Columna La Tercera, 24.05.2023 Ricardo Concha Gazmuri, embajador de Chile (r)
El presidente de México ha evidenciado una actitud casi vesánica en su afán de condenar y descalificar a la presidenta del Perú, así como al proceso constitucional que este país activó a raíz del autogolpe que intentó el expresidente Castillo. Su desbocada retórica injerencista no solamente ha llevado la relación entre ambos países a una situación crítica, sino que además ha trabado el funcionamiento de la Alianza del Pacífico, al negarse a hacer entrega de la presidencia temporal de dicha entidad al Perú. Por todo esto, el presidente mexicano ha sido declarado persona non grata por el Congreso peruano, sanción de la cual él se ha considerado “orgulloso”.
Los severos cuestionamientos de Manuel López Obrador, acerca de la vigencia de la democracia en Perú y que son el aval de su virulenta postura de condena al país vecino, aparte de infundados, resultan del todo inconsecuentes y sesgados. Y es que el Mandatario mexicano ha actuado con especial empatía y cercanía con países como Cuba, Venezuela e incluso Nicaragua, lo que obviamente desploma por completo su argumentación crítica frente a Perú. Entre las escasas visitas internacionales realizadas por López Obrador se encuentra la efectuada a Cuba en mayo del año pasado, la cual fue reciprocada por el presidente de Cuba en enero de este año. En esa oportunidad, López Obrador incluso sostuvo que las relaciones entre ambos países atravesaban por su mejor momento histórico de comprensión y cercanía. Vaya menuda contradicción, paradigma de incoherencia.
En vista de lo anterior, la postura del presidente de México respecto del Perú pierde por completo cualquier atisbo de validez y objetividad. Por ende, merece ser rechazada por aquellos países que sí son respetuosos del derecho internacional y, por sobre todo, del principio de no injerencia en los asuntos internos de terceros países.
Ojalá nuestro gobierno lo tenga claro.