Brasil es cordialidad

Columna
El Mercurio, 05.11.2022
Hernán Felipe Errázuriz, abogado, columnista y exministro de RREE
"Reparar el desencuentro con Brasil depende del presidente Boric".

Lula abre nuevas y positivas perspectivas para las malogradas relaciones entre Chile y Brasil.

Los otrora estrechos lazos bilaterales se vieron dañados durante el gobierno de Bolsonaro. El presidente Piñera, temeroso de ser asociado con ese gobierno, prefirió distanciarse, le faltó pragmatismo. El presidente Boric tampoco ha sido pragmático; fue ideológico en la equivocada propuesta de embajador, un cercano, un aliado político. Podría haberlo nombrado ante cualquier otro país, menos para Brasil. Sebastián Depolo ha sido un ácido crítico de Bolsonaro, quien debía darle la conformidad. Naturalmente que la Cancillería brasileña, una de las más profesionales del mundo, utilizó el protocolo diplomático de no pronunciarse sobre la solicitud de placet, conformidad, agréement, o como se llame o escriba, dejándolo pendiente sine die.

En la práctica diplomática, la demora de respuesta solo significa rechazo, no hay que dar razones, es señal de tensiones entre gobiernos y limitante para las relaciones bilaterales.
Brasil es determinante en el mundo y para Chile. Es la única potencia mundial de Latinoamérica, asociado a los Brics, Rusia, China y Rusia. Representa más de la mitad de nuestro comercio con Sudamérica, por lejos superior al que tenemos con la suma de las exportaciones a los países vecinos. En Brasil están ubicadas las principales inversiones nacionales en el exterior.

Durante toda nuestra historia, las relaciones bilaterales han sido estrechas, salvo durante el segundo gobierno de Piñera y en lo que va corrido de Boric.

Cierto que Brasil, a veces, intenta influir en los asuntos internos y en la política exterior de los países vecinos. Lula se irritó cuando negociamos el Nafta con Estados Unidos, no aceptaba que se negociaran acuerdos comerciales latinoamericanos fuera de su liderazgo y del Mercosur. Furioso al ser informado, dijo a los periodistas, menospreciándonos, “¿qué es Chile?”.

También es una realidad que bajo los gobiernos de Lula hubo financiamiento brasileño a la política chilena y que empresas brasileñas intentaron corromper licitaciones públicas. Lula fue condenado por corrupción, el fallo fue anulado por la Corte Suprema de ese país por no haber sido sometido a un debido proceso. No ha sido exculpado.

Brasil, más que una potencia, es un país maravilloso. Muchos sostienen que el lema escrito en su bandera, ORDEM E PROGRESSO, debió haber sido simplemente CORDIALIDAD.
Reparar el desencuentro con Brasil depende del presidente Boric. Si, en vez de nombrar un profesional de la diplomacia, insiste en su fallido nombramiento o propone un embajador político, provocará otro bochorno para nuestra Cancillería, pondrá en dificultades al Palacio Itamaraty, sede de la Cancillería brasileña, e irritará a Bolsonaro y sus aliados, que tienen el control del Congreso.

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