Columna El Diario (Uruguay), el 14.08.2017 Emilio Cárdenas, ex representante permanente argentino en la ONU
La reciente reunión de Jefes de Estado del G-20, con la participación ejemplar de nuestro presidente, quedó ya atrás. En ella se confirmó que, ante la anticipada deserción norteamericana, la activa y astuta Canciller de Alemania, Ángela Merkel, se ha transformado en la líder actual del llamado “mundo libre”.
Tenía que suceder. Ocurre que el actual presidente de los EEUU, Donald Trump, no tiene la vocación necesaria para continuar con su país ejerciendo ese difícil rol. Ni tampoco la estatura personal requerida para ello.
Europa sabe que, en más, su propio futuro y hasta su defensa dependen no de los EEUU, sino de ella misma. La confiabilidad que por décadas merecieran los EEUU se ha evaporado. Vertiginosamente.
Por algo en su plataforma electoral la Sra Merkel ahora se refiere, con razón, a los EEUU como a un país “amigo”. Ya no como a un “socio”. Donald Trump parece haber desenganchado despreocupadamente a su país del cohesionado tren que conforman los países occidentales. La disminuida Gran Bretaña que ha elegido el camino del llamado “Brexit” también, como los EEUU, mira hoy para otro lado.
Alemania ya ha concedido el carácter de refugiados a unos 800.000 sirios que huyeron de la sangrienta guerra civil que azota a su país. Los EEUU, por su parte, sólo a unos 20.000 y habla del tema como si el país estuviera ya agotado y agobiado por sus consecuencias.
La propia Suprema Corte norteamericana ha confirmado la legalidad de la prohibición impuesta por Donald Trump a los inmigrantes provenientes de seis países musulmanes específicos y confirmado el tope existente para los sirios. Nos referimos a aquella norma que Donald Trump describiera como una medida “anti-terrorista” indispensable. Pese a que, como lo recuerda el analista Edward Luce, lo cierto es que desde el 2001 ninguno de los atentados terroristas cometidos en el suelo de los EEUU ha tenido nada que ver con los refugiados.
La Sra. Angela Merkel aparece ahora como ampliamente favorita para obtener un nuevo mandato en las elecciones de su país que tendrán lugar en septiembre próximo. Hay en esto una enormidad en juego. Porque si lo logra Alemania continuará siendo, como en la actualidad, la columna vertebral misma de Occidente. De lo contrario, el mundo estará aún más revuelto y frágil que lo que luce hoy.