Alianza del Pacífico: Entre la ideología y el derecho

Columna
Realidad y Perspectivas, N*114 (abril 2023)
Germán Guerrero Pavez, exembajador de Chile en México

Desde hace décadas, la palabra “integración” es una de las más recurrentes en las cumbres presidenciales y foros latinoamericanos. Sin embargo, la realidad nos muestra que la mayoría de los proyectos integracionistas en nuestra región han fracasado básicamente por razones ideológicas.

En este contexto, uno de los proyectos que sí ha logrado avances concretos ha sido la Alianza del Pacífico que –desprovista de una burocracia innecesaria– ha avanzado sostenidamente desde su creación. Lamentablemente, la inaudita situación actual viene a confirmar que el ideologismo representa el principal obstáculo para los procesos de integración y la capacidad de resolver juntos los problemas regionales.

En efecto, la equivocada e insólita decisión del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de negarse a entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico a Perú por considerar al gobierno de la presidenta Dina Boluarte como “espurio”, se sustenta no en el derecho, sino en la simpatía con el exgobernante de ese país, Pedro Castillo, a quien ofreció asilo político.

Sin embargo, Castillo se encuentra en prisión, decretada por los tribunales, y difícilmente esta forma de “presión” tendrá como resultado su liberación. Al contrario, estas afirmaciones ideológicas que cuestionan al nuevo gobierno peruano sumaron declaraciones de los presidentes de Colombia y Chile, Gustavo Petro y Gabriel Boric, en una escalada de equivocaciones que han generado una crisis en las relaciones entre los países miembros de esta mancomunidad que hoy se encuentra paralizada.

En efecto, la decisión de utilizar las relaciones exteriores como fórmula de presión para el logro de objetivos políticos de los gobernantes de turno está logrando efectos contrarios a los esperados. Hoy, Chile y Perú están enfrentados en una crisis migratoria y humanitaria que solo se podrá resolver mediante las buenas relaciones, la diplomacia y la cooperación. Desde hace algunos días, la frontera entre ambos países se encuentra desbordada por cientos de migrantes que desean regresar a sus países, pero a los cuales Perú niega el libre tránsito. La solución de la crisis migratoria requiere la participación de varios países, entre ellos Colombia y Ecuador, y, ciertamente, la activación de la Alianza del Pacífico podría representar una fórmula para restablecer las buenas relaciones y generar acuerdos más allá de las ideologías o las afinidades políticas de sus gobernantes.

La Alianza del Pacífico, integrada por Chile, Colombia, México y Perú, es un mecanismo que surgió en abril de 2011 para convertirse en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial, y de proyección al mundo, con especial énfasis al Asia Pacífico. Este mecanismo no solo se limita a los temas económicos y comerciales, en los que se ha avanzado exitosamente, sino que también contempla temas regionales como el problema migratorio.

Es importante que esta “Comedia de equivocaciones”, por utilizar el nombre de la obra de Shakespeare, no termine en convertirse en una “tragedia” para las relaciones regionales. Para ello, corresponderá a las cancillerías de los países involucrados limar asperezas y reencauzar, a través del diálogo y la diplomacia, el exitoso camino de la Alianza del Pacífico.

En ese sentido, resulta alentador la posición de Chile, expresada por el canciller Alberto Van Klaveren, quien sostuvo que el país mantendrá que Perú ocupe la presidencia pro tempore, agregando que “hay iniciativas de interés que están en la Alianza del Pacífico, y nos preocupa que estén paralizadas”, mencionando como una de sus prioridades resolver el problema de la migración.

Ciertamente, este parece ser el camino adecuado para terminar este impasse, anteponer el derecho a la ideología. El cumplimiento de los acuerdos pactados es un principio del derecho internacional (pacta sunt servanda) y es también la base para la cooperación y el entendimiento entre los Estados. México tiene la obligación de traspasar al Perú la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico en concordancia con el artículo 7 del Acuerdo Marco según el cual todos los países tienen el derecho, una vez cada cuatro años, de ejercer la presidencia pro tempore rotativa.

Los gobernantes tienen sus propias tendencias políticas y estas opiniones y simpatías pueden variar cada vez que cambie un gobierno. Sin embargo, la integración tiene por objetivo que podamos seguir colaborando más allá del cambio de gobiernos o de distintas ideologías. La pronta reactivación de la Alianza del Pacífico, considerada la octava potencia exportadora a nivel mundial y que representa el 41% del PIB y atrae el 38% de la inversión, es una necesidad urgente, considerando las grandes oportunidades que ofrece, pero también los múltiples problemas que compartimos.

Estos cuatro meses no pueden convertirse en cuatro años de paralización porque los beneficios de este foro van más allá de los gobiernos, independiente de sus signos políticos. Para ello, los países deben abandonar los ideologismos y retomar al camino cierto del derecho y la cooperación.

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