Algunas claves para entender el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán

Columna 
Infobae, 30.09.2020
Roberto García Moritán, embajador (r) y ex viceministro de RREE argentino
Azerbaiyán sigue reclamando por los territorios que de iure, según Naciones Unidas, le pertenecen a pesar de que la zona cuenta con una población mayoritariamente de armenios

Armenia y Azerbaiyán están al borde de la guerra en lo que sería un enfrentamiento entre cristianos y musulmanes por el enclave del Alto Karabaj que nace cuando ambos integraban la Unión Soviética. Tras el desmantelamiento de la URSS, estalló el belicismo en el Cáucaso que concluyó con el separatismo de hecho de Nagorno Karabaj y la conquista de algunos distritos azeríes. En 1994 se acordó un cese de fuego pero no se pudo llegar a una paz duradera y la disputa continua congelada. En las últimas dos décadas se han producido innumerables enfrentamientos intermitentes como en los tiempos entre cosacos y tártaros. Azerbaiyán sigue reclamando por los territorios que de iure, según Naciones Unidas, le pertenecen a pesar de que la zona cuenta con una población mayoritariamente de armenios.

Por la envergadura del actual enfrentamiento y el carácter de las fuerzas militares involucradas puede no tratarse de las tradicionales escaramuzas esporádicas. Casi el 100% del armamento de Armenia ha sido suministrado por Rusia al ser el aliado principal de Ereván. Sin embargo, Azerbaiyán ha adquirido un 31% de armas a Moscú y casi el 60% a Israel además de armamento turco. Lo que pone de manifiesto las características particulares del conflicto al ser Azerbaiyán un país de amplia mayoría musulmana chiita con apoyo crucial de Turquía, un país sunita. Irán, por su parte que lidera al chiismo en Medio Oriente, se inclina a favor de Armenia a pesar de la condición chiita de Azerbaiyán. Una razón adicional es el nacionalismo turco que preocupa a Teherán.

Armenia hizo un llamamiento a la comunidad internacional para evitar que Turquía se involucre en el conflicto, en una relación históricamente tensa por negarse a reconocer el genocidio armenio de 1915. En lo que parece un juego geopolítico, el conflicto abre un nuevo frente en la pugna entre Moscú y Ankara. En Siria mantienen puntos de vista contrapuestos, en Libia apoyan a sectores distintos y difícilmente Rusia deje a Armenia a merced de Turquía. Sin embargo, el Kremlin se encuentra con muchos frentes simultáneos abiertos en Ucrania, Siria, Libia, Bielorrusia y el escándalo por el envenenamiento del opositor Navalny.

El Grupo Minsk, en el marco del a Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), con participación de Rusia, Estados Unidos y Francia no ha logrado una solución aceptable para Ereván y Bakú. Es hora de que la diplomacia del Grupo Minsk se reactive con mayor voluntad política. Sería lamentable que el nuevo enfrentamiento en el Cáucaso sea una reedición de la guerra de los años noventa que podría tener una mayor envergadura en el contexto de la grave situación que vive la zona que incluye al Medio Oriente. Una chispa abriría una caja de pandora geopolítica.

La Argentina, que tiene Embajada en ambas capitales, con una amplia y significativa población de origen armenio y una nueva inmigración azerí, ha pedido por el cese de las hostilidades y la reanudación de los esfuerzos diplomáticos del Grupo Minsk. Es urgente que toda la comunidad internacional reclame la misma contención y un cese de la violencia. Es de esperar que Rusia, Turquía, Israel e Irán actúen también en consecuencia y dejen de proporcionar armamento a los dos países enfrentados.

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