre la ciudadanía un movimiento que pedía el respeto al voto del 21 de febrero del año anterior. Articulados a través de redes sociales, los colectivos salieron a las calles justamente el 21 de febrero de 2017 para decir una vez más No a la repostulación.

En contrapartida el MAS también organizó concentraciones de apoyo a su líder. De tal manera que nuevamente se instaló la polarización en Bolivia.

Llegó septiembre de este año y un grupo de legisladores masistas se presentó ante el Tribunal Constitucional a pedir la inaplicabilidad de cuatro artículos de la Constitución Política del Estado, lo que consiguieron con un fallo emitido el 28 de noviembre.

Pero antes de eso, la oposición ciudadana y política volvió a protagonizar una masiva protesta nacional en ocasión del 10 de octubre, cuando el país recordó los 35 años continuos de democracia.

Desde entonces y de forma sistemática, el MAS fue organizando proclamaciones de Morales a lo largo y ancho del país, aunque sin la presencia del “candidato”.

Respecto al fallo, el argumento, que fue calificado por los opositores como “mamarracho jurídico”, “argucia legal” o “atropello a la CPE”, no podía ser más rebuscado. Los tribunos consideraron que la Constitución Política  del Estado, la misma que Morales promovió, la misma que fue aprobada en un referendo, la misma por la que hubo muertos en la Calancha de Sucre, viola los derechos del Primer Mandatario. Por lo tanto, dispusieron la “aplicación preferente” de la Convención Americana de Derechos Humanos que reconoce a los ciudadanos el derecho a elegir y ser elegidos.

De esta manera, casi 12 años después de haber tomado el poder, Evo Morales ha logrado el objetivo de convertirse en un candidato vitalicio, pero el asunto le está costando caro, sobre todo en cuanto al desgaste de su imagen nacional e internacional.

Opositores, analistas y el secretario general de la OEA, Luis Almagro, explicaron que la Convención no prevé el derecho a perpetuarse en el poder. “En realidad, el artículo 23 de la Convención Interamericana de DDHH, citado en sentencia del TCP de Bolivia, no contempla el derecho a perpetuarse en el poder”, indicó Almagro.

Apenas conocido el fallo, se activaron protestas en diversos puntos del país en contra de la reelección indefinida y, poco a poco, fueron emergiendo nuevos actores en la política nacional, como las mujeres y los jóvenes que lideran la resistencia desde Santa Cruz y que se expanden poco a poco al resto del país.

Paralelamente, la imagen del Evo Morales a nivel internacional sufre un duro golpe, reflejado en las posiciones editoriales de los diferentes diarios del mundo  que criticaron su ambición de poder con titulares como “Evo eterno”, “Evo, el perpetuo” o “Evo Maduro”.

Preparación del ensayo general
(Jorge Lazarte R.)
El análisis político  prospectivo  está más cerca del paralelogramo de fuerzas que de la simple relación lineal de fuerzas.  El resultado es siempre una resultante.

2018 será el año de las movidas de los  actores,  del armado de sus  estrategias,  la determinación de sus fines y del cálculo de sus medios con los que intentarán modificar el paralelogramo  actual de fuerzas  en favor de sus expectativas  para las elecciones de 2019.

El punto de partida es una Bolivia  ya sumergida en  un proceso electoral precipitado por la decisión del gobierno-MAS de habilitar a Evo Morales, mediante una reforma constitucional, para un cuarto mandato inmediato.   El resultado fue  la más contundente derrota política que alcanzó al corazón mismo del sistema de poder, que abrió una nueva coyuntura  marcada por la  incertidumbre política entre  unos que pueden cada vez menos y los otros que no pueden aún.

De todos modos, el MAS-gobierno- que   sigue siendo la fuerza con más gravitación política-  el 2018 enfrentará cada vez más problemas de gobernabilidad  interna por conflictos de   reacomodo,  intereses entre sus facciones ;   y de gobernabilidad socio-política en una   sociedad  que cada vez más pasa del descontento a la indignación activa.  No le será fácil gestionar ambas ingobernabilidades.

Por el lado de la  oposición-que se ha potenciado  y puede ser mayoría electoral-, sus esfuerzos estarán orientados a  vencer la extrema fragmentación  de los colectivos ciudadanos y la no menos dispersión y personalismo de los “partidos” no oficialistas.

2018 será el año de despliegue  de intentos de  vertebrarse horizontal y verticalmente, mediante la construcción de una  difícil candidatura de “unidad”, que dará origen  a disputas internas.

Es decir,  el 2018 será un año de configuración del campo de fuerzas para las elecciones del año siguiente.

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