El nuevo emperador

Columna
Infopuntual, 11.07.2016
Roberto García Moritán, ex vicecanciller argentino

El Presidente Xi Jinping ha celebrado los 95 años del partido comunista recordando a la docena de revolucionarios que en julio de 1921 dieron nacimiento en Shanghái a la nueva China. Seis líderes guiaron un proceso que convirtió al país en una de las potencias principales del mundo. La consultora Price Waterhouse Coopers (PwC) prevé, en un informe de perspectiva, que en el 2050 la economía china será la primera del mundo en tamaño y superior a la estadounidense en un 29%. Para tener noción de lo que ese dato representa basta quizás con señalar que hoy la economía de China es un 23% la de Estados Unidos.

Para alcanzar esos resultados extraordinarios el nuevo esquema de poder en China parece dispuesto a alterar una serie de premisas que caracterizan la China conocida. La duda es si el actual Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de China y Presidente del país, Xi Jinping, el hombre individualmente más poderoso desde Mao Zedong, estaría cambiando la fórmula ganadora de China que le permitió en las últimas décadas haber logrado la mayor revolución económica de la historia con una tasa media anual de crecimiento del 10%.

Según un reciente discurso partidario Xi parecería promover un regreso enfático a la base ideológica original del partido comunista probablemente como consecuencia, entre otras, que los años de crecimiento de dos dígitos quizás no regresen muy pronto. También en virtud que las tensiones económicas y políticas dentro de China han aumentado, entre otros motivos, por haber lanzado una nueva purga contra la corrupción que afecta al sector empresarial y a la propia estructura del partido que, a la vez, sirve para eliminar enemigos internos y hasta podría incluir al ex presidente Hu Jintao. En ese contexto, la Administración Xi parece encaminarse a dejar a tras el modelo de liderazgo colectivo como la imagen de sucesiones presidenciales gestionadas por el propio partido comunista.

Esta etapa, que tendría como eje una revolución tecnológica industrial, estaría impulsado un esquema económico basado en el consumo interno y los servicios más que en las exportaciones, las altas tasas de inversión y  salarios bajos. La incógnita por el momento es saber si cuenta con la suficiente masa de consumidores de la clase media capaz de servir de sostén económico y garantizar el crecimiento del PBI.

Asimismo, mientras que la llave de la fórmula exitosa de Deng Xiaoping fue la primacía de la economía sobre cualquier otro factor, la de Xi parece virar para otorgar un lugar preferencial a la política exterior sobre propósitos exclusivamente económicos comerciales. De 193 países que hay en el mundo, China es hoy el socio principal de 130.

Ese cambio de patrón puede plantear desafíos sobre la estabilidad internacional al pretender reafirmar y expandir una mayor presencia más activa en el mundo. También al mostrar disposición a dar respuestas más enérgicas a Occidente, en particular a Estados Unidos y algunos vecinos asiáticos. La tensión en el Mar de China Meridional es un ejemplo como lo es el grado geométrico de la capacidad militar adquirida en armas convencionales, renovación del armamento nuclear y en tecnología espacial y cuestiones conexas.

Es evidente que China pretende ser lo que ha sido durante 20 siglos, desde la antigüedad hasta la revolución industrial, la primera potencia mundial en términos de producto bruto interno gracias al número de su población. También demostrar que puede aspirar a lograr el nivel de vida más elevando del planeta como lo fue hasta el siglo XVIII.

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