A 28 años de la caída del Muro de Berlín

Carta
La Tercera, 11.11.2017
Enrique Brahm García, académico de la Facultad de Derecho y del Instituto de Historia (U. de los Andes

La ignorancia sobre la división del mundo, lo que fue el dominio comunista sobre los países de Europa Oriental, el contenido de su doctrina y su concreta aplicación práctica, es ya casi absoluta. Hablar de la Guerra Fría y de los sistemas comunistas es casi como hablar de los fenicios; algo lejanísimo y sin mayor relación con la vida de las generaciones actuales. Ello es así pese a que existen todavía regímenes comunistas en Cuba, China, Corea, y el de Vietnam, donde la Presidenta acaba de homenajear a Ho Chi Minh.

Ello explica que para muchos el 9 de noviembre de 1989, día de la caída del “Muro de Berlín”, parezca no significar demasiado. Otro sentido es el que tiene ese acontecimiento central en la historia del siglo XX en los países que se liberaron del yugo comunista. Bien lo hacía ver el Papa Benedicto XVI en 2009 al visitar República Checa, en su discurso ante el mundo académico: “La gran tradición formativa, abierta a lo trascendente, que está en el origen de las universidades de toda Europa, quedó sistemáticamente trastornada, aquí en esta tierra y en otros lugares, por la ideología reductiva del materialismo, por la represión de la religión y por la opresión del espíritu humano. Con todo, en 1989 el mundo fue testigo de un modo dramático del derrumbe de una ideología totalitaria fracasada y del triunfo del espíritu humano”.

A 100 años del golpe de estado bolchevique y a 28 de la caída del “Muro” es de esperar que se termine por conocer y reconocer el reguero de violencia, represión y esclavitud que los sistemas comunistas han dejado tras de sí.

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